Los 15 de Valeria
Siempre soñé con este momento y me propuse muchas metas para celebrar su gran día.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 7 años.
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La vida me ha regalado el privilegio de contar con seres extraordinarios a mi alrededor. Así quedó demostrado este pasado fin de semana en la celebración del quinceañero de Valeria Ivanis, mi hija mayor. Siempre soñé con este momento y me propuse muchas metas para celebrar su gran día.
La fuerza de voluntad y la gran confianza que me tengo, hicieron que pensara que sola lo lograría. ¡Qué lejos de la realidad!
Todo en la vida requiere de esfuerzos y sacrificios, sin importar la grandeza o la simpleza de la meta o el objetivo. Lo que es inaceptable en el juego de la vida es rendirse. Es anteponer un "no se puede". Esta ha sido siempre mi filosofía de vida para todo lo que hago. Es lo mismo que inculco a mis hijas y seres queridos.
Los 15 de Valeria no fueron la excepción. Largos meses de preparación, reuniones, toma de decisiones, en fin, días en los que sin la ayuda de amigos y profesionales no se hubiera podido hacer realidad el sueño de nuestra hija.
Por eso hoy, quiero reconocer el amor, la gran dedicación y el empeño de todos los que estuvieron mano a mano junto a mí para lograr que este día se hiciera realidad. Sin el apoyo de ustedes, no sé qué me hubiera hecho.
Ana Agosto, Luis y Keyla, Gadiel, y Alexis, Letty, Aaron, Antonio, Julio, Nelson, Juliana, Emmary, Luna, Ricardo, Mery, Otilio, Zenaida, Uka, Bisbal, Carlitos Pérez, Luis Fonsi, Iris Rodrigo, Nicky, Raphy, Ozuna, Tuti, Cristian, Wilmary, Melina y Byankah. ¡Gracias!
A Soraya, a la producción de Dando Candela, a mi esposo Iván, a mi querida hermana Aryta, mi madre, Valentina de mamita, mi familia, a todas las niñas del séquito y a mis amigas “Las Chilinguis”. ¡Gracias!
Gracias a todos por su esfuerzo y por la alegría que pusieron en cada uno de sus corazones que hicieron que las bendiciones fluyeran para que todo quedara tan espectacular. Cuando los lazos de amistad y respeto son fuertes vale la pena todo el esfuerzo y sacrificio.
Ver a mis hijas felices me hace vivir enamorada de la vida. Le doy gracias a Dios por haberme regalado un pedacito de cielo en cada una de ellas.
Cuando miro el resultado de tanto esfuerzo no puedo dejar de pensar en lo agradecida que estoy por cada triunfo, por darme coraje y mostrarme aquello de lo que somos capaces si nos unimos.
Cuando se vive el valor del esfuerzo y se es agradecido, no nos queda otro camino que no sea el de la constante superación, haciendo el bien en todo lugar donde nos encontremos.
Por todo lo que tenemos hoy, y por todo lo que vendrá, debemos siempre estar agradecidos.