La semana pasada asistí a una interesante conferencia a cargo del prestigioso escritor y periodista español Álex Grijelmo.

Bajo el título de “El silencio manipulador”, Grijelmo dio una clase magistral basada en su tesis doctoral y en un libro que publicó bajo el título “La información del silencio”.

La conferencia partía de la premisa de que es posible mentir a la vez que se dice la verdad. ¿De qué manera? Según explicó, este tipo de engaño no tiene que ver con lo que se dice, sino con lo que NO se dice.

La mentira suele asociarse con la falsificación deliberada de la verdad. Sin embargo, hay una manera sutil, más compleja y quizás más peligrosa de mentir. En la comunicación, las omisiones selectivas y el énfasis en ciertos aspectos de la verdad pueden moldear la percepción pública.

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En mis clases suelo dar el ejemplo de una marca de aspirina que se promocionaba con el siguiente eslogan: “Ninguna otra aspirina es más fuerte contra el dolor de cabeza que XYZ”. El eslogan usaba una verdad parcial (que ninguna aspirina es más fuerte que XYZ) para sugerir implícitamente que XYZ es mejor o más eficaz, cuando en realidad lo que el eslogan ocultaba es igualmente importante: ninguna marca de aspirina es más débil que XYZ, ya que todas tienen el mismo efecto; aspirina es aspirina, no importa cuál sea la marca.

XYZ decía la verdad en sus palabras, pero la conclusión que producía era errónea debido a la información que, a propósito, omitía. En este caso, lo omitido es tan importante como lo dicho, y esa omisión cambia la percepción del consumidor, haciéndolo creer en una superioridad inexistente.

Se puede mentir a la vez que se dice la verdad. ¿Lo ves?

Todo esto me hace pensar en las campañas políticas en esta época eleccionaria. Como ciudadanos, debemos ser astutos y cuestionar todo lo que nos dicen, pero, sobre todo, lo que NO nos dicen.

Te doy un ejemplo genérico. Un político puede presentar estadísticas que lo favorezcan sin proporcionar el contexto completo, alterando la percepción de los votantes sin mentir abiertamente.

Digamos que un candidato que busca la reelección afirma que, durante su mandato, se crearon 100,000 nuevos empleos. Puede que el dato sea cierto, pero hay que ver qué información omite: muchos de estos empleos pueden ser a tiempo parcial o pueden ser el resultado de una iniciativa que fue creada durante una administración anterior.

Tenemos que poner a trabajar nuestro pensamiento crítico. No tomemos nada como cierto. Hay que cuestionarlo todo. Recuerda que detrás de afirmaciones verdaderas, puede ocultarse una mentira silenciosa.

Si lo llevamos a la realidad de la campaña política en Puerto Rico, te recomiendo que no llegues a tus conclusiones a base de lo que te dicen; cuestiónate también lo que dejan de decirte. Ojo a los que te cuentan solo parte de la historia, ocultando información clave que, si fuera conocida, cambiaría la interpretación de los hechos. Las verdades a medias pueden ser tan engañosas como una mentira directa.

¿Qué quiero comunicar con esta columna? Que seamos electores más aguzados. Que no caigamos como pescados ante una carnada compuesta de mentiras disfrazadas de verdades. Puerto Rico ha sido víctima, por muchos años, de la manipulación de aquellos que se burlan de nuestra inteligencia. Pero este pueblo ha madurado a fuerza de decepciones; ya no somos una presa fácil de las tácticas obsoletas del tiempo de la Guerra Fría. Somos un pueblo inteligente, que no se deja impresionar por personas que mienten diciendo la verdad.

En estas elecciones, nos daremos a respetar…