Tenía dos opciones: botar al zafacón los más de 500 documentos que había acumulado o ceder al llamado de la sangre. Bueno, la sangre ya lo había llamado cuando, en 1977, su madre adoptiva, Jackeline Kane, “fue asesinada” en el país a donde se lo había llevado a vivir, Puerto Rico.

A partir de ese momento, Charles J. Kane se inmergió en una investigación que, por más de 30 años, lo retornó a su país de origen, Bélgica, en el marco de la Segunda Guerra Mundial, cuando la persecución a los judíos como él y sus padres era mucho más explícita que “la que sigue existiendo hoy, incluso en Puerto Rico y Estados Unidos”.

El resultado de esa búsqueda es el libro Asesinato en la casa de los diamantes (Publicaciones Puertorriqueñas), piedra preciosa a cuya distribución se dedicaba Jackeline.

“Éste es un libro que cuenta de la A a la Z el asesinato de cuatro joyeros en Puerto Rico, que eran judíos; y cuenta quiénes son los responsables”, indica Charles J. Kane sobre el texto que recurre a la ironía y las metáforas visuales en un afán de describir cada detalle del suceso y sus consecuencias.

Para Kane, la aportación del tomo a la historia de Puerto Rico va más allá del acervo de datos difíciles de conseguir que pone a la disposición del público.

“El que lea este libro tiene que haber entendido la Segunda Guerra Mundial, pero también se dará cuenta de que la persecución es algo actual. En esa época, Alemania persiguió a los judíos, a los gitanos, a los homosexuales, a los católicos. Pero hoy, en Puerto Rico, también se persigue a algunos de esos grupos”, arguye al hacer referencia a los crímenes de odio, “tapados” o “atendidos con negligencia” por las autoridades.

Una de éstas es la Policía de Puerto Rico. “Ésos son peores que los comunistas, porque usted no los ve en lo que hacen. La Policía está penetrada como una quinta columna. Hay gente en ella que en realidad está trabajando para los de allá”, sentencia aludiendo al Gobierno federal.

Con los documentos en mano como prueba de su testimonio, Kane cuenta que escribió varias veces a altos oficiales del FBI en Puerto Rico y Estados Unidos, sin recibir respuestas satisfactorias. Hace dos meses, se reabrió el caso del asesinato de su madre, pero esa agencia todavía “no quiere revelar datos que faltan, porque parece que están protegiendo a alguien”.

Lo positivo es que Kane pudo trazar su árbol genealógico biológico y hallar a dos hermanas que lo habían estado buscando. Curiosamente, durante 33 años fue oficial de inmigración, posición desde la que adquirió experiencia descifrando documentos y otras minucias detectivescas.

“A mí no me interesa la publicidad; me interesa que se acabe la persecución a la gente, que se destapen las trampas todavía escondidas. Hay que combatirlas, hay que denunciarlas”, alerta.