La crisis política y constitucional que vive el país es terreno fértil para el florecimiento de muchas expresiones coloquiales que se escuchan en la radio y en la televisión, que luego explotan como palomitas de maíz a lo largo y a lo ancho de todas las redes sociales.  De todas ellas, hubo una en particular que me llamó mucho la atención, sobre todo por quién lo dijo, en dónde lo dijo y en el momento en que lo dijo.

El presidente del Senado, Thomas Rivera Schatz, al final de su avivado discurso el pasado viernes ante las gradas del Capitolio, dijo: “Te conozco bacalao, aunque vengas disfrazao”.  Esta expresión fue en obvia referencia al nominado secretario de Estado, Pedro Pierluisi, como queriéndole decir: “A mí no me engañas… yo sé quién tú eres”.   

“Te conozco bacalao, aunque vengas disfrazao”.

Este dicho es muy común en nuestra cultura puertorriqueña.  Lo escuchamos y lo decimos a diario en las calles.  Es parte de nuestro acervo de expresiones cotidianas, y su uso no tiene nada de malo dentro del contexto correcto.  Siempre he dicho que no existen las malas palabras o las expresiones incorrectas; solo existen las malas intenciones y el uso inapropiado de estas palabras o expresiones dentro de un contexto específico.  En este caso, se esperaría más del verbo de un presidente del Senado, en unas vistas públicas transmitidas al país y al mundo, desde el palacio de las leyes, en el momento grave e histórico que estamos viviendo.

Ay de aquellos tiempos en que los discursos de los legisladores eran una muestra de dignidad y deferencia, a la altura de sus títulos de ‘honorables’, en que se engrandecían con el uso de la palabra adecuada y respetuosa.  No me imagino a un José de Diego, por decir alguno, desde el estrado en la casa de las leyes, en un momento solemne y crítico en la historia del país, despotricando al adversario con populismos típicos de mítines políticos.  ¿Dónde queda la figura del hombre (o de la mujer) de estado que inspira y se enaltece con su lenguaje a la altura de su puesto, del lugar en que se expresa y del momento histórico en que se encuentra? 

Parece una bobería lo que estoy planteando, pero no lo es.  El aceptar y ver como algo normal el que un presidente del Senado de Puerto Rico, dirigiéndose al país (y con el mundo entero de testigo), desde el estrado en la casa de las leyes, se refiera como ‘bacalao’ a un pasado secretario de justicia, dos veces comisionado residente y en aquel momento nominado para la secretaría de Estado y potencial gobernador de la isla, es reflejo del lustre perdido de nuestros líderes y de las instituciones que representan. 

Se puede ser firme, se puede expresar oposición, se puede ser virulento y apasionado en la expresión de los ideales; lo que no se puede es desvirtuar la dignidad propia y la del opositor desde la solemnidad que obliga el momento histórico y el lugar donde se encuentra.  Son detalles que hablan a gritos de cómo se ha mancillado el discurso de altura a lo que nos tenían acostumbrados nuestras pasadas generaciones.

La palabra, lo he dicho antes, es el arma más poderosa que tiene cualquier ser humano.  Engrandece o empequeñece, según cómo la uses.  

Rivera Schatz dijo que no le importaban los votos que pudiese perder al no respaldar a Pierluisi en su nominación, porque él sería recordado por su valentía.  De mi parte, no será la valentía, lamento decirlo, lo que recordaré del señor presidente del Senado de Puerto Rico, honorable Thomás Rivera Schatz…