La mutación de las palabras
“¿Alguna vez te has puesto a pensar cómo el significado de las palabras se transforma según evoluciona la vida?”
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 1 año.
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Lo único en la vida que no cambia es… el cambio. Nada es lo que es para siempre.
Esto es cierto en todo, incluso en el lenguaje. ¿Alguna vez te has puesto a pensar cómo el significado de las palabras se transforma según evoluciona la vida?
Tomemos el ejemplo de la palabra ‘carretera’ que, en su origen, se refería a un camino de tierra por el que pasaban carretas (de ahí su nombre, ‘CARRETera’). Hoy día, su significado se ha transformado a la realidad en que vivimos: un camino pavimentado sobre el cual transitan vehículos de motor. Es un proceso lento en que los significados de algunas palabras se transforman según cambian las realidades a su alrededor.
Sobre las carreteras de hoy día transitan los ‘carros’, que es otra evolución de las ‘carretas’ de antaño. En otros países prefieren llamarlos ‘coches’, palabra que en el pasado hacía referencia a los carruajes halados por caballos. En inglés le llamaban ‘coach’, el cual es un término metafórico que también se refiere a las personas que incentivan o arrastran a otras a lograr una meta, al igual que los caballos de los coches del pasado que llevaban o ‘arrastraban’ a las personas de un lugar a otro.
Otro ejemplo de una palabra que se transformó con los tiempos es la ‘media’, esa que usamos en los pies. Resulta que en el pasado existía una prenda de vestir que se llamaba ‘las calzas’, que cubría la piel desde los pies hasta la cintura. Existían, a su vez, las ‘medias calzas’ que era esa misma prenda, pero que solo llegaba desde los pies hasta la mitad de la pierna. Con el tiempo, el adjetivo ‘medias’ fue mutando hasta convertirse en un sustantivo. Ya la gente no se refería a esa prenda de vestir como la ‘media calza’, sino como, simplemente, ‘la media’.
Algo parecido ha pasado con nuestros ‘teléfonos celulares’. Antes, cuando comenzaron a surgir en el mercado, todos hablábamos de los ‘teléfonos celulares’ para diferenciarlos de los teléfonos regulares que teníamos en nuestras casas. Con el paso del tiempo, el adjetivo ‘celular’ comenzó a transformarse en un sustantivo, desplazando y haciendo inútil el nombre original de ‘teléfono’. Así pues, en la actualidad decimos que compramos un ‘celular’, no un ‘teléfono celular’. Resulta inútil, y hasta redundante, aclarar que el celular es un teléfono.
Lo mismo ocurre con los tabacos que llamamos ‘puros’. Seguramente has escuchado a alguien decir que se va a fumar un ‘puro’. En el pasado, esa palabra no era un sustantivo, sino un adjetivo, que modificaba al nombre ‘cigarro’. Se hablaba de un ‘cigarro puro’ cuando se hacía referencia a un tipo de tabaco de alta calidad. Hoy resulta redundante usar las dos palabras, y así ocurrió que el adjetivo ‘puro’ se convirtió en sustantivo.
La palabra ‘teclado’ es otra que ha ido acumulando significados según van avanzando los tiempos. Al inicio, los teclados hacían referencia a las teclas que se tocan en un piano o en un órgano. Se hablaba (y se sigue hablando) del teclado del piano. Pero con el advenimiento de las maquinillas, primero, y de las computadoras, después, se añadió la definición de los teclados con las letras del alfabeto que se utilizan para escribir textos. Ambos, el musical y el textual, tienen una similitud en cuanto al uso de los dedos sobre unas teclas, ya sea para tocar música o para redactar una carta.
Hay muchos otros ejemplos de palabras que han mutado según evolucionan las realidades históricas. Recordemos que los lenguajes son entes vivos que nacen, evolucionan y se transforman.
Exdecano y profesor de la Escuela de Comunicación Ferré Rangel de la Universidad del Sagrado Corazón y fundador del movimiento En Buen Español. Experto en comunicación y amante del lenguaje. Conferenciante internacional sobre temas relacionados con el poder de la palabra. Autor del libro 'Habla y redacta en buen español' (2011) y 'En buen español: El libro de las curiosidades de nuestro idioma" (2020). Apasionado de la historia, la educación, la fotografía y el mar. Esposo de Mirté y padre de Sebastián, Alejandro, Mauricio y Mariana (y del perrito Muni Cipio).
En buen español
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