Bendito, la representante de Cataluña en el concurso Miss Universe España ha metido la pata de forma tal que se ha deslizado por el túnel del sistema viral de informaciones en la web con la misma velocidad que lo hacíamos nosotros por las chorreras de la desaparecida Plaza Acuática. Culitrinca y nerviosilla, como es lo normal al momento de la pregunta final, Laura Duval - guapísima, por cierto - no escuchó bien y mucho menos entendió una de las palabras de la temible pregunta y ni corta ni perezosa - porque ni pa’l cará se iba a echar pa’ tras - ofreció una respuesta que no tenía ni pies ni cabeza y que le ha ganado visibilidad en la inmediatez de las redes, que pueden ser muy crueles.

Les sigo contando. A la concursante le preguntaron sobre el descenso de la natalidad en España, o sea, que no somos los únicos en el planeta que ya no producimos tantos bebés. Natalidad: “número proporcional de nacimientos en población y tiempo determinados”, define el diccionario. Vestida de gala y preciosa, en un modelito azul añil con lentejuelas plateadas y supongo que, por dentro, comida por los nervios, Laura entendió notabilidad en vez de natalidad. Notabilidad: “cualidad de notable”. Y pa’ qué fue eso. La pobrecita espepitó un disparate en el que sentenciaba que a la sociedad española le impacta la notabilidad, que les hace sufrir, que tienen que luchar, pero que a la misma vez es algo que les puede contribuir como planeta. ¡Santa Cachucha! Yo ella hubiera recogido la coleta del vestido, con todo y lentejuelas, y me habría regresado corriendo a la casa para tirarme sobre la cama, a cámara lenta, a llorar como desquiciada.

Pero bueno, cosas que pasan, y Miss Cataluña no es la única que por no escuchar - en su caso seguro que por la ansiedad lógica del momento - entiende lo que no es por lo que es. Mire usted que acá en PeErre - usando el lenguaje reguetonero - pasa lo mismo. El pueblo habla y el gobierno entiende otra cosa, o lo peor, no entiende ni tres pepinos angolos.

Quien entiende a la perfección, está clarísima y lo ha demostrado en estos días es la cantautora Kany García, quien comprendió lo engorroso y tedioso del proceso de inscripción y, rauda y veloz, apareció para suplirle alimento y agua a quienes esperaban el trámite de su tarjeta. Bravo por ella, ¡bravísima mujer!, que sabe que en ese jelengue suenan las tripas, que el hambre es enemiga de la espera y ocasiona que la gente se retire y abandone la gestión. Sospecho que entendió, además, que el momento manda auxilio y solidaridad, y no el discurso vampiresco intentando chupar votos para acá o para allá.

No, no hizo manifestaciones políticas. No preguntó sobre partidos e ideologías. Lo que sí ofreció fueron unas palabras que derramó con la misma poesía, simpleza y honestidad con la que hilvana sus canciones: es importante inscribirse y ejercer nuestro derecho a votar. Votar, y esto lo digo yo, nos permite opinar mediante una o varias cruces en esa “conversación” importante de país, a seleccionar y participar para no dejar la decisión en manos de los demás. Kany escuchó y alivió. A fin de cuentas, eso es lo que se necesita. Punto y se acabó.