El pasado jueves, 27 de junio se celebró la gala de Miss Universe Puerto Rico 2024, en donde una nueva reina fue coronada. Jennifer Colón, del pueblo de Orocovis, de 36 años y madre de tres, hizo historia.

Por ser parte de los profesores que forman a las candidatas, debo decirles que este año la competencia era reñida. Tuvimos un grupo de mujeres maravillosas cada una con su voz, cada una con su historia, cada una con su esencia.

Como es de popular conocimiento, las reglas del certamen internacional -y por ende, las del certamen nacional- han cambiado y ahora hay más espacio para la diversidad.

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El jueves nuestro país fue testigo de ese paso en pro de la equidad. Precisamente, las dos respuestas de nuestra nueva reina evidenciaron en qué etapa se encuentra el certamen y mostraron su esencia. Sus respuestas permitieron que nuestra gente se identificara con ella, siendo así reflejo de muchas mujeres de nuestro país.

Una nueva reina nació y, a pesar que no es su primera vez portando el nombre de Puerto Rico, si lo hizo no tan solo acompañada por su país, sino también por el tesoro más grande que tiene: sus hijos.

Esto me resulta interesante y me invita a reflexionar. ¿Qué no es capaz de hacer una madre? Ese es el mayor ejemplo que Jennifer les está dando a sus hijos. Les está haciendo cómplices de sus sueños y demostrándoles, sobre todo, que no importa la edad que se tenga, ni las circunstancias de vida, nunca es tarde para soñar.

Personalmente, me maravilla el poder que tienen los sueños que se hacen realidad, pues demuestran que el final ha valido la pena.

Y de una reina de lujo, este fin de semana fui testigo de todas las reinas de lujo que tiene el pueblo de Guayama en el Orgullo Brujo, en donde tuve el honor de ser la gran mariscal, junto a las madrinas, mis queridas Lizmarie Quintana y Emineh de Lourdes.

Allí tuvimos el privilegio de ver nacer a las nuevas reinas del arte del transformismo y ver cómo la comunidad de Guayama separa un fin de semana desde hace tres años para celebrar el orgullo. Y esto me genera esperanza, pues es un paso más en pro de la equidad.

Otro logro en la equidad es nuestra generación de niños y jóvenes. Este domingo mis estudiantes de campamento hicieron su sueño realidad y presentaron la historia de Puerto Rico y el mundo, desde sus ojos.

Tenemos que escuchar la voz de nuestro presente, pues la conciencia social con la que se están criando, insisto, genera esperanza. A ellos les preocupa lo que nosotros pasamos por alto. Ellos ofrecen soluciones a aquellas cosas que nosotros damos por perdidas. Nuestros niños y jóvenes tienen mucho que decir y debemos escucharlos.

Así que en esta columna plasmo tres escenarios distintos, pero al final con el mismo fin: soñar y ser voz.

En primer lugar tenemos a nuestra nueva reina, quien será voz de la mujer puertorriqueña, pero también un ejemplo para todas la madres de nuestro país y, por ende, de sus hijos. Por otro lado, tenemos los sueños de una comunidad marginada como lo es la LGBTTQIA+ que aún continúa luchando por su seguridad y derechos. Y, por último, pero no menos importante, la esperanza de nuestros jóvenes, quienes mediante las artes escénicas, desde su esquina, transforman el país que nos merecemos y soñamos.

¡Felicidades a todos!