Una realidad social que hay que atender
Vecinos y comerciantes del Viejo San Juan piden acción ante aumento de personas sin techo y adictos en el sector turístico.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 6 años.
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La crisis de deambulancia en el Viejo San Juan es un asunto de conflictividad social que debe atenderse garantizando, sobre todas las cosas, la dignidad y los derechos de las personas sin hogar.
La reflexión en reacción a las múltiples denuncias de residentes y comerciantes de la ciudad amurallada -quienes catalogan la situación como una de “amenaza a la seguridad” de residentes y comerciantes y “acoso al turismo”-, la hace Fray Aníbal Rosario, un párroco franciscano quien forma parte de un grupo de personas que brinda servicios ambulatorios de higiene y alimentación a esta población.
“No queremos que haya gente sin techo o deambulando, pero es una realidad y nuestro deseo es alimentarlos mientras tratamos de llevarlos a un proceso de sanación integral, mientras tratamos de sanar sus llagas físicas y emocionales”, destaca el religioso de la Iglesia San Francisco de Asís en el Viejo San Juan.
La plaza en la cual ubica la parroquia ha sido durante años el refugio de muchos deambulantes.
Hombres y mujeres han convertido los banquillos de cemento en camas y el constante paso de turistas por el lugar en la oportunidad de lograr recolectar limosnas que utilizan para comprar productos de aseo personal, comida y en caso de los adictos enfermos para la compra de sustancias controladas o alcohol.
“Es cierto que esto se ha convertido en una epidemia, pero no en el sentido de que sea algo dañino, sino porque ha ido en aumento… y ¿qué vamos a hacer? Pues el evangelio nos manda a socorrer a los pobres, a los que tienen hambre, a los que tienen sed”, dice.
Según el más reciente Conteo de Personas Sin Hogar del Departamento de la Familia, cada dos años, para enero de 2017 en Puerto Rico, había 3,501 personas sin hogar -incluyendo albergados y no albergados- y de éstos 31% eran con deambulismo crónico.
El estudio indicó que entre los municipios con más alta incidencia de deambulancia se destacaban San Juan con 26.2%, Ponce con 6.3%, Arecibo con 6%, Caguas con 5.3% y Mayagüez con 4.7%. Los hallazgos determinaron que el 76% de las personas en la calle sin un techo seguro son hombres y el 24% son mujeres, ambos con una edad promedio de 40 años.
Fray Aníbal está convencido que estas cifras deben haber aumentado, y aunque el patrón comenzó antes del impacto del huracán María, el fenómeno atmosférico parece haber exacerbado el drama humanitario.
“Antes venían cinco, 10 o 15… ahora vemos 40 personas sin hogar al día”, relata al mencionar que parte de los servicios que se ofrecen son un lugar seguro para que miembros de la población puedan ducharse, ropa limpia y desayunos. Este servicio en particular se ofrece lunes, miércoles y viernes de 7:00 a 10:00 de la mañana en un área designada en la comunidad La Perla. Los gastos se cubren con donaciones que ofrecen otras congregaciones (iglesias evangélicas, budistas, personas no creyentes) y con dinero que otorgan, incluso, los turistas que visitan el lugar santo.
Hogar Padre Venard, una organización sin fines de lucro, también atiende a la población indigente y de deambulantes proveyendo alimentos y otros servicios a las personas que llegan a sus inmediaciones, ubicadas detrás de la parroquia San Francisco de Asís. De otra parte, miembros de la Universidad Carlos Albizu, también colaboran desde el aspecto de ayuda y terapia psicosocial.
