Tras diecisiete largos años de espera -luego de aquel diluvio bíblico que cayó una noche de abril de 1993 sobre el estadio HiramdBithorn- el 14 de marzo de 2010 este servidor y otros residentes de Puerto Rico tuvimos la oportunidad de ver a la agrupación Metallica tocar en el Coliseo de Puerto Rico. Si usted es como yo, y solo la ha visto una vez en vivo, luego de presenciar el filme Metallica: Through the Never sentirá que han sido dos. 

Digo presenciar porque la película-concierto del director Nimród Antal coloca al espectador lo más cercano posible a la más reciente gira de la legendaria banda de metal para que sea testigo de un apoteósico espectáculo que aprovecha al máximo las virtudes del cine. Este no es un filme para ver en silencio, quietecito en la butaca de la sala, sino un evento que invita a -por lo menos- ponerse de pie, agitar la cabeza y cantar a toda voz las canciones que han hecho de Metallica uno de los mejores actos a nivel mundial.


De hecho, Through the Never marcaría la única ocasión que estaría permitido encender las fastidiosas pantallas de los celulares dentro de la oscuridad de la sala durante la interpretación de la balada Nothing Else Matters, uno de los 15 éxitos de la agrupación que componen el setlist de la presentación que no pienso detallar aquí pues sería tan reprensible como revelar detalles de la trama. Basta con que sepa que es una muy buena selección de una discografía que abarca 30 años.

Hablando de trama, la película cuenta con algo que se asemeja a una. Antal, junto a los cuatro integrantes de Metallica –James Hetfield, Lars Ulrich, Kick Hammett y Robert Trujillo-, comparten el crédito de guionistas a través de un libreto que persigue hilvanar una ligera historia entre tema y tema. La misma es protagonizada por Dane DeHaan (Chronicle) como uno de los “roadies” que es asignado a buscar un bulto que se quedó varado en un camión sin gasolina y que la banda necesita. La encomienda, sin embargo, no será fácil cuando la civilización comienza a derrumbarse precipitadamente a su alrededor.

Estas secuencias post apocalípticas –que encajarían perfectamente en un vídeo musical- solo sirven de pretexto para complementar la atmósfera que Antal y la banda quieren crear en torno al concierto, el cual se distingue por su aire caótico, con la tarima transformándose en cada canción para resaltar algún motivo en esta. La verdadera carne de la producción se halla en los números musicales en los que Metallica demuestra que el paso de los años no ha tenido efecto alguno en su energía, transmitiéndosela a un público ensordecedor que contagia a su vez a quienes estamos en el cine.

Metallica: Through the Never fue filmada en tres dimensiones, técnica acerca de la cual no puedo emitir ningún juicio pues no la vi de esa manera, pero las reseñan que han publicado en Estados Unidos tras su debut en el Festival de Cine Internacional de Toronto coinciden en que el 3D contribuye contundentemente a la experiencia. Esta versión de la película se proyectará exclusivamente en una sala de los cines de Plaza Las Américas y, si usted es fanático de Metallica, de más está decir que no se lo debe perder. Nos vemos ahí.