Cuando los servicios esenciales de un país se ven afectados, o más bien amenazados, estamos en emergencia. Desde hace nueve días nuestra Isla está en una crisis colectiva. La desesperanza, el coraje, la rabia, la impotencia, la ansiedad, la frustración y el dolor es la orden del día. ¿Saben qué? Es válido sentir todo esto y más.

Somos muchos los que no sentimos así. Llevamos desde el 2017 “levantándonos”, y nuestro espíritu está fatigado. No es justo que nos sintamos así. Nuestra gente sufre.

Hace cinco años, el 20 de septiembre del 2017 la vida de los puertorriqueños cambió para siempre. Luego de largas horas de ansiedad, incertidumbre, lluvias, vientos furiosos, oscuridad, al llegar la calma nos encontramos con un Puerto Rico diferente. María sacó a la luz el Puerto Rico en el que vivimos desde hace años, un país con mucha necesidad.

María y Fiona han destapado una realidad que estaba oculta. Hoy, a cinco años de ese amanecer inolvidable, vemos cómo aún la necesidad impera en nuestra isla. La pregunta es: ¿la burocracia va seguir oprimiendo al que necesita?

Son demasiadas las imágenes dolorosas que ocupan las redes sociales y las primeras planas de la prensa de nuestro país. Toda la pobreza entre la que vivimos, una vez más ha sido destapada. Ojalá que cuando vayamos a votar, no nos falle la memoria.

Este país está cansado de que usen nuestro dolor como campaña. Y esto lo digo porque, nuevamente, los políticos disfrazados de hadas madrinas salen a la calle, con cámara, en mano para inmortalizar la ayuda que le están dando a los más vulnerables. Basta ya. No queremos más fotos para que luego se las pasen en sus chats privados y se burlen de nuestra desgracia. Queremos que, en lugar de estar retratándose, estén buscando soluciones para sacarnos de la macacoa que se ha mudado a Borinquen.

Esto no es un asunto de partidos políticos, esto es un asunto de país. Cuando pensábamos que solamente el sistema de energía eléctrica era el más débil, nos encontramos ante un negligente sistema de acueductos. Así que nos quedamos sin luz y sin agua. Pero no tan solo eso, también nuestros hospitales están sin diésel y todavía el gobernador dice que no necesitamos ayuda. Gracias a Dios que el espíritu de nuestra gente, a pesar de la fatiga, es fuerte.

Una vez más, saldremos de esta. Y saldremos porque nos tenemos. Es importante asegurarse que nuestras familias, nuestros ancianos, nuestros niños, nuestros jóvenes, nuestras mascotas, en fin, nuestra gente esté a salvo. No es hora de caer en el juego del bipartidismo en el cual estamos sumergidos desde hace años; es hora de combatirlo.