Primero como un suspiro, luego como una brisa de lluvia que se fortalece en un remolino hasta ocuparlo todo, la voz de Joan Manuel Serrat llenó esta noche el Teatro de la Universidad de Puerto Rico. Esa voz singular, profunda y aterciopelada que invita a querer uno envolverse y acurrucarse en ella se paseó por los rincones del recinto que lo que acogió en su primera presentación en la Isla en 1969. Las notas que salieron de su garganta fueron butaca por butaca evocando los recuerdos de sus contemporáneos que junto con él imaginaron un mundo más justo, más sensible y mejor para aquellas décadas del 60 y del 70; inspirando también a los más jóvenes, los que lo conocimos a través del componente de la sala de nuestros padres después de un “nena, escucha esta canción; es Serrat”.

Esta noche, el cantautor catalán, a sus 71 años, regresó al Teatro, a la Universidad, a celebrar en Puerto Rico sus 50 años de carrera, y no solo lo llenó con su voz. El público copó la sala. Muchos, incluso, lo vieron de pie. Unos 1,725 boletos se vendieron para la velada.

El concierto que es también parte de la gira Antología desordenada inició con El carrusel del furo, De vez en cuando la vida y De cartón piedra.

“Es una satisfacción extraordinaria estar aquí en esta universidad por tercera vez, un lugar entrañable donde desde que llego, los recuerdos agolpan mis pensamientos y los devuelven a tiempos y a gentes que el calendario me había arrebatado”, dijo como saludo, seguido de un agradecimiento a los presentes por haber decidido “dedicar esta noche de sus vidas para compartirla con nosotros y la música. Espero que no se arrepientan”.

Sus palabras marcaron el ambiente para una travesía de su obra musical intercalado con chistes y recuerdos.

A propósito del aniversario, el artista comenzó a mencionar efemérides que al final descartó por el desconocimiento general. “No encontré nada mejor en Wikipedia que ofrecer, pero a mí tampoco me interesa”, contó para recibir una de las muchas ovaciones de la noche.

Lo que sí interesaba, dijo, era su debut en los escenarios hace 50 años.

“Hace 50 años que me dedico a divertirme, a llenar mi espíritu y mi vida con este maravilloso oficio de escribir canciones y de cantar”, celebró.

Entonó entonces Mi niñez, Hoy por ti, mañana por mí, y Tu nombre me sabe a hierba.

Serrat también se tomó un momento para hablar de la crisis migratoria en Europa por el desplazamiento de los sirios. Se refirió específicamente a los niños, a los sirios y a los otros que viven en la calle y que mueren cada día por enfermedades fácilmente tratables y prevenibles.

“Estas son las cosas que ocurren con los niños, esos a los que a veces orgullosamente llamamos el futuro. Los niños, el mundo y nosotros, un mundo donde la mayor parte de los niños son pobres y donde la mayor parte de los pobres son niños”, lamentó para agarrar la guitarra y entonar Niño silvestre.

Su identidad catalana lució sobre el escenario con Cancon de bressol y Ara que tinc vint anys.

Aprovechó, además, para recordar a Juan Antonio Corretjer, a quien dijo conoció en el porche del mismo teatro donde hoy lo evocaba entonando el poema que Roy Brown hizo canción En la vida todo es ir.

“Me vino el impulso de no renunciar a ella (a esta canción) cuando caminaba por este remozado porche de al lado y recordé clarísimamente la figura del maestro, nuestras charlas, porque fue aquí donde nos conocimos e iniciamos, el tiempo que nos dejó la vida, una amistad magnífica”.

La voz y la energía de Serrat no es la misma de antes. Después de todo, son 50 años los que lleva cantando. En dos ocasiones tuvo que detener sus interpretaciones ahogado por la tos y luego regresar al micrófono avivado por los vítores del público. Pero la admiración por el cantautor es inmensa. Más de una vez, los espectadores lo aplaudieron de pie. Y cuando hizo el primer aguaje de despedida, luego de cantar la que es probablemente su canción más famosa, Mediterráneo, seguida de Romance de curro el palmo y Hoy puede ser un gran día, lo reclamaron insistentemente.

Cantó entonces Lucía y Esas pequeñas cosas para decir adiós de nuevo, y de nuevo le pidieron que volviera. Esta vez, el artista les recordó que todo tiene un final, que es bueno que así sea para que se valoren las cosas. “Es comoquiera un buen momento para dar las gracias y decirles que ha sido un placer. Gracias y hasta siempre”, se despidió en verdad, y regaló unas últimas dos canciones, el poema de Antonio Machado Caminante no hay camino y Fiesta.

Serrat estuvo acompañado por sus músicos David Palau, Ray Ferré, Vicente Climent, Josep Mas y Ricard Miralles.

Este concierto se realizó en beneficio de Radio Universidad de Puerto Rico, en la celebración de sus 35 años, para el proceso de adquirir un nuevo transmisor para WRUO, la emisora en el área oeste, que permitirá fortalecer su señal y área de cobertura.

Repertorio:

El carrusel del furo

De vez en cuando la vida

De cartón piedra.

Mi niñez          

Hoy por ti, mañana por mí

Tu nombre me sabe a hierba.

Niño silvestre

Algo personal

Cancon de bressol

Ara que tinc vint anys

Pueblo Blanco

Disculpe el señor

En la vida todo es ir

Para la libertad

No hago otra cosa que pensar en ti

Mediterráneo

Romance de curro el palmo

Hoy puede ser un gran día

Lucía

Esas pequeñas cosas

Caminante no hay camino

Fiesta