Mensaje completo del gobernador Alejandro García Padilla
El mandatario habló sobre su plan de acción para enfrentar la situación fiscal de Puerto Rico.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 9 años.
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A raíz de la divulgación de un informe de la exdirectora del Fondo Monetario Internacional Anne O. Krueger y de que asegurara que la deuda de Puerto Rico "es impagable", el gobernador Alejandro García Padilla se dirigió hoy al País para hablar sobre su plan de acción ante la crisis.
A continuación, reproducimos el mensaje escrito:
Puertorriqueño y puertorriqueña.
Llego a tu hogar esta tarde para hablarte sobre la economía y la situación fiscal de Puerto Rico. Como sabes, la situación es en extremo difícil. Pero como siempre, y al igual que tú, sigo convencido de que Puerto Rico unido podrá superar cualquier crisis.
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Esta tarde, te quiero hablar sobre la realidad que enfrentamos y la hoja de ruta que nos permitirá, con mucho esfuerzo y sacrificio, restablecer el crecimiento para ti y para tus hijos. Para que tu trabajo no vaya únicamente a pagar la deuda asumida en el pasado, sino para que el país pueda prosperar, como siempre lo ha hecho, con el sudor de cada trabajador y trabajadora.
En el día de hoy, hicimos público un importante informe, realizado a solicitud de mi gobierno, por un grupo de economistas y expertos cuya reputación y experiencia en el manejo de situaciones similares a la nuestra son incuestionables. Es la primera vez que se hace este tipo de análisis abarcador de la situación fiscal a 10 años considerando la totalidad del gobierno y no solo el fondo general. Este tipo de análisis nunca se había hecho.
El informe nos enfrenta a una dura realidad. La deuda pública, considerando el nivel de actividad económica actual, es impagable. Pero además, el tamaño de esa deuda nos impide salir del ciclo de recesión y contracción. Ante esta situación, todos tenemos que asumir nuestra responsabilidad.
Escuchen esto bien claro: no se trata de política. Se trata de matemáticas.
El nivel de deuda hoy es esencialmente el mismo que hace dos años y medio. Heredamos una deuda de $70 mil millones y está prácticamente igual. Por eso nadie puede decir, en justicia, que se trata de préstamos asumidos por esta administración.
Aun así, cuando digo que todos tenemos que asumir nuestra responsabilidad, realmente quiero decir todos. En los pasados dos años, mi gobierno ha tomado las medidas, difíciles pero valientes, y siempre sin despedir empleados, que por muchos años otros gobiernos pospusieron. Eran medidas necesarias y el informe así lo reconoce. Pero éstas resultaron insuficientes ante la dimensión y persistencia de la crisis fiscal y económica que heredamos, y que todos los expertos reconocen como la más grande que ha enfrentado gobierno alguno desde la que enfrentó con éxito Luis Muñoz Marín.
El informe enfoca en nuestra realidad de forma mucho más precisa que cualquier otro estudio reciente. El informe delata que encontramos métodos anticuados de contabilidad, corporaciones públicas sin fuentes propias de ingresos, falta de controles fiscales, estadísticas no confiables, y otros factores, que conspiran, contra la buena voluntad de muchos servidores públicos, para producir la situación que tenemos ante nosotros.
En el pasado el Gobierno podía barrer los problemas debajo de la alfombra, dejando para después su solución y tomando más dinero prestado. Ahora, es momento de enfrentar nuestros problemas y atenderlos de una vez y por todas. La deuda heredada es tan grande que no nos permite acceso a los mercados financieros y nuestra economía no genera suficientes ingresos para repagar las obligaciones asumidas.
Según reza el propio informe, aún si prospectivamente aumentáramos contribuciones y recortáramos más los gastos, la magnitud del problema es tal, por el peso de la deuda que arrastramos, que nada resolveríamos.
Por otro lado, si continuáramos tomando prestado para cubrir los déficits de las agencias, las corporaciones y los sistemas de retiro, el informe revela que para el 2025 la deuda se habría duplicado. O sea, de poco más de $70 mil millones hoy, a más de $140 mil millones en solo diez años - cantidad que equivaldría a un préstamo de más de $40,000 por cada hombre, mujer, niño y niña en Puerto Rico.
