Con el rostro sombrío y una voz tenue, Aracelis Cintrón Vázquez ofreció el primer testimonio en el inicio del juicio contra Pablo Casellas Toro por el asesinato de su esposa Carmen Paredes Cintrón ocurrido en julio de 2012.

 El  desfile de prueba empezó ayer  cuando la madre de la víctima ocupó el banco de los testigos de la sala 706, que preside el juez José Ramírez Lluch, del Tribunal de Bayamón.

La vista inició a las 8:57 a.m. con las instrucciones al jurado, la lectura de las acusaciones y de las estipulaciones de hechos, así como la teoría del Ministerio Público, compuesto por los fiscales Janet Parra, Sergio Rubio y Phoebe Isales, quienes además de a Cintrón Vázquez, sentaron a declarar a dos ex compañeros de trabajo de Paredes Cintrón.

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En su emotivo testimonio, Cintrón Vázquez describió la relación de su hija y Casellas Toro “como una distante y con ciertas indiferencias”.

Ante un jurado compuesto por seis mujeres y seis hombres, Cintrón Vázquez relató que el 6 de julio de 2012, mientras estaba de visita en Miami en la casa de su hermana y su sobrina, recibió una llamada de Casellas Toro.

En esa conversación, su nuero le indicó que su hija quería el divorcio.

“Yo le dije que antes de divorciarse podía ir a un consejero matrimonial, un sacerdote o un sicólogo”, afirmó a preguntas de la fiscal Parra.

Durante la conversación, el acusado también le indicó a su suegra que de ocurrir una separación a Paredes Cintrón  “no le tocaría nada porque la casa me la regalaron a mí”.

Cintrón relató que supo de la muerte de su hija a a través de una llamada del juez federal Salvador Casellas, padre de Pablo.

“Te tengo una mala noticia. Se metieron a la casa de Carmen y Pablo. Hubo un tiroteo y murió Carmen”, dijo Cintrón Vázquez que le indicó el juez.

 “No podía creer que mi querida hija estaba muerta”, agregó ahogada en llanto.

Al día siguiente,  dijo que regresó a la Isla desde Miami junto a su hijo Joseph Paredes y su familia.

Previo a una objeción de la defensa, compuesta por los abogados Harry Padilla, Juan Ramón Acevedo, Arturo Negrón y Francisco Rebollo, afirmó que a finales de junio su hija pernoctó en su casa.

“Me percaté que habían tenido una discusión”, señaló.

En el contrainterrogatorio, a cargo de Padilla, la testigo reconoció que en la declaración jurada que ofreció no incluyó la frase “Carmen quiere divorciarse”.

Durante una línea de preguntas que se centró en la cantidad de veces que la mujer visitó la casa de su hija en la urbanización Tierralta III en Guaynabo, Cintrón Vázquez comentó que no anotaba la veces que visitaba a “Carmencita”.

“Yo no era una suegra entrometida”, respondió en otro momento.

En medio de las preguntas del abogado, la mujer empezó a llorar provocando que el jurado saliera de sala.

Sentado al lado de sus abogados, Casellas Toro giró la cabeza para observar a sus hijas Carolina y María José. Al otro lado del salón se sentó la familia de Paredes Cintrón.

En el contrainterrogatorio de la fiscal Parra, aclaró que la declaración jurada no mencionaba la frase del divorcio, pero sí indicaba que Casellas Toro quería que hablara con su hija porque alegadamente no quería curarle las heridas que sufrió durante un supuesto carjacking y que si se divorciaban no le iba a tocar nada a la mujer.

Líos matrimoniales

Dos compañeros de trabajo de Paredes Cintrón en una compañía de seguros, Ricardo Saldarriaga y María Calderón, relataron haber observado al acusado confrontar problemas con alcohol y conocer sobre diferencias entre el matrimonio.

Saldarriaga relató que visitó la casa de la pareja en dos ocasiones y notó que existía “una constante discusión” entre ellos y que ambos estaban consumiendo alcohol al momento de las discusiones.

Apuntó que en la primera visita, el acusado lo llevó al cuarto donde mantenía su colección de armas, y que en un momento, Casellas Toro sacó una arma pequeña y le colocó un silenciador explicándole que era para que no hiciera ruido al disparar.

Comentó que su esposa se sintió incómoda con la tensión entre la pareja, pero luego a preguntas de Padilla, Saldarriaga aceptó que se sintió lo suficiente cómodo como para regresar solo a la casa del matrimonio por segunda ocasión.

Calderón declaró que en un momento recibió una llamada de Casellas Toro, poco antes del asesinato de Paredes Cintrón, para solicitarle un documento y sintió que tenía la “lengua trabada como si hubiera estado bebiendo alcohol o ingiriendo medicamentos”.

Antes de que la defensa lo objetara, indicó que sugirió a Paredes Cintrón buscar asesoría legal porque sabía que estaba separada y que tenían dos hijas.

Pero, reconoció a preguntas del licenciado Padilla, que nunca mencionó el asunto del alcohol en su declaración jurada.

Teoría del estado

En una breve alocución,  Isales aseguró que Casellas Toro planificó el asesinato de su esposa, ocurrido el 14 de julio de 2012, y que previamente fingió un carjacking con el único propósito de reportar el hurto de unas armas, entre las cuales estaba el arma homicida.

Casellas Toro, quien enfrenta cargos por asesinato, violación a Ley de Armas, destrucción de evidencia y ofrecer una declaración falsa de un delito, había denunciado un supuesto intento de “carjacking” un mes antes del crimen.

Aseguró que recogió la escena, pero que dejó dos casquillos de bala y, aunque dispuso del arma, la Policía logró recuperarla.

Indicó también que en su afán por despistar a las autoridades el acusado dio una versión increíble de los hechos y acusó a un “negrito” de la muerte de su esposa.

El juicio continúa hoy.

El juicio contra Pablo Casellas Toro inició hoy en el Centro Judicial de Bayamón en la sala 706 que preside el juez José Ramírez Lluch.