Me espanta ver en los periódicos el enorme aumento de casos de violencia de género. ¿A ti también te asusta?

La violencia son matices de energía y emociones tóxicas que retenemos en nuestro cuerpo físico, emocional y mental, que en algún momento se revela de manera explosiva causando daño a uno mismo y a otros. Por eso nos convertimos inevitablemente en responsables de la violencia que hay en el mundo. ¿Por qué? Porque la violencia comienza desde un simple pensamiento y si no lo trabajamos de forma individual seremos parte del problema. No se puede cambiar afuera lo que no se ha mirado en uno.

De algún modo todos tenemos la capacidad de ser violentos, se manifiesta cuando se nos toca un botón interno que usualmente nos produce miedo y nos conduce a reaccionar. Es violencia mirarnos mal en la calle, cuando insultamos al que nos hace el corte de pastelillo, rechazamos alguna muestra de amor de un amado por miedo, desearle el mal a otro, andar peleándose con todos, no cuidar de nosotros mismos, no sacar tiempo para crecer, es estar constantemente a la defensiva, es pensar negativo de la gente y las cosas, es criticar al prójimo, es pensar más en el fracaso que en el éxito, todo eso violencia.

Ahora, los actos violentos podrían estar tratándose de una condición de salud mental que puede ser atendida con éxito; El trastorno explosivo intermitente. Como descripción, son episodios impensados y repetidos de conductas impulsivas, agresivas y violentas, o arrebatos verbales bélicos en los que se reacciona con demasiada exageración. Las causas podrían ser: el entorno (haberse criado en un ambiente violento), predisposición genética (componente que se transmite de padres a hijos), diferencias en cómo funciona el cerebro (diferencias en estructura, función o química).

Los arrebatos verbales ocurren sin pensar en las consecuencias. Algunos ejemplos son:

· Rabietas

· Discusiones acaloradas

· Gritos

· Bofetadas, sacudidas o empujones

· Peleas físicas

· Daños materiales

· Amenazas o agresiones a personas o a animales

Pero hay luz en el camino, existen maneras de evitar la violencia, hacer un trabajo preventivo y constante trae mejores consecuencias. Lo ideal es ser honestos con uno mismo y buscar a toda costa la ayuda necesaria. Nos toca a todos movernos hacia un existir donde la violencia no nos gobierne y evitemos el dolor, las heridas y angustia que produce colectivamente.

Realmente, ser violentos no es nuestra naturaleza, sino una reacción de la parte oscura de nuestro ego. Que se puede trabajar, día a día, momento a momento, y aún más efectivo, con ayuda.

No abandonemos la fe y la esperanza, de la mano de la acción comencemos con nosotros mismos y con práctica, compasión y diligencia digámosle adiós a la violencia.

Sugerencias:

· Cumple con el tratamiento que decidas hacer. Ve a las sesiones de terapia, practica tu capacidad de enfrentar desafíos de manera diferente a la acostumbrada.

· Haz costumbre practicar técnicas de relajación. El hábito de la respiración profunda, sonidos de relajación, hacer yoga promueve mantener la calma.

· Desarrolla nuevas maneras de pensar. Buscar perspectivas nuevas sobre una situación frustrante a través del uso de pensamientos racionales, expectativas razonables puede mejorar la comprensión y la reacción.

· Busca técnicas para mejorar tu comunicación. Escucha el mensaje que la otra persona interesa comunicar, respira y luego piensa en la respuesta que puedes ofrecer en lugar de decir lo primero que impulsivamente surja.

· Cambia tu entorno. Aléjate o evita lo que te altere. Organizar tu tiempo personal puede ayudar a manejar las situaciones frustrantes en el futuro.

Lo ideal es ser honestos con uno mismo y buscar a toda costa la ayuda necesaria. Nos toca a todos movernos hacia un existir donde la violencia no nos gobierne y así evitemos el dolor, las heridas y la angustia que produce colectivamente.

Realmente, ser violentos no es nuestra naturaleza, sino una reacción de la parte oscura de nuestro ego que se puede trabajar, día a día, momento a momento, y aún más efectivo, con ayuda. No abandonemos la fe y la esperanza, de la mano de la acción y comencemos con nosotros mismos. Digámosle adiós a la violencia.