¿Cuán viejo es el frío?
Hice una pequeña investigación para poder dar con las respuestas a esta profunda interrogante.

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¿Te has fijado que, en nuestro hablar cotidiano, los conceptos del tiempo y del frío están muy relacionados entre sí? No hay más que fijarse en la expresión “esto es más viejo que el frío” para entender la conexión. “¡Chacho, mi reloj es más viejo que el frío, pero aún sigue funcionando!”.
Ahora bien, a mí me gusta buscarle las cinco patas al gato y cuestionarme todo lo que escucho. Es obsesivo. En este caso, me pregunto: ¿cuán viejo es el frío? ¿Es que acaso el frío es más viejo que el calor? ¿Tendrá esta frase alguna base científica?
Hice una pequeña investigación para poder dar con las respuestas a estas profundas interrogantes…
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Según la física, el frío no es una entidad en sí misma. Su existencia se define como “la ausencia de calor”. Para que algo sea frío, primero debe haber existido el calor.
Así pues, tras el Big Bang, el universo era increíblemente caliente. Sin embargo, a medida que se expandió, comenzó a enfriarse. Se estima que el universo tardó unos 380,000 años en bajar su temperatura a niveles que se consideran fríos.
Aquí tenemos el primer argumento que demuestra que el calor, en el universo, fue más viejo que el frío.
Ahora veamos la historia del frío y del calor desde la perspectiva de nuestro planeta. La Tierra tiene aproximadamente 4,500 millones de años. Su creación fue violenta, a partir de colisiones de asteroides y escombros espaciales que generaron un calor intenso. Durante los primeros 800 millones de años, la Tierra era un verdadero infierno ardiente. No fue hasta unos 2,100 millones de años cuando experimentó su primera era glacial. En otras palabras, la Tierra ya había vivido casi la mitad de su existencia antes de que apareciera el frío extremo.
Aquí tenemos el segundo argumento de que el calor, en la Tierra, fue más viejo que el frío.
En conclusión, el frío no es más viejo que el calor, pero sigue siendo bastante antiguo, así que decir que algo es más viejo que el frío sigue siendo razonable. Y como ocurre con toda buena expresión popular, no necesita ser científicamente exacta para ser apropiada.
Lo que no acabo de entender es por qué decimos que “hace un frío pelú”. ¿Será que los vellos del cuerpo se erizan cuando se siente mucho frío? En este sentido, el “frío pelú” sería aquel tan fuerte que literalmente te pone “pelú”, es decir, te hace notar los vellos erizados en la piel.
Por otro lado, nosotros tenemos otras maneras de expresar el concepto de lo viejo. Una de ellas es cuando afirmamos que tal persona o cosa es “más vieja que Matusalén”.
Según el libro de Génesis, Matusalén era el abuelito de Noé. Este personaje bíblico debe tener el récord Guinness de longevidad, ya que vivió la friolera de 969 años (604 días más que su hijo, y padre de Noé, Enoc). Su propio nieto Noé vivió 950 años, que tampoco es cáscara de coco.
Asimismo, cuando nos referimos a algún momento remoto, decimos que tal cosa es “del año de las guácaras”. Pues resulta que los taínos le llamaban ‘guácaras’ a las cuevas; así pues, decir que algo es “del año de las guácaras” significa que es de la era de las cuevas, cuando los cavernícolas utilizaban esos espacios para vivir.
El concepto del frío y del paso del tiempo en nuestro hablar cotidiano es una manera que tenemos de jugar con el lenguaje. Estas frases reflejan no solo nuestra creatividad, sino también nuestra manera de hacer tangible lo intangible. ¡Somos así!
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Exdecano y profesor de la Escuela de Comunicación Ferré Rangel de la Universidad del Sagrado Corazón y fundador del movimiento En Buen Español. Experto en comunicación y amante del lenguaje. Conferenciante internacional sobre temas relacionados con el poder de la palabra. Autor del libro 'Habla y redacta en buen español' (2011) y 'En buen español: El libro de las curiosidades de nuestro idioma" (2020). Apasionado de la historia, la educación, la fotografía y el mar. Esposo de Mirté y padre de Sebastián, Alejandro, Mauricio y Mariana (y del perrito Muni Cipio).
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