En ascenso otro Randy Ruiz
Mostrando una inusual pasión por el béisbol, R.J. Ruiz, hijo del toletero de Caguas, Randy Ruiz, practica y entrena como un criollo más.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 7 años.
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El pequeño R.J. sale corriendo del clubhouse de los Criollos de Caguas y comienza a estirarse sobre el terreno de juego como si fuera un pelotero activo en la serie final de la Liga de Béisbol Profesional Roberto Clemente.
Cinco minutos más tarde, le tira la bola uno de los trainers del equipo. Se detiene, le pide a su compañero que se eche para atrás y continúa su proceso de calentar su brazo.
Randy Joseph Ruiz, hijo del veterano bateador designado Randy Ruiz, uno más de los jugadores de los Criollos y no ha pasado de los 10 años. Al menos, durante la práctica.
“Lo hago porque es divertido”, dijo Ruiz, quien le gusta que todos le llamen R.J.
En medio del calentamiento de su brazo derecho, R.J. vuelve a detenerse. Se quita la gorra, seca con su antebrazo el sudor de su frente y vuelve a ponérsela.
Se toma un tiempo, respira profundo y comienza su mecánica de lanzamiento. Tira la bola con toda su fuerza.
Posteriormente, se ubica en el jardín central para atrapar los elevados de los tres grupos de jugadores que batearán en la jaula de bateo. Esa es la parte más dura de su día en el estadio.
“Cuando estoy allá pienso en lo duro que es hacer las atrapadas. Algunas veces la bola viene en dirección sobre mi cabeza y me tengo que estirar al máximo para atraparlas. Estoy trabajando con mis movimientos. Mi meta es poder moverme hacia más rápido para atraparlas. Mi motivación principal es divertirme ”, explicó R.J.
El rostro de Ruiz se ilumina cada vez que ve a su vástago ejecutar sus movimientos en la práctica.
“Él estaba en el parque de los Indios de Mayagüez a los tres meses. Él ha vivido en los parques. Anda conmigo para todos lados, todos los años. En la liga de invierno siempre está conmigo”, explicó Ruiz.
Cuando se acaba la liga invernal, R.J. regresa a Orlando, Florida, y allí juega con niños de su edad en un equipo que tiene tres y cuatro prácticas a la semana.
De allí, la precisión y rapidez de algunos de sus movimientos a la defensa.
“Él ama la pelota. Habla de béisbol todo el día y, cuando no está jugando, está viendo vídeos de los juegos en YouTube. Cuando yo vi eso, dije: ‘hay algo bueno aquí’. Yo no lo empujé para jugar, él me demostró que quería jugar y tiene el amor para el juego”, aseguró Ruiz.