Vivimos momentos de confusión y desesperanza, avivados por órdenes ejecutivas y legislación trasnochada y atropellada, aprobada por la mayoría “absoluta” de los que “gobiernan”, a complacencia de la Junta de Control Fiscal.

La nueva administración hace sus mejores oficios y se desvive para anticiparse y plegarse a los deseos de la Junta y su presidente José Carrión, quien recalcó que hay que pagarles a los bonistas.

¿Alguna vez ha pagado una factura sin mirar lo que le están cobrando? ¿Verifica si está correcta o si le cobran de más? ¿Cómo lo sabe, si no la mira? Pues de esa misma forma hay que mirar la deuda para asegurarnos que no estén cobrando de más o si es ilegal. 

Alguien puede contestar ¿por qué no auditan la deuda; alguien puede contestar por qué no quieren auditar la deuda?

El gobernador Ricardo Rosselló eliminó la Comisión que tenía esa encomienda. ¿Por qué? La Junta tampoco quiere auditar la deuda, de la que dos de sus miembros son en parte responsables.

Eso sí, gastan a todo dar nuestro dinero, como si naciera en los árboles. Llevan menos de un año de haberse constituido y ya se han fotuteado $3 millones.

¿Dónde está la factura? ¿Quién audita sus gastos, qué pagan con la tarjeta “Gold” de los puertorriqueños?

Es como el muro de Trump; quiere construir un muro, pero que México lo pague. El Congreso quiere una Junta, pero que nosotros la paguemos.

 La administración PNP pisotea el derecho de los jóvenes y los trabajadores a tener una vida digna, un salario y condiciones de empleo justas y una patria en la que ver crecer y echar adelante a sus hijos.

El hecho de que aún no haya surgido una reacción vigorosa de malestar, de “encabritamiento” e indignación por parte del pueblo, no significa que no vaya a ocurrir.

Los empleados de una pizzería recibieron cartas notificándoles que se dejaban sin efecto los acuerdos contraídos y que volverían a entrevistarlos.

La voracidad y avaricia de los empresarios y el estado de indefensión en el que quedan los empleados de la empresa privada, quedó evidenciado. No habrá recato.

Los intentos del gobernador Ricardo Rosselló, su incondicional legislatura PNP y la Junta de Control Fiscal, en representación del Congreso, por hundir y empobrecer al pueblo, persisten sin que surja una ola de indignación que lo arrope todo. Es cuestión de tiempo. 

Que nadie venga a decir que hay que someter a los desvalidos a semejantes infortunios, mientras los presidentes legislativos les reparten contratos a sus amigos y aumentan sus escoltas.

“Yo estaba dormida. Yo estaba como que cada cual se resuelva como pueda y de momento me dije, ‘espérate, ¿qué está pasando aquí?’ Están aprobando medidas, leyes a la 1:00 de la mañana y la gente no sabe si realmente están considerándonos en nuestros derechos”, dijo una joven educadora, quien asistió a una manifestación el sábado, frente al Capitolio, convocada en la página de Facebook “No a la Reforma Laboral”.

La lucha contra la presencia de la Marina de Guerra en Vieques la comenzaron unos pocos y fue escalonando en la medida que el pueblo fue entendiendo que se trataba de una situación de derechos humanos y que se estaba agrediendo, contaminando y perjudicando la salud de todo un pueblo. Es cuestión de tiempo. Miremos a los Estados Unidos. Protestan contra los desafueros y violaciones constitucionales de un Presidente. 

A los puertorriqueños también se le están violando los derechos. No se puede creer, en tanto, en todo lo que dicen los gobernantes con palabritas zalameras y engañosas. 

Los trabajadores, las comunidades y los estudiantes no necesitan de un palco en el coliseo José Miguel Agrelot. Pueden seguir pagando en las gradas y el gallinero, siempre y cuando le restituyan la justa paga y sus derechos.

Nada de paletitas de consolación, ni bobos, ni duérmete nene.