En tiempos cuando Hollywood parece estar sacando precuelas mensualmente, The Croods muy bien podría funcionar como una de la familia más famosa de la era prehistórica: los Picapiedra, solo que muchos años antes de que descubriesen que la trompa de un mamut podía  servir de ducha.

La divertida cinta animada reúne el talento de Dreamworks Animation Studio junto a las voces de Emma Stone, Nicolas Cage, Ryan Reynolds y Catherine Keener para llevarnos a los tiempos de los cavernícolas, cuando los humanos no estaban al tope de la cadena alimentaria.

Los Croods viven en una cueva  para protegerse de las criaturas salvajes que podrían usarlos de cena. La hija adolescente de la familia, “Eep” (Stone), se encuentra en esa etapa desafiante y aventurera en la que quiere devorar al mundo, solo que aquí el mundo se pude devorar a cualquiera. Un noche, "Eep" ignora las instrucciones de su padre, “Grug” (Cage), sale de la cueva y se topa con “Guy” (Reynolds), un joven que ha descubierto el fuego. Una serie de sucesos culmina con la destrucción de la cueva, lo que obliga a los Croods a descubrir el mundo mientras “Grug” y “Guy” luchan por ser el macho alfa del grupo. 

Para prueba de lo adelantada que está la animación actualmente, basta con fijarse detenidamente en las ricas texturas que se aprecian a lo largo de The Croods. Los personajes no son los más lindos que se han visto (no es su culpa, son cavernícolas) pero el nivel de detalle en sus rostros y ropa es impresionante. Lo mismo se puede decir de la naturaleza e incluso una secuencia de acción cuya calidad es tal que parece foto realista.

El guión de Kirk De Micco y Chris Sanders -quienes también dirigen el filme- está cargado de buen humor y, por supuesto, valores familiares que se trabajan adecuadamente dentro del conflicto que se establece entre los personajes. Pero más allá de las enseñanzas típicas de estos estrenos familiares, su propósito primordial es entretener, y The Croods consigue hacerlo amenamente.