¿Tú eres de los que inician sus días con una taza de café, unos huevitos revueltos y unas tostadas con mantequilla mientras lees un buen reportaje en Primera Hora?

Si lo haces, eres un ‘desayunador’ o, dicho en otras palabras, un experto o una experta en el arte del ‘no ayunar’.

El término ‘desayuno’ proviene de la combinación de dos partes fundamentales: ‘des-’, que denota negación, y ‘ayuno’, que se refiere a abstenerse de comer. Así, la palabra ‘desayuno’ significa, literalmente, “romper el ayuno”. Cuando duermes durante la noche, tu cuerpo no recibe alimentos y, por lo tanto, estás en un periodo de ayuno. Cuando desayunas estás interrumpiendo ese tiempo prolongado sin comer.

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La práctica de ayunar, aunque hoy día la asociemos mayormente con los horarios de sueño, tiene raíces profundas en la historia de la humanidad. En muchas religiones y culturas, el ayuno es una práctica espiritual. En el cristianismo, por ejemplo, el ayuno ha sido utilizado como un método de purificación del alma. Jesús, según los Evangelios, pasó 40 días en el desierto ayunando, lo que inspiró la tradición de la Cuaresma. Asimismo, en el islam, el ayuno durante el mes de ramadán es uno de los pilares de la fe, y es visto como una manera de acercarse a Dios y reflexionar sobre la propia vida.

Resulta curioso que esta misma idea de romper el ayuno es compartida por otras lenguas. En inglés, la palabra ‘breakfast’ tiene un significado equivalente. Si la analizamos, ‘break’ significa “romper” y ‘fast’ viene de ‘fasting’ que significa “ayuno”. Este paralelismo entre los idiomas nos recuerda que, sin importar el lugar, el concepto de desayunar como una ruptura del ayuno nocturno es universal.

Sin embargo, no todas las culturas interpretan el desayuno de la misma manera. Por ejemplo, en Francia, el desayuno se conoce como ‘le petit-déjeuner’, que significa “el pequeño almuerzo”. Allí sustituyen el quesito por el ‘croissant’, pero la finalidad es la misma.

En España, el desayuno es igualmente una comida ligera, a veces apenas un café con galletas o tostadas, y el almuerzo es el plato fuerte del día. No obstante, la hora en que comen los españoles tiende a ser mucho más tarde de lo que estamos acostumbrados en Puerto Rico. Mientras que aquí almorzamos al mediodía, en España el almuerzo suele darse a partir de las 2:30 p. m., y la cena puede servirse incluso después de las 9:00 p. m. Para quienes visitan España, adaptarse a estos horarios puede ser un verdadero desafío.

Por tradición, el proceso de alimentarnos se disfruta más en compañía de otras personas. ¿Te has fijado? Nos gusta invitar o que nos inviten a comer. Sentarnos alrededor de una mesa a compartir un buen almuerzo o una cena es un placer que está evidenciado en la misma palabra ‘comida’.

El término proviene del latín ‘comedere’, que significa “comer junto a otros”. Este origen nos habla de cómo, desde tiempos antiguos, el acto de comer ha sido una actividad social, más allá de una simple necesidad biológica.

Este proceso de alimentarnos en compañía se disfruta más si ocurre en un buen ‘restaurante’. Esta palabra proviene del francés ‘restaurant’, que a su vez deriva del verbo ‘restaurer’, que significa “restaurar” o “reparar”. Originalmente, en el siglo XVIII, los restaurantes en Francia eran establecimientos que ofrecían caldos o sopas revitalizantes que ayudaban a “restaurar” la salud de las personas. Con el tiempo, estos locales evolucionaron hasta convertirse en los restaurantes que conocemos hoy en día.

Todos estos temas me han abierto el apetito. Voy a romper mi ayuno; con permiso...