TORONTO. - El guatemalteco Jorge Vega tocó el martes la gloria, no sin antes haber conocido la miseria.

En la final del evento de piso en la gimnasia artística, este joven atleta sorprendió al obtener la medalla de oro en su primera aparición en unos Juegos Panamericanos.

Con 20 años (hoy mismo los cumple), estatura de 4’8” y peso de 108 libras, Jorge se robó la atención de todo el público en el Coliseo de Toronto al comenzar a saltar y festejar, tras conocer la puntuación final de los jueces.

Abrazó efusivamente a su entrenador y luego se arrodilló en un acto de agradecimiento a Dios, mientras su imagen era proyectada por las pantallas en el auditorio y los canadienses le aplaudían por la gesta.

Él fue el último en ejecutar en el evento y obtuvo una puntuación de 15.150, superando a los estadounidenses Donnell Whittenburgh y Samuel Mikulak, el primero con experiencia en un Mundial y el segundo en las Olimpiadas de Londres.

El ‘David’ parecía vencer a los ‘Goliat’.

Y el festejo no era para menos. Jorge le acababa de dar la primera presea dorada a su país en la historia de la gimnasia en unos Panamericanos. También era el primer oro de Guatemala en estos Juegos. Históricamente, este país  centroamericano se ha caracterizado por sus atletas en las disciplinas de marcha y maratones.

Tras escuchar el himno nacional, Jorge atendió a la prensa y habló de la hazaña. “Esperaba ganarme un Pachi”, dijo en referencia al peluche (mascota oficial) que se le entrega a los medallistas, “pero nunca imaginé que fuera con la medalla de oro. Me siento muy feliz. Soy el primer medallista en la gimnasia y eso es historia. Siento mucho orgullo de representar a Guatemala. No me averguenzo de Guatemala”.

En las entrevistas, Jorge mencionó en varias ocasiones los obstáculos que enfrentó en la infancia antes de llegar a este momento. “Viví muchos momentos duros. Fueron experiencias que me ayudaron a crecer y confiar en mí”.

Y ciertamente tuvo una niñez difícil.

Jorge es natural de la ciudad de Antigua Guatemala. Su mamá lo crió junto a otros cinco hermanos. Nunca conoció a su papá. “Él se fue cuando yo era pequeño. No tengo idea de por qué se fue”, dijo a este medio.

Su mama salía a la calle a vender tortillas y otras cosas para mantener a sus hijos, según contó el periodista y amigo de la familia, Ricardo López. El dinero apenas daba para llevar la comida del día. “Vivían un día a la vez”, dijo López al recordar la ocasión que Jorge y su progenitora fueron desalojados de una residencia alquilada por la falta de pagos.

“Los sacaron de donde dormían, porque no pagaban. No les daba el dinero. Un día un amigo de Jorge le ofrece posada y él se va junto a su familia”, relató el presidente de la Asociación de Cronistas de ese país. “Hubo un tiempo que vivieron en extrema pobreza y él hasta intentó trabajar en un circo desde chico. Le gustaba eso de hacer acrobacia”.

Jorge se enamoró de la gimnasia a como a los 10 años al conocer la Asociación de Gimnasia de su pueblo. “Me la pasaba en la calle brincando. Un día entré al gimnasio y me gustó”.

Fue así que comenzó a desarrollar su talento. Y con el pasar del tiempo, Jorge mostraba más interés por el deporte. A los 12 años tomó la decisión de viajar cuatro veces a la semana a la capital para entrenar en la Federación. Quería ser un mejor gimnasta. Viajaba solo en un autobús. El viaje era de una hora y su mamá se sacrificaba para apoyarlo. “Mensualmente gastaba $30 en viajes y mi mamá se ganaba como $100”, precisó.

A los 14 años, la Federación le puso la mirada a Jorge y le ofreció un cuarto en el albergue del organismo para que le dedicara mayor tiempo a este deporte. Jorge aceptó y se trasladó a la capital para perseguir su sueño. Era el único que vivía en un albergue frío y solitario, según informan los medios de Guatemala.

Hace dos años, llegó el momento cumbre en la carrera de Jorge. En unos juegos regionales en Costa Rica alcanzó seis medallas –dos de oro y cuatro plata- abriendo los ojos del Comité Olímpico. Fue entonces cuando recibió su primera beca como atleta de alto rendimiento, devengando entre $300 y $400 al mes.

El pasado año fue otro importante para él: debutó en un Campeonato Mundial; alcanzó la clasificación a los Panamericanos en una competencia en Toronto; a la vez que sumó una medalla de oro y otra de bronce en los Juegos Centroamericanos y del Caribe en Veracruz.

Su buen desempeño le mereció un aumento signficativo en la beca. Jorge ahora devenga $2,000 mensuales, según López. Y el joven tiene claro para qué utilizará el dinero. Él no olvida sus raíces y entiende que es el momento de darle una mejor calidad de vida a sus seres queridos.

“Quiero darle una mejor vida a mi familia. Valió la pena todo el sacrificio de mi familia que siempre estuvo apoyándome. Le doy las gracias a Dios por la oportunidad que me brinda de poder ayudar a mi familia. La gimnasia, ahora mismo, lo es todo para mí”, dijo Jorge al dibujarse una enorme sonrisa en su rostro.

Jorge vive su momento de gloria y lo mejor de todo es que parece hacerlo con los pies en la tierra.

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