De la única forma que saldremos de este atolladero es si nos unimos y estamos dispuestos todos - incluso los bonistas - a asumir algunos sacrificios compartidos hoy, para que mañana podamos compartir los beneficios de una economía en crecimiento. Sí, es hora de que también los que prestaron se unan a la mesa de los sacrificios, a la que nos sentamos ya nosotros, para luego participar también juntos, a la mesa, de los frutos de ese sacrificio.
Aun así, hay asuntos que quiero dejar bien claros. No estoy de acuerdo con todas las propuestas contenidas en el informe - no avalaré, por ejemplo, ver la educación como un gasto, en lugar de como una inversión, ni promoveré reducciones al salario mínimo para los trabajadores, entre otros. Además, defenderé los empleos como un objetivo principal en este proceso. Pero las conclusiones generales y la mayor parte del programa merecen la más seria consideración.
Puerto Rico necesita, y te propongo, un plan de reestructuración y desarrollo completo, comprensivo y abarcador, que atiende, no a corto, sino a largo plazo, y de forma definitiva, el inmenso problema que hoy enfrentamos. De no lograrlo, la alternativa sería el impago unilateral y no planificado de las obligaciones, con todas las consecuencias negativas que esto implica para cada uno de nosotros. Para que eso no suceda, debemos, actuar ahora.
El primer paso, y el más importante, será restablecer el crecimiento económico. Aunque serán necesarios más ajustes fiscales, queda claro que sin un crecimiento agresivo de la producción en Puerto Rico, nunca saldremos del ciclo vicioso de contracción, emigración, austeridad e impuestos. La agenda económica que implantamos desde el comienzo de mi gobierno, ha logrado avances en la creación de empleos, manufactura, agricultura, la industria aeroespacial, de servicios de salud, y de investigación y desarrollo, y así lo refleja la baja en el desempleo, pero, nuevamente, hace falta hacer más, hace falta hacer mucho más.
Para volver a generar riqueza, promoveré legislación localmente para hacer más competitivas nuestras leyes para atemperarlas a la realidad actual de forma que promuevan la creación de empleos y una mayor expansión de la empresa privada. Abogaré por una reforma del sistema de beneficencia social a nivel federal, que en conjunto creen las condiciones para que los patronos e inversionistas contraten más empleados, y para que trabajar en Puerto Rico deje más dinero que recibir asistencia pública.
El sector privado, y no el gobierno, tiene que ser el principal promotor de creación de empleos en Puerto Rico, por lo cual facilitaremos la inversión privada en construcción y en nuevos negocios, y levantaremos una nueva clase empresarial nativa.
Promoveremos más inversión estratégica que realmente le devuelva al país un rendimiento económico. Por cada dólar invertido en obra pública debemos generar un múltiplo adicional de actividad privada. Ese es el criterio correcto, no la conveniencia política.
Esto me lleva al segundo pilar del plan.
Dije que encaminar el crecimiento requeriría que todos asumamos algunos sacrificios. Y es que para poder invertir en nuestra economía, hoy creé por orden ejecutiva, el Grupo de Trabajo para la Recuperación Económica de Puerto Rico, liderado por el Ing. Víctor Suárez, la CPA Melba Acosta, el Lcdo. César Miranda y los Presidentes de Senado y Cámara, Eduardo Bhatia y Jaime Perelló, quienes iniciarán conversaciones para lograr, con transparencia y consenso, la reestructuración de la deuda pública. La meta será lograr una moratoria negociada con los bonistas para posponer por un número de años los pagos de la deuda, de forma tal que ese dinero se invierta aquí en Puerto Rico.
No estamos reestructurando la deuda en un vacío. Todas las medidas que tomamos en estos últimos dos años demuestran nuestra voluntad de pagar y, de no haberlas tomado, no estaríamos en posición hoy de reclamar la reestructuración. Hemos hecho todo lo que estaba en nuestro poder, pero, según demuestra el informe, el próximo paso tiene que ser lograr términos más favorables para el pago de nuestra deuda. Compartiendo el sacrificio con los acreedores, podremos salir adelante.
