María y los monstruos de cuatro cabezas
"Lo que debiéramos tener en la agenda es la reconstrucción del País, a desarrollar la economía y levantar nuestra nación".
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 7 años.
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Todavía no nos hemos recuperado del huracán Irma, cuando ya tenemos a María encima, sin escapatoria, sin conos de incertidumbre, directa, derechita con su fuerza huracanada categoría 5, presta a devastar y a destrozar a esta isla “bendecida”.
María nos sorprende en un estado de vulnerabilidad, agotados con tanto preparativo y tanto gasto, provocándonos grandes dosis de ansiedad, a lo que contribuye el tono terrorífico de algunos.
El desarrollo tecnológico, los medios de comunicación y las redes sociales, son de gran ayuda y gran fuente de información y orientación en casos de emergencia como este; pero también se convierten en generadores de ansiedad y de histeria. En vez de llamar a la calma y al sosiego para actuar con diligencia e inteligencia, parecerían, por momentos, querer provocar el efecto contrario.
En nuestro país hay mucha necesidad. Mucha hambre. Mucha pobreza. Los pobres son siempre los más perjudicados cuando nos sobrevienen estos fenómenos de la naturaleza, estos monstruos de cuatro cabezas. Son las casitas de madera y zinc las que van a volar por el aire, arrancadas de cuajo por el viento. Son los marginados y los que viven en áreas inundables los más que se afectan. Son ellos los que tienen que abandonar sus hogares dejando a la merced del agua y del viento sus poquitos haberes. Lo pierden todo. Se quedan sin nada.
Aunque fenómenos como estos “no respetan clase social”. Recordemos el huracán Hugo.
Como si no lo hubiéramos pasado mal con Irma, que tumbó árboles, postes, tendido eléctrico dejándonos sin servicio de electricidad, sin un plan de recuperación rápida, ahora pasaremos por un vía crucis mayor en esta isla “bendecida”, quedándonos sin luz, sabrá Dios si por una eternidad.
A 13 días de Irma, hay miles de puertorriqueños a los que aun no se les ha restablecido el servicio de luz ni de agua, convirtiéndose su vida en un suplicio.
Es muy difícil soportar las altas temperaturas que nos provoca el calentamiento global. Cada día será peor. El presidente Donald Trump, que seguramente observará con ojos de espanto como María nos pasa por encima, se niega a reconocer que todos estos fenómenos, estos monstruos de cuatro cabezas, tienen que ver con el daño que le estamos haciendo al planeta. El mandatario retiró a los Estados Unidos del Pacto de París, mediante el cual todos los países (menos Siria) persiguen luchar en contra del calentamiento global. El Ejecutivo que, presuntamente, nos realizará una visita, desmanteló la política establecida por el expresidente Obama dirigida a reducir las emisiones contaminantes a la atmósfera.
Lo único bueno, que ha pasado por ahora, es que ha habido un detente por parte de la Junta de Control Fiscal. ¿Qué jornada laboral es la que van a recortar? ¿Qué pensiones son las que van a reducir? ¿A qué empleados es que van a botar?
Lo que debiéramos tener en la agenda es la reconstrucción del País, a desarrollar la economía y levantar nuestra nación.
Esperemos que de verdad existan planes para restaurar la infraestructura de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE), como dijo el gobernador, y que se utilicen y se identifiquen recursos para ese propósito. La AEE es parte de nuestro patrimonio y no debemos renunciar al mismo para enriquecer a algunos zorros.
Sembremos paneles solares en todos los techos de los edificios, como propuso una vez el presidente Clinton. Eliminemos la dependencia del petróleo y el carbón.
Enfrentemos los monstruos de cuatro cabezas.