Hermosamente animada, expansiva en sus horizontes tanto narrativos como dramáticos, y con más agallas que la cinta familiar común, How to Train Your Dragon 2 es muestra de lo que toda franquicia cinematográfica debe aspirar a ser. El director y guionista Dean DeBlois regresa a este fantástico universo cohabitado por vikingos y dragones reacio a simplemente calcar por encima del patrón de la entretenidísima película original, optando por la vía difícil, la que quizá da más trabajo pero rinde mejores frutos, examinando cuidadosamente la virtudes del material y elevándolas a nuevos niveles.

Entre todos los grandes aciertos de esta excelente producción de Dreamworks Animation –la mejor en sus 16 años de historia-, hay dos que sobresalen. Uno no lo puedo destacar detalladamente, pero digamos que el guión de DeBlois toma una crucial y arriesgada decisión que aumenta exponencialmente la inversión emocional del espectador con la trama, confiando plenamente en la capacidad de este –sin importar su edad- para asimilar las consecuencias de lo que está viendo. El otro es uno más evidente pero no menos asombroso, ya que es algo que muy rara vez ocurre en las secuelas, particularmente en las animadas: los personajes crecen, no solo interna sino físicamente.

Lo usual es que los protagonistas regresen para una nueva aventura inmunes al paso del tiempo, más aún si son niños o adolescentes. DeBlois rompe con este cansado modelo al tomar a “Hiccup”, el joven héroe del filme anterior –cuya voz vuelve a ser provista por Jay Baruchel-, y llevarlo a la temprana adultez de los 20 años. Nos reencontramos con el valiente domador de dragones no dos o tres días tras verlo por última vez, sino unos siete años después, convertido casi en un hombre, permitiéndole al cineasta exponer el proceso de maduración que ha atravesado el personaje y cómo este influye en las difíciles decisiones que ahora debe tomar de cara a un reto mayor al que jamás haya enfrentado.


Así como “Hiccup” crece como persona, lo mismo ocurre con el mundo que lo rodea. Tras descubrir la estrecha relación que puede darse entre los humanos y los dragones, los habitantes de la isla de Berk ya no conocen otro modo de existir que no sea como aliados de estas fieras, formando una parte esencial de su día a día. “Hiccup”, sin embargo, está más enfocado en conocer su entorno, en ir más allá del horizonte volando encima de su inseparable compañero “Toothless”. Sus viajes lo llevan a encontrar otra población de humanos obligada a cazar dragones para suplir el ejército de “Drago Bloodfist”, un temible guerrero obsesionado con dominar a la especie.

Hay una gran sorpresa justo en el medio de la cinta –una que los tráilers han visto necesaria revelar por puro capricho- que involucra al personaje interpretado vocalmente por Cate Blanchett, el cual goza de un llamativo diseño ataviado por una túnica y máscara tribal que la hacen saltar a la vista. La relación que se forja entre ella y “Hiccup” es la fuerza motora detrás de la historia, es de donde emanan todas las emociones que cautivan al público y que se extienden hacia los otros protagonistas que se ven llamados a defender su forma de vida a toda costa.


Artísticamente hablando, la producción es un deleite visual que hace fantástico uso de la supervisión del renombrado cinematógrafo Roger Deakins para conseguir asombrosas imágenes mediante dibujos animados. DeBlois aprovecha su talento para dirigir espectaculares secuencias de acción que transmiten el sentido de estar volando con los dragones, o en caídas libres junto a “Hiccup” -quien ahora viene armado de sus propias invenciones para desafiar la gravedad-, mientras la efectiva banda sonora de John Powell amplía la escala a través de poderosos arreglos corales.

Si de algo peca el largometraje de es carecer de un buen villano. Las motivaciones de “Drago” (Djimon Hounsou) son bastante trilladas y de todos los personajes principales es el más necesitado de mayor desarrollo. Al menos su diseño es lo suficientemente intimidante como para representar una amenaza. El diseño de todos los personajes, en general –dragones y humanos- está muy bien logrado. Las coloridas bestias se distinguen entre sí a través de sus habilidades, tamaños y rasgos físicos, facilitando su identificación en medio de la acción, mientras que “Hiccup” y el resto de sus amigos exhiben su madurez en sus rostros.

El corazón de How to Train Your Dragon 2 yace una vez más en sus personajes, en el respetuoso vínculo entre los humanos y los dragones, así como entre “Hiccup” y su padre (Gerard Butler), quien le pide que tome su lugar como líder de la aldea. DeBlois no teme elevar lo que está en juego, cargando a sus personajes con nuevas responsabilidades sin perder de mente el público al que la película va principalmente dirigida, uno que es más inteligente de lo que a veces se le da crédito y es capaz de comprender las cosas mejor que los propios adultos que los acompañan.