El fracaso de esta estrategia no le conviene a nadie. Puerto Rico no tiene la capacidad de continuar pagando conforme a los términos actuales. Eso no le conviene a quienes nos prestaron y no nos conviene a nosotros.
De nuestra parte, tenemos que cambiar de forma fundamental la operación del gobierno. Se trata de usar mejor los recursos del gobierno. Lo cual me lleva al tercer punto que te quiero presentar hoy. Para capitanear ese cambio, el Grupo de Trabajo también tendrá la tarea de preparar, en estrecha coordinación con el liderato legislativo, una agenda de responsabilidad fiscal a largo plazo dirigida a:
1. Establecer los parámetros para un plan de ajuste fiscal a cinco años;
2. Proponer reducciones adicionales en el gasto - incluyendo recortes en algunos servicios. De esta forma, insistiremos en evitar aumentos en las contribuciones;
3. Aumentar la captación de recaudos en función de una reestructuración operacional de Hacienda;
4. Promover alianzas con la empresa privada para la provisión de algunos servicios que hoy provee el sector público, como los exitosos modelos del puente Moscoso, el aeropuerto y el expreso de Arecibo;
5. Hacer cambios radicales en la forma en que se trabajan las finanzas del gobierno y las estadísticas sobre la economía, para proveer mayor transparencia y credibilidad;
6. Garantizarle al ciudadano la provisión de servicios esenciales y al pensionado un sustento digno, y;
7. Crear una Junta Fiscal que, fuera de líneas partidistas, garantizará continuidad y el cumplimiento con los compromisos que asumamos en este proceso de reestructuración. Esta Junta deberá descargar su responsabilidad de forma ininterrumpida y fuera de los ciclos electorales.
El Grupo de Trabajo tendrá hasta el 30 de agosto para desarrollar, en diálogo con una amplia representación de sectores interesados, el plan dirigido a estas reformas económicas y fiscales, de tal forma que el mismo pueda ser considerado y aprobado en la sesión legislativa que comienza a mediados de agosto.
Sé que no es fácil. Pero sé también que no tenemos otra alternativa y que estos sacrificios compartidos nos pondrán en el camino de la recuperación.
Los principios que dirigirán esta gestión son, primero, velar principalmente por los intereses tuyos y de tu familia; segundo, que estos sacrificios deben ser compartidos, y; tercero, que todas las partes deben ser tratadas de forma justa y equitativa bajo la ley.
El sacrificio debe ser compartido por los bonistas, que son co-partes en la responsabilidad de nuestra deuda. A los acreedores que de buena fe quieran cooperar, bienvenidos. Ahora bien, aquéllos que pretendan explotar esta situación, para sacarle provecho financiero o político, a costa de nuestro pueblo, les digo, que Puerto Rico estará unido frente a ellos.
Si no asumimos esta responsabilidad hoy, arriesgamos no tener a nuestra disposición las soluciones, o peor, perder el control sobre éstas, regalándole el poder de decidir a otros. Nosotros tenemos que dirigir, juntos, el destino de Puerto Rico.
Muchos países, ciudades y estados han enfrentado, o enfrentan hoy, situaciones como la nuestra o, incluso, peores. Puerto Rico no está hoy en una situación diferente de la que estaban Nueva York y Detroit, hace unos años. El éxito de Nueva York y Detroit estuvo en la unión de voluntades. Todos los sectores - las uniones, el gobierno, los bancos, los bonistas, los ciudadanos de a pie - compartieron los sacrificios, y hoy, comparten la prosperidad. La alternativa - inaceptable para Puerto Rico - es que todos sigamos compartiendo la crisis.
Este no es momento para recriminaciones. No es momento para que quienes cogieron prestado se quejen cuando se toman las medidas necesarias para atender la deuda. No es momento para que pensemos en las elecciones del año próximo. No es momento para el partidismo. Es momento para el patriotismo. Es momento de acción inmediata y de unidad.
