España, el rey y la lengua
Cómo olvidar el pequeño ‘horror’ televisivo, de Puerto Rico para el mundo, cuando, en el momento en que el rey se dirigía a la audiencia apareció en pantalla la frase ‘su magestad’, con ge, cuando debió ser ‘su majestad’, con jota.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 2 años.
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En la acera frente a las escalinatas sur del Capitolio hay una serie de estatuas de presidentes de Estados Unidos que, a lo largo de los ciento y pico de años de relación política, han visitado nuestra isla. Ahí están todos, excepto el último que nos visitó…
Lo cierto es que no podemos hacer lo mismo con los reyes del imperio anterior, España, ya que durante los cuatro siglos de colonialismo español, ninguno vino por este lado del mundo. Es cierto que eran otros tiempos, y no era tan sencillo montar a un rey en una carabela, durante meses, para poder llegar a nuestras costas.
En los últimos 30 años, sin embargo, hemos recibido la visita de los reyes de España. El padre del rey actual, Juan Carlos I, vino en la época del quinto centenario del descubrimiento de América. Su hijo, Felipe VI, quien en estos días nos visita en conmemoración del quinto centenario de la ciudad de San Juan, también ha venido a la isla anteriormente.
En el 2016, por ejemplo, el rey estuvo durante la celebración de la séptima edición del Congreso Internacional de la Lengua Española, que se llevó a cabo en el Centro de Convenciones. Aquel encuentro fue memorable por causa de una famosa errata.
Cómo olvidar el pequeño ‘horror’ televisivo, de Puerto Rico para el mundo, cuando, en el momento en que el rey se dirigía a la audiencia apareció en pantalla la frase ‘su magestad’, con ge, cuando debió ser ‘su majestad’, con jota. Esto, en otro contexto, hubiese sido menos dramático, pero se trataba del congreso del idioma español. El error no pasó inadvertido y recorrió los periódicos y noticiarios de diversos países. Esto se presta a un juego de palabras al exclamar: ¡SOBERANA metida de pata!
En su mensaje, el rey habló sobre el español de Puerto Rico el cual, aseguró, “se me antoja con algo de andaluz y canario”. Sin duda, el que ha viajado al sur de la península Ibérica o las Islas Canarias, le habrá llamado la atención lo parecido de su forma de hablar con la manera en que hablamos aquí. Al igual que nosotros, ellos dicen ‘deo’, en vez de ‘dedo’; y pronuncian la ce y la zeta como si fueran ese (‘coser’ y ‘cocer’, ‘has’ y ‘haz’); debilitan la pronunciación de la ese luego de una vocal (‘bujcar’, ‘ratone’); sustituyen la erre por la ele después de una vocal (‘bebel’, ‘puelto’) y dicen ‘ustedes’ en vez de ‘vosotros’.
Esto tiene, por supuesto, una explicación histórica, ya que fueron los andaluces quienes nos colonizaron y trajeron a nuestra isla su acento y forma de hablar.
La relación de Felipe VI con Puerto Rico va aún más allá, cuando en 1991, el entonces gobernador de Puerto Rico, Rafael Hernández Colón, viajó a Oviedo, España, a recibir de manos del entonces príncipe el Premio Literario Príncipe de Asturias por la defensa del pueblo puertorriqueño al idioma español. En aquel entonces, el gobernador había convertido el castellano en la lengua oficial del país. Hasta aquel momento, se consideraba el español y el inglés como los dos idiomas oficiales de Puerto Rico. El premio también era un reconocimiento de la voluntad del pueblo puertorriqueño de conservar el español a pesar de los intentos, por casi la primera mitad del siglo XX, de americanizar culturalmente al país mediante la enseñanza exclusiva del inglés en las escuelas.
Felipe VI ha tenido un rol en nuestra sociedad, a pesar de que ya no seamos parte de aquel desaparecido imperio español. Su visita a la isla nos hace recordar, sin embargo, la enorme influencia histórica, social y cultural que ha tenido España en nuestra idiosincrasia como pueblo. No lo olvidemos…
Exdecano y profesor de la Escuela de Comunicación Ferré Rangel de la Universidad del Sagrado Corazón y fundador del movimiento En Buen Español. Experto en comunicación y amante del lenguaje. Conferenciante internacional sobre temas relacionados con el poder de la palabra. Autor del libro 'Habla y redacta en buen español' (2011) y 'En buen español: El libro de las curiosidades de nuestro idioma" (2020). Apasionado de la historia, la educación, la fotografía y el mar. Esposo de Mirté y padre de Sebastián, Alejandro, Mauricio y Mariana (y del perrito Muni Cipio).
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