Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 9 años.
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Juan Eugenio Hernández Mayoral, mejor conocido como El Tigre, se ha convertido en el chiste de la administración de Alejandro García Padilla. Como el gobernador no hace nada sobre eso, se ha vuelto un hazmerreír, tanto el mandatario como el funcionario. Ahora, ¿merece tanta tiraera El Tigre? ¿Debemos eliminar la Administración de Asuntos Federales (Prfaa)?
Esto se vuelve a desatar ahora porque la Legislatura eliminó la jarana de que jefes y funcionarios de agencia se llevaran los carros oficiales para sus casas. Esa ley le aplicaba a toda oficina del Ejecutivo, incluyendo a Prfaa. Mientras el gobierno de Virginia le hizo rendir cuentas a El Tigre por llevarse para ese estado el carro con tablilla de Washington, el Gobierno de Puerto Rico le tiró la toalla. Vean la diferencia, el gobierno de Virginia lo castiga y el de Puerto Rico lo premia.
Cuando el Gobierno boricua se entera del uso personal de El Tigre de su carro oficial, el gobernador solo le pide una “investigación” a su administrador de Servicios Generales (ASG). Este estuvo dos meses “investigando” para decidir que no podía ni investigar a Hernández Mayoral. Luis Castro Agis, jefe de la ASG, dijo que aunque El Tigre recibe un carro pagado con fondos públicos y que la gasolina también la paga el pueblo, la ley de Puerto Rico no le aplica. Siempre se entendió que le aplicaba dicha ley a Prfaa, incluyendo dos cartas circulares de la propia ASG que lo decían. Pero no, era El Tigre, había que perdonarle el pecadillo.
Lo malo no es solamente eso, es que con esta son decenas las cosas que ha hecho El Tigre que le han merecido el repudio del pueblo, pero aún sigue en su posición. Aquí voy a hacer una lista de algunas de las peripecias del minino, a quien tenemos que buscarle un juguete nuevo porque Prfaa no es para premios políticos:
(1) Ordenó la reducción de salarios a los empleados de Prfaa, pero el suyo ni pa’l cará. Meses después, cuando la prensa lo coge en el truco y lo presiona al respecto, es que Alejandro dice que le va a reducir el salario. Luego, el buen ponceño en un comunicado de prensa la semana pasada dice que “voluntariamente se bajó el sueldo” y se jacta de ser el único jefe de agencia en hacerlo. EMBUSTERO.
(2) Mire, yo sé lo que es salirse de sus casillas, pero lo de El Tigre ha sido algo fuera de control. Las botadas fulminantes, y a gritos, por razones nebulosas, de varios funcionarios, incluido el exsubdirector Federico de Jesús, quien era respetado por el PNP y el PPD en Washington, son harto conocidas. Los gritos y abusos por parte de El Tigre han sido y continúan siendo su forma de “diplomacia”. De hecho, la salida de De Jesús todavía nadie la comprende. Y esa no fue la única. A esa se le añade la de Rubén Chaín, quien demandó por alegado discrimen político (ese chofer llevaba en Prfaa más de 24 años y no es ni puertorriqueño y su único pecado fue que Fiscalía federal le pidió testificar contra Aníbal Acevedo Vilá en el caso federal). Además, Marta Ramos, Wilma Roberts, Elsy Díaz (estas ultimas personas llevaban más de una década en la agencia), Erin Cohen, directora de Asuntos Intergubernamentales, que se fue porque no soportaba el ambiente de trabajo, Marie Nina Luis, Lisandra Bermúdez y tantas otras. No puede ser casualidad que casi todas estas personas que han pasado administraciones del PNP y del PPD se vayan por las mismas razones y estas no sean ciertas.
(3) La botada de la directora de Recursos Humanos fue por recibir un e-mail en la oficina relacionado a una posible oferta de empleo, por esto ser un “asunto personal” (El Tigre tiene un sistema de monitoreo electrónico de todos los empleados). O sea, El Tigre ve un problema que amerita una botada fulminante si otros usan equipo de Prfaa para cosas personales, aunque sea recibir un correo electrónico, pero no ve ningún problema con él usar su carro oficial para asuntos personales.
(4) Dice que no tiene bitácora sobre el uso del carro oficial, se desaparece de la oficina por horas y días y el “staff” no sabe ni dónde está, pero sus empleados tienen que ponchar diariamente con huella dactilar.
(5) Casi todo el que ha podido se ha ido de allí y mis fuentes aseguran que es porque es insoportable aguantar los gritos y la falta de profesionalismo de El Tigre. Recientemente, se fue la persona encargada de tecnología y como nadie quería trabajar con él tuvieron que enviar a un muchacho de Puerto Rico para allá. De hecho, la semana pasada renunció el director de Asuntos Legislativos.