No vamos a permitir que la pesada carga de la deuda heredada nos arrodille. No podemos permitir que nos obliguen a escoger entre pagarles a policías, maestros y enfermeras, o pagar la deuda. Otro camino es posible. Debemos actuar ahora, juntos. Todos tenemos que compartir la responsabilidad, y el sacrificio, para poder así compartir los beneficios de una economía puertorriqueña en crecimiento.
Es momento de que le reclamemos a Washington acción concertada, en una sola voz, ahora. Acción para que acaben de aprobar cambios al capítulo 9 y que Puerto Rico cuente con la misma protección que tienen otras jurisdicciones.
Acción para que el Medicare se dispense en Puerto Rico en igualdad de condiciones, tal como pagamos en igualdad de condiciones, para que tengamos herramientas que atraigan inversión manufacturera a Puerto Rico y para que se nos excluya de las leyes de cabotaje.
En algunos de estos temas, hemos visto consensos entre mi propio gobierno y mi liderato legislativo - el Presidente del Senado Eduardo Bhatia y el Presidente de la Cámara Jaime Perelló - con líderes de la oposición política. Es ese el ejemplo que debemos seguir para enfrentar esta crisis.
Es hora de que todos estemos del lado de los trabajadores, empresarios e inversionistas de aquí, y los que, aun no siendo de aquí, creen en Puerto Rico. Es hora de que demostremos nuestra capacidad de ponernos de acuerdo. Aprobar presupuestos y adelantar juntos soluciones a los problemas del país.
Es hora de que obliguemos al gobierno a un cambio profundo, que permita que el ciudadano, el trabajador y el que arriesga sus ahorros por empezar un negocio, puedan aportar al crecimiento del país. Es con ellos y ellas que lograremos crecer. Nos debemos a esos héroes, no a las instituciones de gobierno que nos han fallado.
Igual que los problemas no se crearon de la noche a la mañana, el cambio que te propongo no se dará de un día para otro. Será un cambio que tomará años, pero debemos comenzar a actuar ahora. En la medida en que logremos mejores términos para la deuda de Puerto Rico, tendremos las herramientas para el desarrollo. Las decisiones que tomemos hoy van a definir el mañana de nuestro país, y obligarán a futuros gobiernos a su cumplimiento.
Es por ello que quiero retomar la convocatoria que abrí en mi último Mensaje de Estado. Hemos agotado las alternativas que puede tomar solo un gobierno. Hace falta que todos pongamos de nuestra parte: los ciudadanos, los empresarios, los bonistas, los demás partidos y los gobiernos del futuro. Para que esto funcione, como ha funcionado en tantos otros lugares a través del mundo, hace falta, más que nunca, unidad de propósitos. Hace falta que pensemos en nuestra gente y en su futuro.
A partir de mañana, me verás en sesiones de trabajo con líderes de todos los partidos políticos, con líderes religiosos y de la sociedad civil, empresarios, sindicatos, organizaciones sin fines de lucro y personas destacadas de la sociedad civil. A todos les pediré sacrificio. Pero a todos les aseguro mi compromiso de que vengan de donde vengan, se escucharán las ideas, y cuando cumplan con el principio de un acuerdo justo para todas las partes envueltas, serán acogidas.
Estoy confiado de que tenemos en nosotros, aquí en nuestro país, la capacidad de unirnos y de prevalecer. Debemos superar las divisiones partidistas y las agendas particulares.
Estoy seguro que igual que Wilma y que yo, tú estás dispuesto a hacer sacrificios personales por tus hijos y nietos. Al fin y al cabo, todo esto de lo que te he hablado se trata de eso que haces individualmente por tus hijos, pero en su expresión colectiva, trabajando juntos, por los hijos de todos. Nuestros hijos son el Puerto Rico de mañana. En nuestras manos está decidir si seguimos como íbamos, endeudándoles, o si les saldamos las deudas y les dejamos en herencia un país de oportunidades.
Estos no son tiempos fáciles los que nos han tocado vivir. Pero, luchando unidos, contra cualquier enemigo, contra cualquier crisis, unido Puerto Rico vencerá.
Que Dios te bendiga y que Dios bendiga a Puerto Rico.