Repite conmigo:

Toa Alta, Toa Baja

Vega Alta, Vega Baja

Trujillo Alto…

¿Ajá?

¿Qué le pasó a Trujillo Bajo?

¿Existe?  No.

¿Existió?  Sí.

¿A dónde fue a parar?  Sigue leyendo…

Para entender la historia de Trujillo Bajo hay que conocer de ‘toponimia’, el estudio del origen y significado de los nombres propios de los lugares. 

Por ejemplo, ¿sabías que ‘Puerto Rico’ era el nombre original de nuestra capital y que ‘San Juan Bautista’ era el nombre de la isla completa?  No fue hasta principios del siglo XVI que, por error, se intercambiaron los nombres.  En sus orígenes se le llamaba Puerto Rico a la capital debido a su extraordinaria bahía que la convertía, literalmente, en un puerto rico.  

Por otro lado, 36 de los 78 municipios de la isla tienen origen taíno.  ¡Casi la mitad!  16 de ellos honran la memoria de algún cacique, como Bayamón, Caguas, Mayagüez, Coamo y Luquillo, y hasta una cacica: Loíza.  De los restantes municipios, muchos provienen del apellido de algún terrateniente español, que en su momento había sido dueño de esas tierras.  Por ejemplo, Rincón viene de don González de Rincón, Cataño de don Hernando de Cataño, Lares de don Amador Lariz, y así muchos otros. 

Por su parte, el municipio de Santa Isabel le debe su nombre a la princesa Isabel de Hungría, quien decidió en la Edad Media abandonar su destino de reina para dedicarse a cuidar leprosos. Por último, el pueblo de Adjuntas viene de la frase “las tierras adjuntas a Coamo”, su comarca original.  Recordemos que para el siglo XIX, Coamo era un territorio que abarcaba lo que hoy son otros municipios, como Barranquitas, Orocovis, Aibonito, Santa Isabel, Salinas y Adjuntas. 

Bueno, hablemos ahora de Trujillo Bajo. 

Resulta que en el siglo XVII existió en Puerto Rico un terrateniente llamado Alonso Pizarro Harmona, oriundo del pueblo de Trujillo en Extremadura, España. Se dice que don Alonso fue dueño de un vasto territorio que comprendía lo que hoy se conoce como Trujillo Alto y, más hacia el sur, lo que en un momento dado fue Trujillo Bajo, hoy parte de Carolina.   

En el 1801 se funda un pueblo en la zona alta, y los residentes deciden llamarlo Santa Cruz de Trujillo, en honor a don Alonso. Unos años después, en el 1817, otro grupo de personas creó un nuevo pueblo en la parte sur del territorio, el cual decidieron llamar San Miguel de Trujillo Bajo, para diferenciarlo del otro Trujillo que quedaba más arriba en los montes.  Como resultado, Santa Cruz de Trujillo pasó a llamarse Trujillo Alto.

En el 1857 se funda, en un barrio en el noreste de Trujillo Bajo, un nuevo municipio llamado San Fernando de la Carolina (el nombre de Carolina proviene de la hija de uno de los terratenientes de esas tierras: doña Carolina Martínez de Andino).  La situación económica de Trujillo Bajo en aquel entonces era muy precaria, y las crecidas del Río Cariabón, hoy conocido como el Río Grande de Loíza, causaban inconvenientes serios para el comercio y la comunicación del pueblo con la capital de San Juan.  Así pues, en el 1873, Trujillo Bajo se declaró en quiebra y sus tierras y barrios pasaron a formar parte del municipio de Carolina. 

Hoy día no queda mucho de Trujillo Bajo… solo el nombre en un viejo cementerio en el que posiblemente descansen los restos de algunos residentes de aquel desaparecido pueblo.

Conocer nuestros topónimos nos ayuda a enamorarnos más de nuestra historia y cultura. Hay mucho que descubrir detrás del origen de las palabras y de los nombres propios.