Dale casco a esto
La forma más palpable de nuestra destreza creativa se encuentra en nuestra manera de hablar.
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Piénsalo… La creatividad del puertorriqueño es una realidad incuestionable. Está presente en todas partes: en los memes que vemos en las redes sociales, en el arte, en la manera en que enfrentamos las realidades cotidianas.
Me atrevo a afirmar, sin embargo, que la forma más palpable de nuestra destreza creativa se encuentra en nuestra manera de hablar. ¿Te has fijado cómo hemos inventado una retahíla de sinónimos para referirnos a, prácticamente, cualquier cosa?
Por ejemplo, cuando llegan las cinco de la tarde de un viernes y salimos al chinchorro de la esquina a tomarnos una cerveza, solemos pedir, a toda boca: “¡Dame una fría!”. Es una forma ingeniosa de pedir una cerveza. Al llamarla ‘fría’ estamos utilizando, simultáneamente en una misma palabra, un sustantivo y un adjetivo. Está claro que la cerveza que te pedí debe estar en su punto.
Esta realidad de nuestro hablar puertorriqueño me inspira a plantearte un reto. Te voy a presentar a continuación una lista de 10 palabras en castellano que aparecen en el ‘Diccionario de la lengua española’; tu reto será pensar en cómo las decimos nosotros, en Puerto Rico. Luego, te daré las respuestas…
Aquí va:
- Amigo
- Dinero
- Adolescente
- Golpe
- Fácil
- Desorden
- Padre que solo tiene hijas
- Pareja
- Habladuría
- Molestar
Amigo: “Ese es mi pana”. También se registra el término ‘pana’ en otros países como Ecuador, República Dominicana y Venezuela. Y si el cariño es especial, le incluimos el diminutivo: “Ese es mi panita”.
Dinero: “Estoy embrolla’o… necesito conseguir chavos”. Es muy probable que este término que usamos en Puerto Rico provenga del ‘ochavo’, una antigua moneda española que pesaba un octavo de onza. De los españoles también vienen otras denominaciones que todavía usamos como ‘peso’, ‘vellón’ y ‘peseta’. Y el diminutivo lo utilizamos cuando queremos pedirle dinero prestado a alguien: “Préstame unos chavitos, dito”.
Adolescente: “Es un buen chamaco”. Y, claro, si es bien joven el adolescente, sin duda le llamaremos chamaquito.
Golpe: “Hay que aprender a fuerza de cantazos’. El término también se usa en la República Dominicana. Si el golpe que te diste no fue tan duro, entonces puedes recurrir a nuestro famoso diminutivo: cantacito.
Fácil: “Ese examen es un guame, un mamey o un pellizco de ñoco”. Un ‘ñoco’ es alguien sin una mano; por lo cual, si te pellizca, no duele. ¡Así de fácil!
Desorden: “Se formó un revolú o un fostró”. El término ‘revolú’, que también se utiliza en la República Dominicana, viene de la frase latina ‘totum revolutum’, que significa ‘todo revuelto’. El término ‘fostró’ resulta ser aún más interesante: viene del inglés ‘fox-trot’, un baile de principios del siglo XX que todo el mundo bailaba a la vez en las pistas y en aparente desorden.
Padre que solo tiene hijas: “Juancho tiene cinco niñas; es un chancletero”. La palabra ‘chancleta’ suele referirse, en algunos países de América Latina, a las mujeres. De ahí el origen de la palabra.
Pareja: “Rosalía es mi jeva”. En este caso, el término ‘jeva’ se refiere a una novia. También puede referirse a una mujer hermosa o un hombre apuesto (jevo). Existe, además, el uso del diminutivo, con carácter cariñoso, de jevita o jevito.
Habladuría: “Todo lo que habló el político fue una babosería”. El que lo ejecuta, es… un baboso.
Molestar: “Acho, no me chaves más”. El verbo ‘chavar’ también tiene su sustantivo en Puerto Rico: chavienda. Sé que hay otra palabra para lo mismo, menos educada, pero esa te la dejo a tu imaginación.
¿Las adivinaste todas?
O en boricua…
¿Las pegaste?
Exdecano y profesor de la Escuela de Comunicación Ferré Rangel de la Universidad del Sagrado Corazón y fundador del movimiento En Buen Español. Experto en comunicación y amante del lenguaje. Conferenciante internacional sobre temas relacionados con el poder de la palabra. Autor del libro 'Habla y redacta en buen español' (2011) y 'En buen español: El libro de las curiosidades de nuestro idioma" (2020). Apasionado de la historia, la educación, la fotografía y el mar. Esposo de Mirté y padre de Sebastián, Alejandro, Mauricio y Mariana (y del perrito Muni Cipio).
En buen español
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