Uno de sus colores favoritos es el rosa, no soporta ir de tiendas, cree que la política es parecida a la farándula, tuvo complejo de fea y todavía le sirve el bikini que usó cuando posó para el Bombón de Así.

La senadora Evelyn Vázquez es una risueña mujer que no tiene reparos en hablar de sí misma. Aunque llegó tarde a la cita porque estaba con su estilista, no puso límites para conversar sobre sus cosas ni para posar en el hotel La Concha, lugar que escogió para el encuentro.

Ataviada con un juvenil vestido corto, la legisladora habló de sus frapés de fruta, de lo bien controlado que tiene su peso y de la posibilidad de considerar una propuesta de matrimonio.

¿Por qué no se ha vuelto a casar?

Porque este trabajo no lo permite (ríe). Siempre hay espacio en el corazón de una mujer para que sea consentida y tener, quizás, un hombro en quien recostarse y compartir sus preocupaciones y sus planes futuros. Yo creo que en este nuevo año me voy a dar una oportunidad.

¿Me está anunciando que se va a casar?

No, te estoy diciendo que me voy a dar la oportunidad de pensarlo, de ver.

¿Se lo han propuesto?

Sí, así que vamos a ver si en este 2011 me convence.

¿Qué dijo?

No he contestado.

Una pequeña sonrisa la delata. Parece obvio que la idea la entusiasma.

“Claro, a toda mujer le ilusiona que la persona que tú quieres piense en ti para envejecer juntos”, admitió sin mencionar el nombre de su galán y a pesar de que se le ha visto en múltiples ocasiones junto al asesor senatorial Peter Muller.

¿Está feliz?

Sí, muy bien. Muy contenta, completa y realizada.

Aunque no mencionó la edad, la senadora sí dijo que todavía puede tener hijos.

“No sé cuán ilusionada esté en ese momento si decido casarme. No sé si decida tener otro hijo”, declaró sobre una posibilidad que tendría que consultar con su hija adolescente, quien siempre le dijo que no quería tener hermanos.

Con una niñez y adolescencia rodeada de familiares militares, la ex empresaria adoptó la rigurosidad en varios aspectos de su vida, sobre todo lo relacionado con la administración de su casa.

“No salgo de mi hogar si mi cama no está tendida; hasta las toallas tienen que estar de una manera”, aseguró.

Esa disciplina aplica, también, a la hora de la comida.

“Ahora en la Legislatura, con este trabajo se me complica un poco pero, para que tengas una idea, en mi casa se cena a las cinco de la tarde; a las seis todo está fregado, guardado y limpio y el que no cenó tiene que cenar cereal”, expresó.

Con esa rigurosidad ha podido, además, mantener casi el mismo peso que cuando se graduó de escuela superior.

“Puedo tener un margen de que aumente unas cinco o seis libras, pero siempre estoy en un peso. Hace algún tiempo, quizás como dos años, me probé el vestido que yo usé el día que me gradué de cuarto año. Me quedaba más ajustado, pero me servía”, observó, orgullosa de algo que a tantas otras les resulta imposible.

¿Cómo se alimenta?

Me desayuno con frapés de frutas, eso ya me da una energía con los azúcares necesarios para el día. Trato de no consumir panes, te agota mucho y te da cansancio. Los azúcares que vienen de las frutas te dan energía sin tener que consumir calorías en exceso.

Los veranos que pasó en el Centro Médico de Mayagüez donde trabajaba su madre le permitieron a la ex reina de belleza aprender cómo cuidar de su cuerpo. “Estoy bien al día con todo lo que es una alimentación sana y te produce beneficio dentro de los mismos alimentos”, reiteró.

Lo que ya no hace y extraña mucho es hacer ejercicios en el gimnasio. “Antes de estar aquí entrenaba de ocho a once”, recordó sobre la época en que una de sus prioridades eran los concursos de belleza. De hecho, llegó a ganar tres.

“Ése fue un momento bien lindo en mi vida”, evocó sobre sus años en al ambiente farandulero, uno que se le parece bastante a la vida política. Por eso no lo extraña.

“Siempre hay una cámara cerca, siempre hay alguien que quiere tu papel protagónico, así que siempre hay alguien dispuesto a traicionarte, siempre hay alguien que te dice algo bonito y no es la realidad y siempre tienes que cuidarte y verte bien porque te le debes a un público y a una gente”, analizó convencida de que la política es lo más parecido al ambiente artístico.

Su esmero en arreglarse ha sido notado por personal del Capitolio y se ha visto obligada a rechazar solicitudes de enseñar a maquillar. “Me sonrío y les digo que no estoy aquí para enseñarle a nadie a maquillarse, pero les agradezco la deferencia y el cariño”, declaró quien se considera una maquillista profesional.

Con el blower no es buena. Por eso se arregla el pelo en el salón una o dos veces en semana. “Cuando me lo veas rizado, envuelto, que todo el mundo piensa que fui al salón de belleza a hacerme rolo, me lo arreglé yo, porque mi cabello tiene una vuelta muy bonita”, señaló sobre sí misma.

Aunque le gusta el lápiz labial rojo, lo usa exclusivamente en la noche. “Tengo una boca bastante pronunciada”, ilustró al señalar que se inclina por los tonos rosados para la boca y azules para los párpados.

Pero esa seguridad de cómo lucir no la tuvo siempre. De estudiante, incluso, tuvo complejo de fea. “Pienso que los nenes no me miraban tanto porque era delgada. No tenía gran busto y pienso que estaban pendientes a las nenas más grandes. Yo pensaba que era fea”, confesó.