Para muchos jóvenes y adolescentes, tomarse más de cinco tragos de una sentá solo significa “beber con co….”. 

Esta nefasta práctica de tomar en racha y en un corto periodo de tiempo se conoce como binge drinking y tiene serias consecuencias en la salud y en el comportamiento de los bebedores.

Aunque la encuesta Consulta Juvenil IX (2015-2017), comisionada por la Administración de Servicios de Salud Mental y Contra la Adicción (Assmca), reveló una disminución en la prevalencia del uso de alcohol en la Isla, la realidad es que en los recientes años ha habido un aumento sostenido en la práctica de binge drinking o tomar de corrido, según Juan Rivera, administrador auxiliar de prevención de la Assmca.

Mónica Vigo, asesora programática del Instituto Tercera Misión de la Universidad Albizu, que efectuó la encuesta escolar para monitorear los patrones y tendencias del uso de sustancias y otras conductas entre adolescentes, dijo que entre los jóvenes que consumen alcohol, un 67% incurre en la práctica de beber en racha hasta emborracharse.

Esto representa, 40,345 jóvenes a nivel Isla. O sea, que seis de cada diez adolescentes que consumen alcohol, entre las edades de 13 a 17 años, beben más de cinco tragos de corrido y lo ven normal.

De hecho, el alcohol sigue siendo el producto de más uso entre este sector poblacional. 

Esta consulta arrojó que la prevalencia de uso de alcohol es de un 44.5%, por lo que hubo una disminución cuando se compara con la anterior, que fue un 54%.

Vigo aceptó que encuestas recientes revelan que ni los padres ni los menores conocen que binge drinking es beber “cinco tragos o más de una sentada, en un par de horas… en una noche de jangueo”.

Rivera agregó que incluso “esto puede suceder en menos de 30 minutos…”. 

“El cerebro no se termina de desarrollar plenamente hasta aproximadamente los 25 años. En la medida en que los menores ingieran alcohol, esto le causará daños irreparables”, sostuvo Rivera.

Vigo, quien informó que también ocurren problemas de aprendizaje y de memoria, explicó que “la última parte que se desarrolla en el cerebro es la que controla los impulsos y la que regula la toma de decisiones… por lo que el consumo de alcohol a edad temprana está interrumpiendo ese desarrollo”.

La medida estándar para calificar el consumo de alcohol como binge drinking en adultos varones es de cinco tragos o más, en racha, y para las mujeres, cuatro tragos o más.

Sin embargo, entre menores de 18 años, que es la edad legal para consumir licor en Puerto Rico, la cantidad de tragos sería de unos tres porque tienen menos resistencia al alcohol.

Rivera mencionó que en una de las encuestas salió a relucir que un menor inició su consumo de licor a los 8 años.

En el caso de Jaime, nombre ficticio para proteger su identidad, la ingesta de alcohol comenzó a los 14 años.

El maestro, ahora de 37 años, aceptó que como ocurre en muchos casos, empezó a tomar alcohol en su hogar, donde se veía normal el consumo de bebidas alcohólicas. 

“Comencé a tener problemas sin darme cuenta. Creía que eran cosas normales seguir tomando, vacilando... siempre que hacía contacto con el alcohol tenía que seguir”, sostuvo.

Ya a los 16 años también comenzó a usar cocaína.

Fue gracias a una visita por “casualidad” que hizo a un grupo de Alcohólicos Anónimos (AA) para llevar a su hermano que logró rehacer su vida. Actualmente es padre de dos menores y tiene un hogar libre de alcohol.

Tanto Rivera como Vigo reconocen que muchos menores comienzan a ingerir bebidas en sus casas y en fiestas familiares.

“Jangueamos con control”

Precisamente, Assmca, con el apoyo del Instituto, trabaja la novel campaña “Jangueando con Control”, una estrategia de mercadeo social en la que usan el personaje de ‘Control’ para concienciar sobre la modalidad de beber en racha. 

El propósito, según Vigo, es “iniciar una conversación de país con los adultos y replantearnos la manera en que consumimos alcohol, y que los padres inicien conversación con sus hijos”.

“‘Control’ es el amigo que todos quieren tener. Es un joven que disfruta sin caer en el exceso y sin hacer el papelón”, agregó Vigo.

La estrategia incluye un componente de intervención comunitaria que se implementa en conjunto con seis organizaciones sin fines de lucro.