La semana pasada me topé con la desagradable noticia de que el senador Roberto Arango le había dicho “autista” al candidato a la Gobernación de los populares, Alejandro García Padilla. Quedé en shock, creí que ya se había superado bastante eso de estar hablando despectivamente de las condiciones de salud.

Cabe destacar, que Arango se retractó de sus expresiones y dijo que habían sido sacadas de contexto, pero permítame decirle que yo no le creo el cuento. Es lo mismo que cuando se le dice a alguien que es un bipolar, sin compasión alguna, sin saber que aquella persona que tiene una condición de bipolaridad sufre al igual que la gente que está a su alrededor.

Con mucho respeto, invito al senador Arango a educarse sobre el Autismo y de paso a legislar por el bien de todos los niños que tienen distintas condiciones de salud, en lugar de estar utilizando las mismas para referirse de forma despectiva a sus contrincantes políticos. Aclaro, el propósito de estas líneas es para defender únicamente a los niños con autismo.

Senador, créame que muchos en la Legislatura de este país tienen demasiado que aprender de las personas con autismo y de sus familias que a diario luchan por salir hacia delante e inclusive, buscando ayudas para poder costear algunos gastos, en un sistema burocrático en el que usted es uno de sus líderes.

El ser humano merece respeto, y me parece muy bajo que se hable despectivamente de condiciones de salud y más aún si es para politiquería.

Los niños se respetan con o sin autismo, ellos son sagrados.

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