La mañana del 21 de noviembre de 1996 transcurría con normalidad para Maricela Laureano, quien para entonces era una joven de 24 años que se desempeñaba como secretaria en las oficinas centrales de Humberto Vidal del Paseo de Diego, en Río Piedras. Pero en un pestañeo, todo cambió.

Ese día ponchó antes de  las 8:00 de la mañana, desayunó con una compañera de labores y se encontraba hablando sobre tareas cotidianas con su supervisora Ivonne Quiñones, cuando de repente: ¡boom!

“Ocurrió como un temblor bien fuerte y un ruido extremadamente estruendoso. Todo pasó de un solo golpe... todo se puso bien oscuro y mi supervisora cayó para un lado y yo para el otro”, rememoró sobre aquella fatídica mañana de terror que  fue escenario de una de las peores catástrofes reportadas en Puerto Rico: la llamada explosión de la tienda Humberto Vidal, una tragedia que cobró la vida de 33 personas y dejó a otras 69 heridas. Otros comercios aledaños también colapsaron, entre ellos la Joyería Super Precio, Disco Feria, Pepe Ganga, Comercial Ubiñas y La California. 

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 Entre los sobrevivientes de la tragedia  se encuentra Maricela, quien  prosiguió su narración recordando que tras el estallido- provocado por un escape de gas que se acumuló en el sótano del edificio de seis pisos donde laboraba- todo quedó derrumbado y en penumbras.

   “No podíamos hablar ni respirar. Tampoco veíamos casi nada... en ese momento no me sentía herida, pero ella (Ivonne) sí tenía una herida abierta en uno de sus brazos. Tenía mucha sangre”, relató quien decidió hacerle un torniquete con las enaguas que llevaba puestas. Así pudo controlar la hemorragia de su amiga.

Aunque sintió que iban a morir, el destino les dio una segunda oportunidad cuando fueron rescatadas por un bombero. 

Fue luego de comunicarle a sus padres que estaba viva y tras ser trasladada a un hospital que Maricela se percató sobre lo sucedido.

“En el hospital tenían puestas las noticias y me paré a verlas... ahí caí en cuenta. Me miré el traje y estaba sucio y me percaté que estaba botando mucha sangre por la nariz”, expresó quien perdió un poco de audición en el oído derecho a consecuencia de aquel nefasto suceso.

Poco a poco la mujer fue recuperándose de las heridas físicas pero las secuelas emocionales han sido profundas, al extremo que Maricela no ha podido regresar al  Paseo de Diego.

 “Aún 20 años después se me hace difícil recrearlo... ese chip siempre está ahí. Uno puede superarse, pero no olvida”, dijo llorando y reconociendo que han sido muchas las lecciones aprendidas en las pasadas dos décadas.

“A veces digo: ‘Dios mío por qué pasó’.. Pero no, son cosas que pasan y he aprendido mucho. Yo era una joven muy explosiva e impaciente. Y desde ese día he tenido carga de paciencia... he aprendido que uno tiene que vivir los días como si fuera el último. Y también aprendí que estas cosas se pueden prevenir. Porque todo eso fue una negligencia que se pudo haber evitado”, dijo quien tiene toda su historia escrita  con el fin de cerrar este capítulo amargo de su vida el día que lo publique.

La tragedia en la tienda Humberto Vidal, que cobró la vida de 33 personas y dejó a otras 69 heridas, ocurrió el 21 de noviembre de 1996.