“Entiendo que esta situación estéticamente no les gusta a algunos sectores y nosotros tampoco queremos que deambulen, pero hay que buscar soluciones viables… el Gobierno tiene que cumplir su responsabilidad y el sector privado también puede contribuir. Pero pensamos muy materialmente y en lo económico cuando podríamos aprovechar el momento para hacer una obra como la que hizo el maestro Rafael Cordero cuando buscaba a los niños pobres de San Juan, y sin ningún costo, les daba clases. A él no le importaba si eran blancos o negros, si eran ricos o pobres. Su fin era otro: ayudar y enseñar”, dijo el religioso haciendo hincapié en que este escenario ocurrió en una época donde el discrimen racial era bien marcado en Puerto Rico.
El otro ladode la moneda
En el otro extremo de este drama humanitario están los residentes y comerciantes del Viejo San Juan, quienes responsabilizan del crítico cuadro a las agencias gubernamentales y a la alcaldesa de la capital, Carmen Yulín Cruz.
“Entendemos que la alcaldesa y el municipio ha abandonado este problema… un problema que afecta al turismo… los turistas salen de los cruceros y al verse ese panorama de gente inyectándose droga y haciendo caca en la calle, al ver a los deambulantes sucios y apestosos regresan al barco. Porque, ¿a qué van a venir? ¿a ver eso? ¿a ver ese arrabal?”, dijo por su parte Diana Font, líder comunitaria y miembro de la Junta de Comerciantes de la zona colonial.
Font insistió en que la crisis debe ser atendida “con sensibilidad y buen trato”, pero con premura para evitar que tenga consecuencias en el turismo.
“Estamos hablando de que esto ocurre en el Viejo San Juan, donde se estima que para el próximo año llegarán 1 millón 800 mil turistas y que esto generará más de $250 millones al País. ¿Esa es la cara que queremos demostrar?”, expresó.
Agregó que recientemente se reunió con el Comisionado de Seguridad de la capital, José Caldero, quien se comprometió en un nuevo encuentro en dos semanas para discutir un plan de acción integral. La Junta de Comerciantes está a la espera de poder discutir el asunto con algún portavoz del Departamento de la Familia y de la Administración de Servicios de Salud Mental y Contra la Adicción (Assmca).
Mientras, María Isabelle Pagán, quien labora en el Viejo San Juan hace tres años, también mostró preocupación por lo que acontece con las personas sin hogar.
“Siempre ha habido deambulantes acostados en la calle y no molestaban pero, últimamente, están más agresivos y hay más. Uno va caminando y si no les das dinero gritan una retahíla de insultos que no voy a repetir… otro día vi a tres deambulantes descalzos en medio de la calle y haciendo gestos, mientras había una familia bajando de un crucero que lo que se encontró fue esa imagen que no es la mejor de Puerto Rico”, agregó la joven quien no ha hecho nunca ninguna denuncia oficial a las autoridades o al municipio.
Asignatura pendiente
En los pasados meses el senador independiente José Vargas Vidot, quien preside la Comisión para el Desarrollo de Iniciativas Comunitarias del Senado, llevó a cabo unas vistas públicas para discutir la Resolución 153 que ordena realizar un estudio sobre el fenómeno de la deambulancia en Puerto Rico.
En su exposición de motivos, Vargas Vidot -principal autor de la resolución que fue enmendada y aprobada el pasado 23 de abril- determina que el estudio es imperativo para poder conocer cada detalle del fenómeno de deambulancia en la isla, para evidenciar sus causas y poder buscar soluciones o vías de reinserción social de las personas sin hogar.
El senador insiste que aún cuando existe la Ley 130 para crear el Concilio Multisectorial en Apoyo a la Población sin Hogar -la cual garantiza unos derechos a esta población- el estatuto no es suficiente para cumplir con esa política pública.
La investigación sugerida por Vargas Vidot incluiría un estudio sobre: los determinantes sociales, factores de riesgo, leyes o códigos de orden público relevantes al propósito de la resolución, factores a tomar en cuenta para la reinserción social de la población sin hogar y la interacción necesaria entre distintos sectores para el éxito de un plan nacional que aborde la deambulancia.
Primera Hora requirió la reacción de la alcaldesa capitalina, pero no estuvo disponible.