Nuestra fascinación con el tres
Este número impar ha estado presente a lo largo de la historia de la humanidad con un protagonismo evidente en diversos ámbitos.
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Una, dos y… ¡TRES!
¿Te has dado cuenta de que nuestra vida revuelve alrededor de este número impar?
El tres ha estado presente a lo largo de la historia de la humanidad con un protagonismo evidente en diversos ámbitos de nuestra sociedad, tanto a nivel religioso, cultural y científico, con una presencia constante en nuestras expresiones cotidianas.
En la religión cristiana, el número tres tiene un simbolismo particular. Lo primero es el misterio de la Santísima Trinidad, compuesta por el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, que representa la unión de tres personas distintas en un solo Dios. Y no olvidemos a los Tres Reyes Magos, quienes, montados en sus tres camellos, fueron hacia Belén a llevarle tres regalos al pesebre donde se encontraban los tres personajes principales de la natividad: José, María y el niñito Jesús. Esto fue en su nacimiento, pero previo a su muerte, san Pedro negó a Jesús en tres ocasiones y, en el Monte Calvario, hubo tres crucificados. ¿Y qué pasó después? El Señor resucitó al tercer día…
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Este concepto trinitario no es único del cristianismo; en el hinduismo, por ejemplo, encontramos el Trimurti, compuesto de tres fuerzas fundamentales del universo: Brahma el creador, Vishnu el preservador y Shiva el destructor.
Relacionamos el tres con el número que define el límite de la victoria o de la derrota. Por algo decimos que “a la tercera va la vencida”. El tres es lo suficientemente pequeño como para ser manejable y fácil de recordar, pero lo suficientemente grande como para incluir una progresión lógica de intentos. Después de dos fracasos, el tercer intento se convierte en un punto en el que se espera un cambio en la suerte o en la estrategia.
Esto lo vemos hasta en los cuentos infantiles. ¿Recuerdas el cuento de ‘Los tres cerditos’? La progresión de los cerditos para construir sus casas refuerza la idea del aprendizaje y la mejora, culminando en un éxito que solo se alcanza en el tercer intento. Por otro lado, están las aventuras de los tres mosqueteros y las de los tres chiflados, cuyas estructuras compuestas de tres personajes aportan a unas narrativas más dinámicas y diversas. Y no olvidemos la historia de Aladino, en que el genio que emerge de la lámpara maravillosa ofrece concederle tres deseos.
Sin embargo, el tres puede ser el número límite del fracaso. En el juego de béisbol, por ejemplo, te ponchas luego de tres intentos fallidos de pegarle a la pelota. En mi escuela, podías recibir un máximo de tres deméritos antes de ser suspendido.
En las ciencias, el número tres aparece con frecuencia en las leyes y principios fundamentales de la naturaleza. Por ejemplo, los tres colores primarios (rojo, azul y amarillo) son esenciales en la teoría del color, ya que la combinación de estos tres permite la creación de todos los demás colores.
Pensemos ahora en geometría. Te pregunto: ¿cuál es la figura mínima para encerrar un contenido en dos dimensiones? Con sus tres líneas, tres lados y tres ángulos la respuesta es, sin duda, el triángulo.
La vida se compone de tres etapas (la infancia, la adultez y la vejez), al igual que un ensayo se compone de tres partes (una introducción, un cuerpo y una conclusión).
En la gastronomía, nos encanta comer un trifongo y, de postre, un delicioso tres leches.
¿Qué otros ejemplos de la presencia del número tres en nuestra vida puedes mencionar? Son muchos más. Te invito a que me las compartas, a menos de que este tema te haya importado tres… pepinos.
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Exdecano y profesor de la Escuela de Comunicación Ferré Rangel de la Universidad del Sagrado Corazón y fundador del movimiento En Buen Español. Experto en comunicación y amante del lenguaje. Conferenciante internacional sobre temas relacionados con el poder de la palabra. Autor del libro 'Habla y redacta en buen español' (2011) y 'En buen español: El libro de las curiosidades de nuestro idioma" (2020). Apasionado de la historia, la educación, la fotografía y el mar. Esposo de Mirté y padre de Sebastián, Alejandro, Mauricio y Mariana (y del perrito Muni Cipio).
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