Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 8 años.
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Hola, ¿cómo están? Soy yo, El Sabelotodo… y estoy de vuelta.
Quienes me conocen saben que yo lo sé todo; de ahí mi nombre. Y antes de que continúen el odioso refrán: “lo que no sabe, se lo inventa”, permítanme aclararles que no es así: lo que no sé, yo me fajo buscándolo hasta que lo encuentro. Así que si tienes alguna duda, pregúntame y aquí encontrarás la respuesta.
¿Por qué el ajo huele tan fuerte?
El olor tan penetrante del ajo proviene de la alicina, un compuesto derivado de la enzima alinasa, y el aminoácido alicina, cuando la primera cataliza el segundo.
En el diente de un ajo, las dos cosas están separadas, pero, cuando le das un tajo, interaccionan, lo que forma la alicina.
Esta sustancia no es otra cosa que una defensa contra los microorganismos, pues es tremendo bactericida y fungicida (combate hongos y bacterias). Pero la alicina es inestable, así que, cuando la comemos, genera muchos otros compuestos con azufre, otra sustancia que apesta. Esos compuestos entran a la corriente sanguínea gracias al sistema digestivo y viajan a los pulmones, desde donde son liberados por la respiración en forma de mal aliento.
Pero bien vale la pena aguantar el olor pues se ha encontrando que el ajo crudo tiene más virtudes medicinales que si se consume cocido. Y es que la benéfica alicina se destruye al cocinarlo y, de hecho, esta solo dura unos minutos después de cortar o machacar sus dientes, así que se debe ingerir rápidamente después de esto.
Mientras, el ajo cocido posee sus bondades, pues libera otros compuestos (adenosina y ajoeno) que poseen poderes anticoagulantes y ayudan a bajar los niveles de colesterol.
Eso era.
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