El síndrome del ‘mayusculeo’
“(...) se deben utilizar al escribir la primera palabra de un texto o la que aparece después de un punto. También cuando nos referimos a un nombre propio”
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¡Qué mucho nos gustan las mayúsculas!
Las ponemos a diestra y siniestra. Cuando no estamos seguros de si una palabra la lleva o no, optamos por ponérsela porque, simplemente, “se ve bien”. Yo llamo esto el síndrome del ‘mayusculeo’.
Vamos a darte un ejercicio de práctica, a ver cómo te va. ¿Cuál de estas dos oraciones es la correcta?:
1. “El Presidente de los Estados Unidos vino a Puerto Rico”
2. “El presidente de los Estados Unidos vino a Puerto Rico”
Si escogiste la primera, te felicito: eres de los miles de usuarios del idioma que piensan igual; sin embargo, esa no es la oración correcta.
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Es la segunda.
Sorry.
Tal vez pensaste que el cargo de ‘presidente’, que es tan importante y prestigioso, debe escribirse con mayúscula porque, de lo contrario, le estaríamos restando prominencia al puesto. En inglés, por ejemplo, esa oración se escribe en mayúscula (“The President came to Puerto Rico”). De hecho, he conocido personas con puestos altos que se ofenden si alguien escribe el nombre de su cargo en minúscula.
La ortografía de la lengua española, sobre todo desde las nuevas normas publicadas en el año 2010, ha sido bien clara en explicar cuál es el uso que le debemos dar a las letras mayúsculas. En términos amplios y generales, se deben utilizar al momento de escribir la primera palabra de un texto o la que aparece después de un punto. También son correctas cuando nos referimos a un nombre propio (María, París, Primera Hora).
Lo que debemos recordar es que las mayúsculas no se utilizan para designar importancia. Por lo tanto, da lo mismo si eres el presidente de los Estados Unidos, el gobernador de Puerto Rico o el papa Francisco… tu puesto siempre irá en minúscula dentro de una oración.
¿Ni siquiera el papa? Ni siquiera.
Tampoco se escriben en mayúscula, en español, los tratamientos o títulos de cortesía. Así pues, lo correcto es: “Estimado señor Rivera” o “La licenciada González” o “Mi santo favorito es san Juan”.
¿Que ni los santos se salvan? Ni los santos.
“¡Pero los santos son importantes!”, pudieras argumentar.
Sí, te contesto, pero recuerda que las mayúsculas, en español, se utilizan para diferenciar los nombres propios de los nombres comunes, y el título de ‘san’ es un nombre común; lo que es propio es el nombre del santo, no su tratamiento.
¿Pero y la capital de Puerto Rico? ¿No se escribe San Juan? ¿Con el ‘San’ en mayúscula?
Claro, pero en ese caso se utiliza como parte del nombre propio de la ciudad, no como un tratamiento. ¿Te das cuenta?
Las reglas son distintas en inglés y eso puede confundir.
Por ejemplo, en inglés, los días de la semana y de los meses se escriben en mayúscula (Monday, January). En español, sin embargo, se escriben en minúscula (lunes, enero). De igual forma, en inglés, cada primera letra de cada palabra de un título, se escribe en mayúscula, con la excepción de las preposiciones y los artículos: The Old Man and the Sea. En español, solo se escribe en mayúscula la primera palabra del título: Cien años de soledad.
Las enfermedades tampoco deben escribirse en mayúscula, no importa cuán grave o peligrosa sea. Si ‘catarro’ lo escribimos en minúscula, entonces ‘cáncer’ debe llevar minúscula también. Las únicas enfermedades que se escriben en mayúscula son aquellas que incluyen el nombre propio del científico que las descubrió (Alzheimer, Parkinson, Down).
Proponte, entre tus resoluciones de año nuevo, mejorar tu escritura. Busca y aprende las reglas. La corrección al momento de redactar siempre te hará lucir bien.
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Exdecano y profesor de la Escuela de Comunicación Ferré Rangel de la Universidad del Sagrado Corazón y fundador del movimiento En Buen Español. Experto en comunicación y amante del lenguaje. Conferenciante internacional sobre temas relacionados con el poder de la palabra. Autor del libro 'Habla y redacta en buen español' (2011) y 'En buen español: El libro de las curiosidades de nuestro idioma" (2020). Apasionado de la historia, la educación, la fotografía y el mar. Esposo de Mirté y padre de Sebastián, Alejandro, Mauricio y Mariana (y del perrito Muni Cipio).
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