García Padilla : Del campo... ¿a La Fortaleza?
El candidato de la Pava conoció a su esposa, Wilma Pastrana, en 1995, cuando ambos estudiaban en la Universidad Interamericana en San Juan y, en el 2000, una hermana “alcahueta” fue quien los conectó.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 12 años.
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Hombre de campo, aspirante a sacerdote, atleta becado, político y... cocinero.
La casa de Alejandro García Padilla, en Caguas, es sencilla. No tiene lujos. En el mobiliario se destaca un juego de sillones de pajilla de antaño, heredado de una de sus bisabuelas. Una mañana, después de hablar largo y tendido en la terraza de su residencia, el candidato a gobernador del Partido Popular Democrático (PPD) se puso el delantal y preparó uno de sus platos favoritos: arroz blanco con habichuelas guisadas y bistec encebollado.
Cucharón en mano, se hizo cargo de la cocina. Condimentó las habichuelas con jamón de cocinar y, para espesarlas, les agregó calabaza cultivada en Coamo. Unas hojas de laurel fueron el toque.
Su esposa, Wilma Pastrana, aseguró que la especialidad del líder de la Pava es el arroz con longaniza. En días recientes, preparó bacalao a la vizcaína para un fund raiser.
“Aprendí mirando a mi mamá y luego a mi esposa, principalmente las cosas que me gustan”, contó el senador, quien es católico practicante y afirma que no pertenece al Opus Dei.
La idea de ser sacerdote estuvo dando vueltas en su mente desde que era niño. Un padre dominicano, que era su guía espiritual, y un primo de su mamá –también religioso– sembraron la inquietud en él. Llegó a estar en un seminario salesiano en Aibonito, de búsqueda de vocación, y en otro diocesano, en Ponce.
¿Qué lo hizo cambiar de rumbo?
El día que entendí que mi llamado era tener una familia. Lo descarté en el 2000 cuando decidí casarme con Wilma.
De mirada pícara, García Padilla es roquero y ochentoso, fanático de Bon Jovi. Livin On The Prayer, es una de sus canciones favoritas.
Cuando de salsa se trata, le gustan Gilbertito Santa Rosa, Domingo Quiñones y Michael Suart. También es amante del jazz y de la trova en vivo.
¿Baila?
Merengue, pero malísimo.
Le fascina la canción Hoy puede ser un buen día, de Joan Manuel Serrat. “Si yo tuviera que escuchar una canción todas las mañanas, escucharía ésa”, afirma.
Antes de arreciar la política, los fines de semana se iba con la familia a Coamo, a la casa de su mamá o al campo. Tenía un trailer, pero ahora se queda en una pequeña casa que tiene uno de sus hermanos. “Cuando vamos, tiramos mattress en el piso”, dice el líder del PPD.
De su padre, Luis Gerardo, aprendió el valor del trabajo y que “las cosas se hacen bien o no se hacen”. Su madre, María de los Ángeles, le enseñó “a hacer el bien”.
¿Qué le hace llorar?
A veces me arrancan lágrimas el coraje, la injusticia, la desigualdad. La desigualdad me da rabia. Todos los días veo la desigualdad en Puerto Rico y es algo que me propongo combatir.
Se crió en el barrio Cuyón, sector Calabazas de la Villa de San Blas de Illescas. “Donde yo crecí, tener tierra debajo de las uñas no es una cosa fea. Significa que esa persona estaba trabajando; no es sucio, es tierra. Tú no sientes que la tierra te pertenece, tú sientes que perteneces a ella y uno la respeta”, sostiene García Padilla.
Se graduó de escuela superior del Colegio Valvanera. Comenzó a estudiar en la UPR, en Ponce, con beca de atleta, pero no pudo ingresar al equipo de baloncesto porque no tenía carro, viajaba en “pon”. A los 20 años se compró un Mazda 323, usado. Estudió con préstamos y en una ocasión trabajó de mesero en un restaurante.
Le gusta la playa, pero prefiere el río. “Yo voy a ser el primer gobernador de Puerto Rico que no es de una ciudad y que hizo todos sus estudios aquí', afirma el benjamín de una familia de seis hermanos.