Indignada y furiosa me ha escrito una señora para decirme que el título de mi nuevo libro, A Mover el Culete, le parece una cafrería, una vulgaridad. Hubiera querido decirle -bueno, decirle no, dispararle y de sopetón- que se relajara, que lo evite o retire de su vista para que no se afecte su salud. A fin de cuentas, estoy en una etapa de peace and love y no quiero cargar en la conciencia un soponcio de nadie, incluso de alguien que piense que he plasmado una frase cafre y vulgar.

La vida me ha enseñado a recibir, digerir y aceptar las críticas y opiniones; honestamente, no tengo tiempo, ni energías, y mucho menos ganas, para discutir. Cada cual que piense lo que le venga bien y en gana.

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A Mover el Culete es un título que a muchos les parecerá atrevido por la palabra final, que a mi decirla ni me asusta ni me alarma. Las palabras, cuando insultan, es porque llevan esa intención detrás. Se asombrarían cómo suenan algunas catalogadas como “inocentonas” cuando la pronunciación es tan afilada como una flecha.

Ya les digo, “culete” ni me asusta ni me alarma y, al contrario, bendigo el día en que comencé a decir y repetir la frase, porque funcionó y se convirtió en un “grito de guerra”, en una invitación y convocatoria para que las mujeres que me siguen en la comunidad feisbukiana de Titantos sacudieran el espíritu y tiraran pa’ lante. Y para que se rían, que se rían a moco tendío y a carcajada limpia, que falta que hace. Ríase usted de mí, que yo le doy permiso.

La frase tuvo su origen en la opción que me daba mi santa madre cuando enfrentábamos alguna de esas situaciones que te despellejan el alma. ¿Qué hacemos?, me preguntaba, ¿nos sentamos a llorar o tiramos hacia delante? “Pues tiramos, mami”, le contestaba. Obviamente, ella lo decía a su estilo y yo, como ya saben, al mío. Pero ha funcionado.

Miles de mujeres han adoptado la frase y la utilizan con humor para motivarse a vivir al máximo y en plenitud. Porque total, el tiempo que le quede a cada cual no debería ser gastado en pendejadas (chinches me caerán por la palabra) sino para vivir. Bien que nos vendría buscar el rayito de luz que siempre se cuela cuando el cielo está apretado y gris, cuando la Isla se convierte en un caldero de problemas y nosotros adentro, a puntito de hervir.

Mi libro, que es el tercero que me atrevo a publicar, es la recopilación de lo que vivo, de relatos y episodios llenos de risa, emociones, aventuras y hasta dolores. Es pícaro, pero no insultante; es liviano y divertido.

Lo que en mi opinión resulta insultante, vulgar y cafre -de acuerdo a mi diccionario personal- son las situaciones que nos hunden como país. Que mientras se botan millones de dólares andemos mendigando una luz que por derecho nos corresponde, eso sí que es insostenible y un insulto de categoría mayor. Y bueno, sirva la frase para gritársela a los responsables: a mover el culete, señoras y señores. Y muévanlo ya.