“It’s alive, yeah!”

Vive entre nosotros el Frankenstein del idioma: este ser multilingüe, con tornillos del español, empatados con algunas tuercas del inglés.

¿Será que se oye más “cool” cuando salpicamos nuestro idioma con esos extranjerismos crudos?

Parecería ser que en el mundo del “marketing”, le da cierto caché el incluir términos anglosajones a los nombres de los productos y los negocios.

Es que no es lo mismo Pepo’s School Supply que Suministro Escolar de Pepo, o Manolo’s Auto Parts que Autopartes de Manolo. “Do you know what I mean?”

“So”… por eso vemos tantos anuncios que toman ventaja de este “trend”. Varios “copywriters” se sientan en un “conference room” para hacer un “brainstorming” del “branding” que le darán a la marca a través del “spot” publicitario, para crear un “engagement” entre su “target”, y de ahí coordinar el “casting” para escoger los talentos para el “photo shoot” del anuncio de la nueva cerveza “light”, envasada en material “eco-friendly”, todo dentro del “budget” establecido. “It’s great! ‘Is it?”

Lo cierto es que esta invasión del inglés en medio de las conversaciones en español no se puede traer a colación sin que vengan los “haters” a decir que uno es un purista. ¿Paizy no sabe que los idiomas son vivos y que, históricamente, se han nutrido de las influencias de otros idiomas, principalmente de las lenguas de los países hegemónicos? ¿Acaso no existen en el español palabras del árabe, del francés, del italiano y del mismo inglés que han sido reconocidas en el “Diccionario de la lengua española”?

Paizy lo sabe, lo reconoce y lo aplaude.

Sin duda, los idiomas respiran y evolucionan. Las realidades sociales y políticas tienen un rol protagónico en todos estos cambios… pero no es de esto que estamos hablando. No se trata de la incorporación de neologismos producto de la llegada de nuevas tecnologías, ni de la incorporación natural y orgánica en nuestro idioma de palabras de origen extranjero. De lo que estamos hablando es de la mezcla forzada y antinatural de términos y frases de otro idioma a la vez que hablamos el nuestro. Estamos hablando del uso indiscriminado de varios idiomas a la vez, en la confección de una espantosa ensalada de disparates que afecta la comunicación porque sirve de ruido o distracción entre los interlocutores.

La máxima debe ser la siguiente: medio idioma más medio idioma NO es igual a un idioma.

Mezclar lenguajes mientras hablas no es otra cosa que un aberrante Frankenstein lingüístico que destruye la belleza y la integridad del segundo idioma más hablado en el mundo (luego del mandarín): el nuestro.

La Real Academia Española tiene una campaña extraordinaria que intenta crear conciencia sobre este tema tan importante. Búscalo en YouTube bajo “campaña anglicismos RAE”.

En una movida genial, lanzaron un sensual comercial de televisión que mezclaba el español con algunas palabras estimulantes en inglés para promover un supuesto perfume, al que llamaron Swine.

Pues resulta que muchas personas se dejaron enamorar por las palabras sugestivas del comercial y mandaron a pedir el producto, sin saber que la palabra “swine” significa cerdo. Era un perfume con olor a marrano, pero su nombre anglosajón le daba un aire florido y maravilloso. Días después, la RAE pautó un segundo anuncio en el que revelaba la verdad, al afirmar: “Swine… suena muy bien, pero huele muy mal”.

En fin, si vamos a hablar inglés, hablemos inglés; si vamos a hablar español, hablemos español.

Lo contrario, mis amigos, huele, se ve, se oye y se siente… muy mal. “Got it?”