Ha sido frecuente atender el tema de la gestión emocional últimamente, entre clientes y talleres. Todos tenemos emociones, somos seres emocionales y en ocasiones éstas, nos dominan llevándonos de un lado a otro. Queremos controlarlas o ignorarlas, mientras que, lo mas saludable es atenderlas y gestionarlas. Algunas como: coraje, tristeza o frustración son las más comunes y las que podrían crear problemas al quedarse desatendidas.

Sin embargo, no siempre sabemos hacerlo, además, ¿son tan negativas como creemos o sirven para ayudarnos en nuestra evolución? Ciertamente depende mucho con la perspectiva que decidimos afrontarlas.

El temor y las emociones que molestan nos traen un mensaje directo que nos conviene escuchar: Es momento de mirarnos de cerca a nosotros mismos, comprendernos y atendernos con valentía. Dar los pasos para sanar, madurar y poder manejar esas emociones de las que no nos vamos a escapar del todo, pero sí las podemos usar como excelentes maestras en honor al crecimiento personal hacia mejores experiencias. Cuando nos revisamos a nosotros mismos, sin culpa ni vergüenza, podemos encontrar resentimientos, ausencia de perdón o resentimientos y miedos ante personas o situaciones.

¿Por qué retener estas emociones dentro de nosotros si podríamos crear tantas otras mucho más saludables? Si las evitamos sin el intento de comprenderlas y transformarlas en crecimiento, nos arriesgamos a acostumbrarnos a ellas y como consecuencia atraer situaciones que las vuelvan a activar hasta convertirse en un patrón repetitivo. Además de formar un comportamiento o actitudes que van en contra de nosotros mismos. Es sabio aceptar que las emociones son propias de seres humanos, se pueden identificar por su nombre y, más bien, tienen una razón de ser.

Sirven para indicarnos qué tenemos que diligenciar con nosotros mismos, sin ser arrastrados por ellas. Los resultados son realmente fabulosos y estaremos generando más plenitud en nuestras vidas.

Sugerencias:

  • Reconocer que algo en nuestro interior, nos molesta (aunque parece que viene desde afuera) nos disgusta o nos hace sentir mal.
  • Definir cuál es el sentimiento, por su nombre, es el primer paso. Hay personas que se sienten enojados, cuando en realidad están deprimidos, asustados o se sienten culpables.
  • Aprender a identificar la emoción, lo antes posible.
  • Mientras mayor sea su intensidad, más oportunidad tenemos de frente para crecer.
  • Practicar algunas técnicas que nos ayuden a trabajarlas, como reconocer los diferentes pensamientos que pasean constantemente nuestra mente.
  • Aprender a vivir el presente. Que el pasado nos sirva sólo para aprender de él, no para vivir en él. El futuro debe ser sólo una orientación hacia dónde vamos y cómo queremos llegar.