Le de dije a mi madre que prefería no recordar la fecha de celebración que se aproxima para este próximo domingo. Porque los últimos dos años me he visto algo desorientada después de incluir una felicitación a mi padre en Facebook, asistida por la memoria de la aplicación. Papi ya no está, y ese día se le dedicaba a él.

Cuando vivíamos todos juntos nos despertábamos temprano, mami le preparaba siempre el mismo desayuno como tradición del día de los padres donde no faltaba el chocolate caliente con queso derretido. Lo recuerdo sonreído y contemplativo, desmontando el periódico dominical que para esos tiempos llegaba grueso de páginas. Con colores, descuentos y un despliegue preparado para los viajeros con ideas que invitan a los más bellos lugares del mundo. Después del desayuno le entregábamos los regalos que al abrir los iba dejando organizados sobre la cama durante todo el día como en despliegue para sí mismo. Papi se disfrutaba su día, de seguro porque sabía que era buen padre. Usualmente ponía música clásica de fondo, o de tríos, como Los Panchos.

Papa era un apasionado por muchas cosas y la música era una de su predilección. Cuando podía, compraba equipo para asegurar que la calidad del sonido se acercara más a la nitidez de la grabación. Era meticuloso, con oído exigente. Nada detenía su pasión por vivir tampoco, quizás por eso adquirió un nuevo equipo y más moderno para escuchar sus discos LP y películas que disfrutaba en su “man cave” al que le llamábamos “La cuevita”. Y que llegó por correo exactamente nueve días antes de fallecer o hacer su transición.

El último Día de Padres que lo tuvimos con nosotros, nos sorprendió el cambio al que nos tocaba adaptarnos rápidamente. Ya no caminaba, y su mente a veces se esparcía. Hoy recuerdo que nos llevó a todos a la cuevita para que le asistiéramos a dejar listo y en función su equipo de música. Qué valiente mi padre, seguía adelante con sus planes, no se detuvo a esperar la muerte, así hizo con sus estudiantes, enseñó, hasta que no pudo más. Mi cuñado se fajó por un rato y casi logra la encomienda, pero el tema estaba complicado. Sin embargo, allí estábamos, poniendo un cable aquí, otro allá, moviendo las bocinas, buscando conexiones mientras él desde la silla de ruedas, vestido con un polo azul añil que ese día le regalaron, esperaba por el resultado. Imagino que convencido de que pronto disfrutaría de los nuevos sonidos de su adquisición, como si le quedaran muchos años por vivir. Fue hermoso el recuerdo que nos dejó, todos juntos en un cuarto tratando de unir un equipo de música, riéndonos por no lograrlo.

Finalmente llamó a quien lo ayudó por muchos años con el tema tecnológico. Manolo le arreglaba las computadoras, lo ponía al día en la tecnología, compartían gustos y se había convertido en un hijo. Llegó apenas cinco días antes de la partida de papi. Estuvo con él largas horas también intentando cumplir la tarea. Papi tuvo el tiempo de decirle lo que sentía por él, recordarle que lo quería como a un hijo y agradecerle por su confianza, amistad y lealtad de años. Una semana después papi dejó su cuerpo, de la manera más calmada y pacífica que me pudiera imaginar. Hubo un silencio profundo que arropó la casa mientras él hizo su último respiro.

Papa había adquirido algo que semanas después metimos en la caja original y devolvimos al suplidor. Amplificadores que no disfrutó, pero que al comprarlos nos dejó a todos las últimas memorias día de los padres con él.

Que sabio papi, hoy escucho la música que nos enseñaste desde niñas. Este próximo día de los padres te celebraré recordándote, enviándote un beso, un abrazo y todo mi amor directo a mí corazón, porque es ahí donde ahora vives

¡Felicidades a todos los padres en su día!