Los números romanos al paredón del olvido
En vez de crecer y fortalecerse, vemos cómo su uso se reduce y debilita.

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Si descifras qué número es el que acabo de escribir, conocerás el año en que nací y podrás calcular mi edad.
Te tomará un tiempito, de seguro, porque los números romanos podrán ser muy elegantes y distinguidos, pero son medio complicados.
En ese sentido, podemos decir que los árabes, con sus números, le ‘comieron los dulces’ a los romanos.
Es que es más fácil escribir y entender 538 que DXXXVIII. ¿Te imaginas cuán tedioso hubiese sido llenar tu planilla de Hacienda si no se hubiesen inventado los números arábigos?
Al español ser un descendiente directo del latín, idioma hablado por nuestros antepasados romanos, es lógico que el uso de aquellos números sea más frecuente en nuestro idioma que en el inglés. Así pasa también con nuestros lenguajes hermanos que pertenecen a la familia de las lenguas romances (el francés, el portugués, el italiano, el rumano, entre otros), los cuales también utilizan, en contadas ocasiones, los números romanos.
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En nuestro caso, su uso es muy limitado y, en vez de crecer y fortalecerse, vemos cómo se reduce y debilita.
En estos días salió una noticia en que se informaba que algunos museos en Francia han decidido eliminar los números romanos porque “la gente no los entiende”. El famoso museo del Louvre en París, por ejemplo, ya no utiliza los números romanos para indicar los siglos; solo los utiliza todavía para enumerar los reyes (por ejemplo, Louis XVI).
Esta eliminación paulatina del uso de los números romanos en contextos culturales ha generado mucho descontento, sobre todo por parte de algunos defensores de la numeración romana. Según Massimo Gramellini, un escritor y periodista italiano, “esta historia de los números romanos es la síntesis perfecta de la catástrofe cultural en curso: primero no se enseñan las cosas y luego se eliminan para no hacer que los que no las conocen se sientan incómodos”.
Lo cierto es que todavía los números romanos están vivos y son obligatorios en ciertos contextos, como lo estipulan las normas ortográficas de la Real Academia Española.
Un ejemplo son los siglos. Es incorrecto en español decir que vivimos en el siglo 21. La regla es que escribamos siglo XXI, así, con números romanos. En inglés, como mencioné anteriormente, la norma es distinta: se escribe 20th century, no XX century.
Ahora bien, sí existe una coincidencia entre el inglés y el español con el uso de los números romanos en las dinastías. Los reyes borbónicos de España, por ejemplo, se conocen así: Carlos V, Fernando VII y Felipe VI; de igual forma, los reyes ingleses se escriben de esta manera: Henry V, Edward VIII y Elizabeth II. Lo mismo pasa con los papas: Juan Pablo II se escribe igual en inglés: John Paul II.
Con los congresos, las conferencias, los festivales, certámenes y otros tipos de eventos periódicos, la norma ortográfica es más flexible: se pueden escribir con números arábigos o romanos. Por ejemplo, es correcto escribir IV Congreso Anual de Bolita y Hoyo o 4to. Congreso Anual de Bolita y Hoyo.
No cabe duda de que los números romanos le dan un toque clásico, formal, solemne a algunos textos. Esa es la razón por la cual sueles verlos utilizados en tarjas que acompañan alguna estatua en una plaza pública o, incluso, en las invitaciones de una que otra boda fina y elegante.
Sin embargo, todo parece indicar que, poco a poco, son menos los que los usan y más los que no los entienden. ¿Vivirán o pasarán a ser números muertos, igual que el lenguaje latín?
Solo el tiempo dirá.
1968
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Exdecano y profesor de la Escuela de Comunicación Ferré Rangel de la Universidad del Sagrado Corazón y fundador del movimiento En Buen Español. Experto en comunicación y amante del lenguaje. Conferenciante internacional sobre temas relacionados con el poder de la palabra. Autor del libro 'Habla y redacta en buen español' (2011) y 'En buen español: El libro de las curiosidades de nuestro idioma" (2020). Apasionado de la historia, la educación, la fotografía y el mar. Esposo de Mirté y padre de Sebastián, Alejandro, Mauricio y Mariana (y del perrito Muni Cipio).
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