Palabras que dan vueltas
Si lo piensas, todo en la vida es un ciclo… hasta la vida misma.
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¿Qué tiene que ver el ciclo menstrual con la bicicleta?
Más de lo que te imaginas.
Ambos términos se relacionan con el concepto de la rueda, el círculo, el giro, la vuelta.
Si lo piensas, todo en la vida es un ciclo… hasta la vida misma.
Ya la Biblia lo afirma en su libro de Génesis: “Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás”.
Piénsalo: el planeta gira en su propio eje, y de ahí llega la mañana para pasar a la tarde y luego a la noche, y entonces vuelve la mañana y el ciclo continúa. En su movimiento alrededor del Sol, pasan los días, las semanas, los meses y las estaciones, que luego de completar la vuelta comienza todo otra vez, y otra vez y otra vez.
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Es como la rueda de una bicicleta.
Dentro de esa misma palabra, ‘bicicleta’, está incluido el concepto del ‘ciclo’, al igual que está en tantas otras palabras que decimos en nuestro devenir cotidiano. ¿Y quiénes son los que practican ese deporte?
‘Ciclistas’.
Y los grandes ciclistas, en sus bicicletas, suelen competir en eventos circulares como el Tour de France, en que le dan la vuelta al país.
Ahora cambiemos de esfera (literalmente). Pensemos ahora en los huracanes, que tanto fastidio nos producen con su llegada durante sus cíclicas temporadas. ¿Cuál es otra palabra para ellos?
Sí, en efecto: ‘ciclones’.
No es casualidad que esos fenómenos atmosféricos, que se destacan por su movimiento circular alrededor de su ojo, lleven ese nombre.
Hay otras palabras que contienen, ocultas, este concepto de lo circular. Por ejemplo, el término ‘enciclopedia’. Esos tomos que, no hace tanto, las familias compraban para tener acceso a información, no eran otra cosa que la Internet y el Google del pasado; en ellos se podían encontrar datos sobre una gran cantidad de saberes. Pues, dentro de esa palabra, está nuestro término ‘-ciclo-’. Su uso es porque, en sus orígenes griegos, algunos filósofos como Sócrates reunían a los niños, sentados en círculos, para educarlos sobre un sinnúmero de temas.
Por otro lado, es común ver que en las escuelas envían ‘circulares’, esos avisos que se distribuyen a diversas personas para darles conocimiento de algo. La idea de esos textos es que ‘circulen’ entre los padres.
Por su parte, en el Capitolio, tenemos el ‘hemiciclo’, ese lugar ‘semicircular’ donde se congregan los senadores y representantes para debatir sobre algún proyecto de ley. Si le añades la otra mitad del semicírculo a este espacio, tienes un círculo completo, como el que encuentras en los ‘circos’ (aclaro que es pura casualidad que yo esté mencionando el hemiciclo de la legislatura y el concepto de circo en un mismo párrafo). Desde los circos romanos hasta los más modernos de hoy día, la forma que tienen es, en efecto, circular.
También están los ‘circuitos’. En el deporte del automovilismo, por ejemplo, los vehículos de carrera compiten en un trayecto cerrado en que dan vueltas y vueltas y vueltas. Algunas de estas pistas suelen ser en forma de ‘circunferencia’, es decir, en forma de ‘circulo’.
De este concepto circular vienen nuestras ‘circunstancias’, definidas como “conjunto de lo que está en torno a alguien”. Puede que esto te lleve a tener una ‘circunspección’, que es la prudencia que nos lleva a mirar a nuestro alrededor antes de abrir la boca.
Ya ves, todo circula en la vida… todo excepto los vehículos en el expreso a las 5:00 de la tarde.
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Exdecano y profesor de la Escuela de Comunicación Ferré Rangel de la Universidad del Sagrado Corazón y fundador del movimiento En Buen Español. Experto en comunicación y amante del lenguaje. Conferenciante internacional sobre temas relacionados con el poder de la palabra. Autor del libro 'Habla y redacta en buen español' (2011) y 'En buen español: El libro de las curiosidades de nuestro idioma" (2020). Apasionado de la historia, la educación, la fotografía y el mar. Esposo de Mirté y padre de Sebastián, Alejandro, Mauricio y Mariana (y del perrito Muni Cipio).
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