El corredor de seguros Pablo J. Casellas Toro, cuya esposa, Carmen Paredes, fue asesinada en su residencia de Guaynabo el pasado sábado, es coleccionista de armas, y aunque aseguran que sabe manejarlas todas, su afición es el tiro con escopeta.

Una fuente relacionada con el negocio de las armas dijo a Primera Hora que, al menos una vez a la semana, Casellas Toro frecuentaba el exclusivo Club Metropolitano de Tiro, en Toa Baja, conocido entre los aficionados como el polígono de escopetas, donde solía practicar el skeet shoot o tiro al plato.

“Las personas que practican el tiro de escopetas, el que es skeet, normalmente suelen ser de clase media alta porque las escopetas suelen ser más caras”, dijo.

Explicó, además, que un aficionado al skeet shoot debe tener precisión y la destreza de poder dispararle a un objeto en movimiento, ya que la diferencia entre el tiro al plato y el tiro al blanco es, precisamente, que el tirador persigue un objeto que vuela en el aire a cierta velocidad.

Sin embargo, aunque la precisión es una de las destrezas primordiales de un tirador, contrario a un rifle o una pistola, la escopeta tira múltiples perdigones de un solo disparo. A eso le llaman spread, cuando de un solo cartucho se dispersan varios perdigones.

Club exclusivo

Trascendió que en este club, que describieron como “bien privado” por la escasa cantidad de socios que tiene y su alto costo de membresía, no se practica el tiro con rifle ni tampoco con pistolas porque el espacio que rodea el lugar es muy poco para el alcance que tienen las balas de este tipo de armas.

Este detalle pone en entredicho la versión que dio Casellas Toro sobre el carjacking que le intentaron realizar de camino al lugar el pasado 17 de junio (Día de los Padres) porque, además de que el lugar estuvo cerrado, ninguna de las armas que llevaba en su vehículo era una escopeta.

De la información que el ahora viudo de 48 años dio a la Policía para la radicación de una querella, se desprende que éste viajaba en su guagua Acura MDX negra del 2004 por el camino que conduce al Club Metropolitano de Tiro cuando tres individuos negros, enmascarados, de estatura mediana y todos vestidos con t-shirt y mahones, intentaron hacerle un carjacking. El trío no logró quitarle el vehículo pero le llevaron las dos armas que tenía en su interior: una pistola FN 5.7 color crema y un rifle negro, calibre 22, corto.

En ese incidente del carjacking, Casellas Toro recibió un impacto de bala con entrada y salida en su bícep derecho.

Casi un mes después de este suceso, su esposa Carmen Paredes apareció muerta en la terraza de la casa con múltiples impactos de bala. Aunque él alegó que no se encontraba en su residencia al momento de los hechos, en sus primeras declaraciones no descartó que ambos eventos estuvieran relacionados.

Una persona que se dedica a gestionar licencias de portación de armas explicó que una de las cualidades que se le exige es tener una reputación y un comportamiento intachables. Dijo, además, que los clubes de tiro suelen reservarse el derecho de admisión en caso de que algún socio presente problemas de alcoholismo, drogadicción o trastornos emocionales. Sin embargo, admitió que si el socio tiene “muchas influencias”, los dueños de estos establecimientos evalúan cuánto pueden perder con un socio VIP y les permiten continuar practicando su pasatiempo.

Por otro lado, ayer se expuso en capilla ardiente el cadáver de Paredes en una ceremonia estrictamente familiar. Mientras, las autoridades continúan buscando al responsable de su muerte y el Instituto de Ciencias Forenses (ICF) realiza las pruebas científicas de rigor.

Ayer, la directora del ICF, María Conte Miller, declinó comentar sobre la presencia en la escena del juez federal y padre del viudo, Salvador Casellas, quien entró y salió del lugar como si fuera parte del equipo de técnicos forenses. Ésta dijo no tener los elementos para opinar cómo su presencia pudo haber interferido en la investigación. No obstante, afirmó que “el estudio de una escena debe estar limitada a los investigadores”.

“El ICF trabaja la escena desde el punto de vista científico nosotros no somos una agencia de ley y orden. Nosotros no tenemos la capacidad de incluir o excluir a alguien del perímetro de la escena”, puntualizó.