Mr. Peabody & Sherman
La agradable cinta familiar cumple con los requerimientos para satisfacer a los espectadores de todas las edades.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 10 años.
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De entrada no esperaba divertirme tanto con Mr. Peabody & Sherman. A simple vista parecía una de esas películas infantiles que los padres llevamos a nuestros hijos a ver porque los amamos mucho y aguantaríamos cualquier tortura por ellos, pero -aun viéndola doblada al español- tengo que admitir que es de lo más deleitable.
Los personajes principales -“Mr. Peabody”, un perro ultra inteligente, y “Sherman”, el niño igual de sabio que este adopta- son sacados de los viejos dibujos animados de Rocky & Bullwinkle. En su debut cinematográfico, el dúo de mentes brillantes se ve obligado a realizar un viaje a través del tiempo cuando una amiga del niño lo convence de que le enseñe cómo funciona la máquina que les permite trasladarse al pasado. Ambos deben rescatarla y traerla de vuelta al presente para impedir que una trabajadora social le quite a “Peabody” la custodia de “Sherman”.
En su travesía el trío se topa con el rey Tutanchamun, Leonardo da Vinci, María Antonieta, el caballo de Troya y otros personajes históricos que proveen su propia variedad de comedia a través del ingenioso guión de Craig Wright, un veterano de la televisión que deja una buena impresión en su incursión en el cine. Su humor es mayormente astuto y sano, aunque peca de incurrir en uno que otro chiste escatológico que no eran necesarios.
La animación computarizada no es la mejor que hayamos visto -no goza del refinamiento que estamos acostumbrados a esperar de las producciones de Disney o Pixar- pero funciona como una versión actualizada de las antiguas caricaturas. Varias secuencias de acción mantienen la trama moviéndose ágilmente cuando los chistes se toman un descanso y los 92 minutos de duración se van en un abrir y cerrar de ojos.
El guión contiene la típica moraleja familiar que se puede esperar en este tipo de filme infantil sin recurrir a sermonear al espectador. El desarrollo de la relación paterno-filial se expone con delicadeza y al final se ganas las emociones que busca sacar del público. No es el tipo de película se que adueña de nuestros corazones y recordamos con mucho cariño, pero como entretenimiento familiar cumple con los requerimientos para satisfacer a todas las edades.