Las piedras en el camino
“Siempre digo que el cliché es el peor enemigo del comunicador”.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 3 años.
PUBLICIDAD
Los discursos de graduación son siempre los mismos.
Parece como si hubiera un molde para ellos que todo el mundo utiliza. Son como llena blancos en que podemos adivinar el final de las oraciones…
“Hoy comienza una nueva etapa en sus vidas. Pero la calle está… dura. En ella encontrarás… piedras, con las cuales vas… a tropezar. Pero lo importante es… levantarse y salir adelante”.
Esos discursos son un gran cliché. Es difícil prestarles atención, porque ya uno sabe lo que nos van a decir.
Siempre digo que el cliché es el peor enemigo del comunicador. Es más fácil, por supuesto, seguir el molde y no tener que reinventar nuevas formas de decir las cosas, pero al final esa facilidad viene con un gran costo: el aburrimiento de tu audiencia.
Para conectar tienes que decir lo que todo el mundo ha dicho, pero de una forma única y diferente.
Recuerdo una anécdota que me contaron de un abogado famoso que demostró lo efectivo que se puede ser cuando se es ingenioso y diferente. Resulta que este abogado le tocó defender a un pordiosero que había asesinado a un joven en una plaza pública. Cuando le tocó dar su mensaje de cierre durante el juicio, el licenciado sorprendió a todos de la siguiente manera:
“Buenas tardes, señor juez; buenas tardes miembros del jurado y amigos todos”, comenzó.
Luego prosiguió: “No quisiera comenzar mi alocución sin primero desearle al señor juez unas muy buenas tardes, al igual que a todos los miembros del jurado y a los amigos aquí presentes. Muy buenas tardes a todos”.
Entonces repitió: “Señor juez, permítame desearle unas muy buenas tardes, a usted y a todos los miembros del jurado y a las personas que han asistido a este tribunal”.
El juez comenzó a incomodarse: “Ya está bueno, licenciado. Ya nos ha saludado, prosiga ahora con el contenido de su defensa”.
“¡Cómo no, señor juez!”, exclamó el abogado. “Pero sería muy mal educado de mi parte si no le deseo a usted una hermosa tarde, sin dejar fuera a los miembros del jurado y…”.
“¡Suficiente!”, gritó el juez. “Esto es una falta de respeto a este tribunal. Pare ya de decir ‘buenas tardes’ y continúe con su mensaje. De usted desobedecer me veré en la obligación de acusarlo de desacato y arrestarlo”.
El abogado miró fijamente al juez y continuó: “Buenas tardes, señor juez; buenas tardes, miembros del jurado; buenas tardes, amigos todos”.
El juez se enfureció y comenzó a gritar: “¡Esto es una falta de respeto! ¡Alguaciles: arresten a este irrespetuoso y llévenselo al calabozo!”.
Los alguaciles se dirigían hacia él para acatar la orden del juez, cuando el abogado afirmó:
“Ya está, señor Juez. He probado mi punto”.
“¿Cuál es su punto?”, vociferó el juez con el rostro rojo del coraje.
“Pues, fíjese”, explicó el licenciado. “En apenas un minuto de yo desearle a usted y a los aquí presentes unas muy buenas tardes, usted perdió los estribos, me gritó, le dio al mallete con fuerza, amenazó con arrestarme, les dijo a los alguaciles que me apresaran y usted se puso rojo como un tomate. Mi cliente, sin embargo, estuvo por años aguantando los insultos y bromas del joven asesinado. Si hubiese sido usted el que hubiese estado en los zapatos de mi defendido, por lo visto no hubiese esperado tanto para halar el gatillo”.
Su ingeniosa presentación logró impactar a todos en ese tribunal. Su defensa fue efectiva y memorable.
La lección de esta historia es que no es tanto qué se dice, sino cómo se dice.
Pregúntate: ¿cómo puedes tú también romper con los moldes y el cliché cuando comunicas?
Piensa fuera de la caja...
Exdecano y profesor de la Escuela de Comunicación Ferré Rangel de la Universidad del Sagrado Corazón y fundador del movimiento En Buen Español. Experto en comunicación y amante del lenguaje. Conferenciante internacional sobre temas relacionados con el poder de la palabra. Autor del libro 'Habla y redacta en buen español' (2011) y 'En buen español: El libro de las curiosidades de nuestro idioma" (2020). Apasionado de la historia, la educación, la fotografía y el mar. Esposo de Mirté y padre de Sebastián, Alejandro, Mauricio y Mariana (y del perrito Muni Cipio).
En buen español
Tu idioma guarda miles de historias y secretos. En la columna descubrirás las fascinantes curiosidades que esconden nuestras palabras y expresiones.