Hoy quiero dejar a un lado el tema del español para expresarme sobre las elecciones que se avecinan. No soy, ni pretendo ser, un analista político; solo soy un puertorriqueño como tú, que ama su país y que ha vivido el deterioro progresivo de nuestra política y de nuestros gobiernos por las pasadas cinco décadas.

Este año será la undécima vez que iré a votar en unas elecciones generales en Puerto Rico. Mi primer voto fue en 1984. Recuerdo aquellas elecciones que se celebraron al ritmo de anuncios cantados, de ciudades y pueblos empapelados con las caras sonrientes de los candidatos, de las banderas de los partidos oscilando en cada ventana y balcón, de la efervescencia de los mítines políticos y las caravanas multitudinarias, a son de música y alegría, por cada barrio y rincón de nuestra isla. Recuerdo la algarabía, la emoción que se respiraba ante las elecciones que se acercaban y, sobre todo, los electores con la esperanza al máximo, creyendo en la promesa de un Puerto Rico mejor.

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Eso se acabó.

En comparación con 40 años atrás, el país ya no se energiza con la llegada de unas nuevas elecciones. No hay emoción; la campaña electoral se siente como un ejercicio, realmente, insufrible. Se ha desarrollado dentro de nosotros un cinismo, una desconfianza, una desmoralización, que es el resultado lógico de tanto engaño, tanto robo, tantas promesas incumplidas. Miramos a algunos de los políticos como personas que tratan de burlarse de nuestra inteligencia. Subestiman nuestra capacidad de indignarnos ante la manipulación y las mentiras. Creen que la mayoría de nosotros puede impresionarse con mensajes vacíos, bailes infantiles y amenazas absurdas que se alimentan de los miedos de antaño.

¡Estamos ‘jartos’! Sí, ‘jartos’ con jota, para enfatizar, en buen español, nuestro cansancio, fastidio y desencanto.

Estamos ‘jartos’ de las mentiras.

Estamos ‘jartos’ de que nos traten como seres no pensantes.

Estamos ‘jartos’ de que nos roben.

Estamos ‘jartos’ de la hipocresía.

Estamos ‘jartos’ de la incompetencia.

Estamos ‘jartos’ del chanchullo.

Estamos ‘jartos’ de que apelen a nuestros miedos para ganar votos.

Estamos ‘jartos’ de las promesas incumplidas.

Estamos ‘jartos’ de la corrupción.

Estamos ‘jartos’ de los rotos en la carretera, del agua que se va y de la luz que no llega.

Estamos ‘jartos’ de que nos cojan de lo que no somos.

Estamos ‘jartos’ de lo mismo… y lo mismo… y lo mismo…

Decía el escritor y filósofo Néstor Roulet que “el ser humano es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra”. Nosotros, los puertorriqueños, hemos tropezado con las mismas piedras por décadas. Nos caemos de boca, nos rompemos algunos dientes, nos levantamos y volvemos a tropezar de nuevo, nos rompemos otros dientes, nos volvemos a levantar para volver a caernos otra vez. Hemos tropezado tantas veces con las mismas piedras que nos hemos quedado, prácticamente, mellados. ¿Es que vamos a seguir?

Nos hace falta volver a creer que un gobierno limpio y decente es posible. Necesitamos recuperar la confianza en nuestros líderes; creer en sus palabras. Queremos apreciar sus valores y capacidad de gobernar con eficacia. Añoramos volver a sentir la esperanza de un porvenir próspero. Queremos dejarnos guiar por unos líderes con visión y verdadero amor por nuestra tierra, genuinamente capaces de poner los intereses de la gente por encima de los suyos.

Cuando logremos exigirles a nuestros políticos más respeto a nuestra inteligencia como pueblo, más decencia, entonces estaremos encaminados hacia un Puerto Rico mejor. Será cuando llegue ese día que volveremos a sentir adrenalina en nuestra sangre.

Llegó nuestra hora de subir la vara...