Expresiones que se niegan a morir
Estas palabras o frases nos conectan con prácticas cotidianas comunes en el pasado, aunque las acciones a las que se referían ya no existen.
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El idioma es un reflejo vivo de la historia y la cultura de una sociedad, y muchas de las expresiones que usamos hoy día provienen de realidades que han desaparecido con el tiempo. Estas palabras o frases nos conectan con prácticas cotidianas que eran comunes en el pasado, aunque los objetos o las acciones a las que se referían ya no existen o han cambiado considerablemente.
Aquí un ejemplo: ‘Enganchar el teléfono’.
Al final de una conversación con alguien en tu celular, sueles ‘colgar o enganchar la llamada’. Esa expresión hace referencia a una acción que ya no existe. Habrás visto fotos de los teléfonos antiguos, en los que se ‘colgaba’ o se ‘enganchaba’ el auricular a un lado de su base. Esta acción era literalmente “enganchar” el auricular en el aparato. A pesar de que hoy en día ya no es necesario realizar esa acción con los teléfonos móviles, seguimos utilizando esta expresión para referirnos a terminar una llamada.
¿Otro ejemplo? ‘Halar la cadena’.
Cuando terminas de usar el inodoro, quieres ‘halar la cadena’ para que todo aquello que depositaste se vaya de tu vida para siempre. Esta expresión viene de los inodoros de antaño que solían tener el tanque de agua separado de la sentadera, localizado en la pared arriba de tu cabeza; cuando alguien terminaba de hacer lo suyo, se levantaba y, literalmente, halaba o tiraba de una cadena que colgaba por fuera del tanque. Todavía, si viajas a Europa, verás este tipo de inodoros en algunos edificios antiguos. Con el tiempo, los inodoros evolucionaron a los sistemas de botón o palanca que conocemos hoy, pero la expresión continúa vivita y coleando…
¿Otro ejemplo? ‘Quemarse las pestañas’.
Los estudiantes que se amanecen estudiando para un examen que tienen al día siguiente, suelen ‘quemarse las pestañas’. Esta frase hace referencia a la época en que la gente no tenía luz en sus casas (ahora que lo pienso, eso de no tener luz ocurre todavía). Cuando caía la noche, había que acercarse a una vela prendida para poder leer un libro. Ya entrada la madrugada, luego de tanta lectura, la persona comenzaba a cabecear, agotada y cansada. Ahí es que comenzaba el peligro: en una de esas cabeceadas podía acercarse demasiado a la vela y… ‘quemarse las pestañas’.
¿Otro ejemplo? ‘Sintonizar una emisora’.
En los comienzos de la radio, los receptores tenían un botón giratorio que se utilizaba para ajustar manualmente la frecuencia correcta de una emisora. Esto requería de un buen pulso para lograr posicionar la aguja justamente en la estación deseada. A esa acción se le conocía como ‘sintonizar una emisora’. Hoy en día, con los radios digitales y la transmisión en línea, ya no es necesario realizar este ajuste, pero el término “sintonizar” se sigue utilizando para referirse a escuchar o ver un programa, incluso en plataformas digitales.
¿Otro ejemplo? ‘Grabar una conversación’
La palabra ‘grabar’ proviene del proceso físico de marcar una superficie con información, como ocurre con los discos clásicos de vinilo. A pesar de que ahora utilizamos medios completamente digitales, seguimos “grabando” conversaciones o videos, manteniendo viva la esencia de la palabra original.
¿Otro ejemplo? ‘Embarcarse en un avión’
Aunque hoy en día utilizamos esta frase para referirnos a subir a un avión, la palabra ‘embarcar’ proviene del mundo marítimo y significa literalmente “subir a un barco” (de “barca”, una embarcación). En el pasado, los viajes largos se realizaban principalmente en barcos, por lo que “embarcarse” tenía sentido en ese contexto. En el presente nos montamos en un avión, pero la expresión sigue viva.
¿Se te ocurren otros ejemplos?
Exdecano y profesor de la Escuela de Comunicación Ferré Rangel de la Universidad del Sagrado Corazón y fundador del movimiento En Buen Español. Experto en comunicación y amante del lenguaje. Conferenciante internacional sobre temas relacionados con el poder de la palabra. Autor del libro 'Habla y redacta en buen español' (2011) y 'En buen español: El libro de las curiosidades de nuestro idioma" (2020). Apasionado de la historia, la educación, la fotografía y el mar. Esposo de Mirté y padre de Sebastián, Alejandro, Mauricio y Mariana (y del perrito Muni Cipio).
En buen español
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