Cincuenta años después de que el hombre llegara a la Luna, ésta entusiasma de nuevo a la comunidad espacial, con la ambición de Estados Unidos y de China de volver a enviar astronautas y la multiplicación de proyectos con robots.

“La Luna es el único destino planetario que podemos ver con nuestros propios ojos y que no es solo un punto luminoso”, subraya David Parker, director de exploración de la Agencia Espacial Europea (ESA).

Se refiere al satélite como un “octavo continente de la Tierra”, aunque los terrestres no hayan puesto los pies allá desde 1972.

El progreso de la tecnología explica en parte que la Luna vuelva a estar de moda y que se preparen “misiones automáticas mucho menos caras”, según Jean-Yves Le Gall, director de la agencia espacial francesa CNES.

Pero también está la ambición de enviar misiones con astronautas, especialmente por parte de Estados Unidos y China.

Los estadounidenses “dicen que si los chinos van, ellos también deben ir”, afirma Le Gall.

Especialmente los republicanos quieren “seguir siendo los primeros”, según Xavier Pasco, director de la Fundación para la Investigación Estratégica en París.

La competencia es relativamente reciente. En 2003, China envió a su primer taikonauta (como le llaman a los astronautas) al espacio y meses después, el presidente George W. Bush prometió el regreso estadounidense a la Luna en torno a 2020.

Pero su sucesor Barack Obama puso fin al programa, bautizado Constellation, debido a los altos costos y retrasos. Prefirió concentrar los esfuerzos de la NASA en preparar el viaje del hombre a Marte en los años 2030.

Fines políticos

Con la elección de Donald Trump en noviembre de 2016, el entorno espacial presionó para retomar el plan de volver a la Luna.

“Para Trump, el ámbito espacial puede ser una demostración del poderío estadounidense. Sabe que puede utilizarlo para estimular a su electorado”, estima Pasco.

Así, en 2017 firmó una directiva para solicitar a la NASA que preparara el regreso del hombre a la Luna. En un primer momento la fecha se fijó en 2028, pero en marzo pasado la Casa Blanca aceleró el calendario para exigir a los astronautas concernidos, entre estos por primera vez una mujer, posarse en el satélite en 2024.

Mientras, China desarrolla metódicamente su programa espacial. En enero, consiguió hacer aterrizar la misión robótica Chang’e-4 en la cara oculta de la Luna.

Pekín prevé enviar una misión habitada a la Luna “dentro de una década”.