¿Lo único que sabemos decir en ruso es ‘vodka’?
Después del mandarín, el español y el inglés, es el ruso el idioma que más hablantes tiene en el mundo, con casi 300 millones de personas.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 2 años.
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Existen muy pocas palabras del ruso que usamos nosotros en español. Es una cultura tan lejana a la nuestra, que no son muchos los términos que han pasado a nuestra lengua.
Hay uno, claro está, que ha estado en boca de algunos (literalmente). Me refiero a esa bebida que mezcla muy bien con un jugo natural de toronja o de naranja: el vodka (sí, la palabra es masculina, aunque termine en ‘a’).
En ruso, ‘vodka’ viene de la palabra ‘voda’ que significa ‘agua’, con la terminación ‘-ka’ que, en ese idioma, se utiliza para los diminutivos. Así pues, ‘vodka’ significa, simplemente, “agüita”. ¿Por qué? Porque en Rusia se produce esta bebida con agua de manantial. Lo cierto es que, con niveles de alcohol que alcanzan comúnmente los 40 grados y, en algunos casos, hasta 80 y 96 grados, el término ‘agüita’ es un tanto irónico. Me imagino que, en los famosos fríos siberianos, hace falta calentar el cuerpo con esta “agüita de manantial”.
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La realidad es que, además del ‘vodka’, existe una que otra palabra rusa que ha llegado hasta el castellano.
Por ejemplo, el término ‘cosmonauta’ proviene del ruso. No olvidemos que, durante la Guerra Fría, fueron los soviéticos los primeros en enviar un hombre al espacio. Incluso antes, en 1957, también fueron pioneros en enviar a un ser vivo más allá de nuestra atmósfera: una perrita llamada Laika. Años más tarde, en 1969, fueron los norteamericanos los que se anotaron una importante victoria al enviar a los primeros humanos a la Luna. Ellos llamaron a esos viajeros ‘astronautas’, en vez de usar la palabra rusa ‘cosmonautas’, y el español ha preferido el uso de ese término en inglés. Sin embargo, aún hoy día, se considera el ruso como el idioma del espacio, y los astronautas que trabajan en la NASA deben aprender la lengua antes de poder ser admitidos a esta agencia del gobierno estadounidense.
Al igual que ocurre en nuestro idioma, el ruso es un idioma fonético, lo que quiere decir que se suelen pronunciar las palabras tal y como se escriben. Claro, el alfabeto de ellos es diferente al nuestro y, si has visto los textos rusos, seguramente no habrás podido comprender su sistema de escritura. Ese alfabeto, llamado cirílico, tiene 33 letras: 21 consonantes, 11 vocales y 2 sin sonido.
El idioma ruso tiene varias curiosidades. Una de ellas es que no utiliza artículos. El sentido de un sustantivo depende del contexto de la oración.
Por otro lado, aunque en el ruso existe la palabra ‘tener’, la verdad es que apenas se utiliza. En Rusia, una persona no diría “yo tengo una casa”, sino “a mí es una casa”. Algo parecido ocurre con el verbo ‘ser’, que solo se utiliza en pasado y en futuro, no en presente. En vez de decir “Soy maestro”, dirían “Yo maestro”.
En ruso es normal que haya palabras con más de 10 letras. ¡Algunas de ellas pueden tener más de 20! Y puede haber algunas que tienen un total de tres vocales ‘e’ corridas. Lo que no encontrarás es una palabra de origen ruso que comience con la letra ‘A’.
Después del mandarín, el español y el inglés, es el ruso el idioma que más hablantes tiene en el mundo, con casi 300 millones de personas. En Ucrania, cerca del 30% de sus ciudadanos tienen el ruso como lengua materna, la mayoría localizados en la zona este del país.
Hay mucho que aprender y que entender sobre los rusos, su historia, su cultura y su lenguaje. En momentos en que la mirada del mundo está puesta en esa región del continente europeo, es un buen momento para dar una mirada hacia allá, conocerlos y estudiarlos.
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Exdecano y profesor de la Escuela de Comunicación Ferré Rangel de la Universidad del Sagrado Corazón y fundador del movimiento En Buen Español. Experto en comunicación y amante del lenguaje. Conferenciante internacional sobre temas relacionados con el poder de la palabra. Autor del libro 'Habla y redacta en buen español' (2011) y 'En buen español: El libro de las curiosidades de nuestro idioma" (2020). Apasionado de la historia, la educación, la fotografía y el mar. Esposo de Mirté y padre de Sebastián, Alejandro, Mauricio y Mariana (y del perrito Muni Cipio).
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