Las palabras difuntas
¿Alguien hoy día se pone ‘chinelas’?

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 6 años.
PUBLICIDAD
Hay palabras de mi niñez que hace tiempo he dejado de escuchar. Son términos que, simplemente, se han desvanecido y ahora pertenecen al cementerio de los vocablos.
Mi mamá, por ejemplo, usaba mucho la palabra ‘pituita’. Recuerdo que, luego de un episodio de estornudos, decía: “Ay, me dio la pituita”. Ella se refería a una alergia que le producía gotereo nasal. La palabra existe en el diccionario, pero nunca más la he vuelto a escuchar. La pituita.
Otra que echo de menos es ‘hamamelis’. Cuando me picaba un mosquito o una hormiga, mi mamá venía a salvarme con un pote de agua Maravilla. “Ven, nene, para ponerte hamamelis en esa picada”. ¡Y funcionaba! Luego supe que se le llama ‘hamamelis’ a un extracto de plantas con flores, algunas de Norteamérica y otras de Asia, que posee cualidades antisépticas. La verdad es que algo tenía ese mejunje que me aliviaba la picazón. Hamamelis… ya no lo escucho, aunque todavía se consigue.
A mi madre le preocupaban mucho los mosquitos (que podían causar dengue) y las moscas (que traían enfermedades en sus patitas). El tema de los gérmenes y los microbios era común en mi casa. Había que andar con zapatos y lavarse las manos para evitar infecciones o enfermedades. En una ocasión unos amigos me invitaron al río y mi mamá me dijo que no debía meterme en el agua debido a la ‘bilharzia’. Recuerdo que todo el mundo hablaba de que las aguas estancadas de los ríos estaban infestadas de unos parásitos que entraban por los pies y que eran muy peligrosos. La ‘bilharzia’. Esa es una de esas palabras que he dejado de escuchar.
Los peligros no estaban solo en los insectos y en los parásitos; también había que tener cuidado con los ‘títeres’. Así le llamaban a los jóvenes callejeros y delincuentes. “Ese muchacho es un títere de la calle”. Le he preguntado a esta nueva generación si conoce el término, y nadie sabe. Parece que es una de esas palabras que pasaron a mejor vida.
Me llega del baúl de los recuerdos otra palabra que hace mucho tiempo he dejado de escuchar: ‘dandi’. Se le decía ‘dandi’ al hombre elegante, de buen vestir. Por casa vivía un señor así. “Manolo es un dandi; siempre de punta en blanco”. No sé qué pasó con esa palabra, que ya no la escucho… ¿será que ya no hay ‘dandis’?
Por otro lado, ¿alguien hoy día se pone ‘chinelas’? Esa palabra era muy común en mis tiempos. Mi papá siempre andaba por la casa en chinelas, un tipo de pantuflas muy cómodas. Recuerdo que por las mañanas se sentaba a leer el periódico sentado en el sillón, con su larga bata, su pipa y sus chinelas.
Otra que dejó de existir es la palabra ‘groovy’ para referirse a 'chévere’. Recuerdo, en los setenta, que todo el mundo se sentía ‘groovy’. Esa palabra, junto a los símbolos de paz y amor (‘peace and love’), pasaron a mejor vida.
Es normal que haya palabras que nazcan y mueran. Es parte de la evolución constante de los idiomas. Hay que dejar que fluyan por la vida. No deja de ser interesante recordarlas porque nos transportan a una época de nuestras vidas. Algunas palabras, al igual que ciertas canciones, son capaces de llevarnos de vuelta a un momento de nuestra historia.
¿Cuántas palabras recuerdas de tu niñez o adolescencia que ya han desaparecido o que están moribundas? Tráelas de vuelta a tu memoria y revívelas por un instante. Será un interesante viaje a tu pasado.
Exdecano y profesor de la Escuela de Comunicación Ferré Rangel de la Universidad del Sagrado Corazón y fundador del movimiento En Buen Español. Experto en comunicación y amante del lenguaje. Conferenciante internacional sobre temas relacionados con el poder de la palabra. Autor del libro 'Habla y redacta en buen español' (2011) y 'En buen español: El libro de las curiosidades de nuestro idioma" (2020). Apasionado de la historia, la educación, la fotografía y el mar. Esposo de Mirté y padre de Sebastián, Alejandro, Mauricio y Mariana (y del perrito Muni Cipio).
En buen español
Tu idioma guarda miles de historias y secretos. En la columna descubrirás las fascinantes curiosidades que esconden nuestras palabras y expresiones.