Un cafre que te pone a pensar
“El ‘stand up’ también puede ser utilizado, más allá de una forma de expresión artística, como una crítica social”
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 1 año.
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Si hay alguien que domina a la perfección el arte del stand up en Puerto Rico es Alejandro Gil, quien lleva cuatro exitosas funciones de Un cafre en Dorado. El sábado reí a rabiar con cada una de sus ocurrencias.
El arte del stand up es una forma de comedia en la que un comediante se presenta ante una audiencia en vivo para contar anécdotas personales, ficticias o reflexiones de manera humorística. En ocasiones, dentro de las rutinas utilizan chistes para conectar con la audiencia. A diferencia de otros estilos de comedia, el stand up se caracteriza por su formato unipersonal y directo, sin la necesidad de elementos escénicos o vestuarios elaborados. En arroz y habichuelas, hacer stand up requiere mucha valentía, pues te expones ante tu público tal cual, y no es hasta que se estrena que se sabe si el show funciona o no. Es el espacio vacío, el artista, uno que otro elemento y lo más importante, el público.
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El objetivo principal es hacer reír y, definitivamente, en esto Alejandro es un maestro de este arte. Mantuvo cautiva a la audiencia de principio a fin. Fuimos muchos los que lloramos de la risa con cada uno de sus cuentos. Es importante recalcar que el stand up también puede ser utilizado, más allá de una forma de expresión artística, como una crítica social. Debo decir que, precisamente, eso fue lo que hizo Alejandro Gil. A través de anécdotas con las cuales todos nos podemos identificar, hizo una radiografía del país que somos. Cada comentario retrataba esa añoranza de muchos puertorriqueños que viven del cuento, sin apenas saber quiénes son. Una de las responsabilidades de los artistas es hablar sobre temas de la vida cotidiana, experiencias personales o asuntos de actualidad, con el fin de conectar con el público a través del humor y la empatía. Alejandro dio cátedra de cómo hacerlo. Nos fue llevando en una montaña rusa con cada una de sus ocurrencias.
Un buen comediante de stand up requiere habilidad para escribir y estructurar los chistes, así como una buena capacidad de improvisación y manejo del escenario. También es importante tener un estilo único y auténtico, ya que cada comediante tiene su propia voz y forma de abordar los temas. Algo extraordinario que posee Alejandro es la habilidad de mantener una energía escénica impresionante. Maneja excelentemente los matices de la voz, las intenciones y el uso del cuerpo. Al verle, inevitablemente me acordó al maestro del stand up comedy en Puerto Rico, Luis Raúl.
El concepto del espectáculo fue perfectamente concebido, porque desde que entrabas a la sala, ya te ubicaba en tiempo y espacio, por lo que la atmósfera era perfecta. Al son del reguetón de la vieja escuela, la animación del Tío de Molusco TV, dio inicio una noche cafre, pero con propósito. Pamela Noa rompe el hielo con entereza y tomando como punto de partida sus propios aciertos y desaciertos como artista y ser humano. Tiene la responsabilidad de calentar al público e irlo envolviendo para lo que serán dos horas de puras risas.
Nuestro país ha dado muy buenos artistas del stand up, entre ellos Luis Raúl (QEPD), Raymond Arrieta, Jorge Pabón “Molusco”, Tita Guerrero, Lizmarie Quintana, Jasond Calderón, Roy Sánchez Vahamonde, Kiko Blade, Melisa Rodríguez, Josué Comedy, entre otros. Este arte es una forma de entretenimiento que permite a las personas reírse de sí mismas y de las situaciones que enfrentan, generando conexión y alivio en un mundo cada vez más estrésico.
Una buena manera de olvidarnos de todo lo que nos pasa como país y de hacernos conscientes de cuánto camino falta por recorrer, es riéndonos de nosotros mismos. ¡Gracias Alejandro por ponernos a gozar, pero sobre todo, por ponernos a pensar!