(6) En Washington las relaciones humanas y diplomáticas son bien importantes para que puedas tener contactos que te alerten de situaciones que te afectan y que estés al tanto de todo. Pues, obvio que con las pésimas relaciones que tiene El Tigre con todo el mundo no se puede uno sorprender cuando los federales nos ignoran o nos clavan y el gobernador o sus jefes de agencia no se enteran hasta que ya es muy tarde, como pasó con los fondos federales de Justicia. Si no se hace el trabajo en Washington ni se desarrollan contactos y relaciones, esa es la consecuencia.
(7) No fue hasta que se publicó en los medios que El Tigre no había hecho un divino para adelantar el proyecto congresional de ley de quiebra federal para Puerto Rico y que no había ni siquiera hecho un comunicado de prensa sobre la pérdida de fondos federales en el Medicare Advantage que publicó una carta alegando que había hecho gestiones al respecto. O sea, el director de la oficina de asuntos federales de Puerto Rico en Estados Unidos esperó meses para siquiera decir algo sobre dos temas que significan cientos de millones de dólares para el País. Y no es hasta que la prensa lo denuncia que publica un escrito mediocre.
Esto de utilizar el carro oficial para asuntos personales no es poca cosa. Estamos hablando de sentirse por encima de la ley, de seguir con su actitud de príncipe. Creerse que merece que el pueblo de Puerto Rico pague sus jangueos, que no tiene ni que llenar bitácora para justificar el uso del carro. Claro, a la vez que el pueblo paga la gasolina y el vehículo, más mantenimiento. Luego, se hace un informe para al menos regañarlo y desde La Fortaleza le tiran una toalla del tamaño de una carpa porque es el príncipe merecedor de que el pueblo se arrodille frente a él. Hacen quedar a Luis Castro como un imbécil frente al pueblo con tal de quitarle la presión al minino.
Estamos hablando de que este probablemente ha sido el momento más importante en la historia de Prfaa y en vez de esta oficina estar en la ofensiva de la causa boricua, la tenemos a la defensiva, teniendo que defender su inocuidad e inconsecuencia.
El Tigre no ha dado cara ante la prensa estadounidense o internacional, no ha hecho conferencias de prensa, los pocos comunicados inútiles son después de recibir críticas por no haber hecho nada. No se debe olvidar que tiene un “staff” bien pagado, de unos 20 empleados, y oficinas en Nueva York y la Florida.
Hace unos días publicó José Delgado, de El Nuevo Día, que los cabilderos de Prfaa han recibido un dineral solo para cabildear a favor del proyecto HR 870 del comisionado residente Pedro Pierluisi sobre la extensión de la quiebra federal a Puerto Rico. ¿Y cuántos coaupiciadores han conseguido después de meses facturando decenas de miles? Cero. Ni uno.
Muchas personas piensan que se debe eliminar la oficina de Prfaa por la pobre administración que le ha dado el hijo menor del ex gobernador Hernández Colón. Sin embargo, Prfaa es una institución bien importante. De hecho, puede ser y ha sido trascendental en momentos cuando nuestro país pasa por graves circunstancias. Del gobierno federal depende en gran medida lo que ocurra en nuestro futuro. Esa oficina, que los estados de Estados Unidos también tienen para sus respectivos intereses, tiene que ser maximizada. Bien utilizada y haciendo y fortaleciendo alianzas con la diáspora boricua y con comunidades latinas, entre otras, podemos lograr enormes resultados.
Ahora, mal utilizada es un fiasco y una vergüenza, uniéndose a la lista de oportunidades perdidas como el Tren Urbano, el Puerto de Ponce, la antigua base naval Roosevelt Roads y cientos de otros ejemplos. No, Alejandro, no se justifica que por ser tu pana y el hijo del Rey el pueblo tenga que pagar aumentos e impuestos como nunca, mientras El Tigre sigue dándose la buena vida y haciendo que el pueblo pague, en todo el sentido de la palabra.
Nacido en Chicago y criado en San Lorenzo, el licenciado Jay Fonseca estudió en escuela pública. Fue a la UPR a estudiar empresas y derecho luego de teología. Es analista político en Telemundo y WKAQ 580. Autor del libro “Banquete Total: Cuando la Corrupción dejó de ser ilegal” y por una década fue columnista en Primera Hora. Supera el millón y medio de seguidores en Facebook, Instagram y Twitter, lo que lo convierte en uno de los principales “influencers” de la Isla. Es padre de una niña y tiene un app bajo su nombre, Jay Fonseca.
Esto tiene salvación
Esta columna busca proponer soluciones de manera muy sencilla a las situaciones actuales que afectan el País.