Desde el sábado, hay un tema que ocupa los foros en redes sociales y es el vestido azul. Son muchos los que se han dedicado a criticar el vestido que nuestra reina Jennifer Colón utilizó en el desfile de gala en el certamen de Miss Universo, celebrado en la Ciudad de México.

Han reducido toda su gesta a ese vestido y han invisibilizado la excelente labor que realizó durante toda la jornada de competencia.

No podemos perder de perspectiva que la representante de Orocovis en el certamen nacional, una mujer de 36 años y madre de tres, dio mucho de qué hablar desde que salió electa en Puerto Rico. Desde su llegada a México, acaparó la atención de los fanáticos de los certámenes y se lució en cada una de las actividades.

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La lluvia de críticas hacia el vestido azul, han pasado por alto los grandes logros que nuestra reina obtuvo.

Importante no olvidar que fueron 127 participantes en esta edición y que de esas el primer grupo se redujo a 30 candidatas y ahí estuvo la nuestra.

Ese grupo, tras ser seleccionado, desfiló en traje de baño y fue reducido a 12 semifinalistas y ahí también estuvo la nuestra.

Ojo al dato de 127, nuestra soberana logró cualificar al cuadro de las 12 mujeres más hermosas del universo. Por séptimo año consecutivo nuestras reinas clasifican entre los cuadros de semifinalistas, y en lugar de estar celebrando este logro, hay muchos que se empeñan en buscarle la quinta pata al gato.

Como miembro del equipo de trabajo de preparación de la reina por séptimo año consecutivo, doy fe del trabajo que se realiza. La labor de todo el equipo es innegable y prueba de ello se ve en la ejecución de nuestras reinas año tras año.

Me parece que esa debería ser la noticia que esté en discusión. ¿Es en serio que hay quienes piensan que el traje es un factor determinante en la selección de las 5 finalistas? Lamento desmitificar esta ilusión. Son muchísimos más los requisitos de evaluación. Lo que pasa es que la ceguera colectiva no nos permite mirar más allá.

Lo que viven nuestras reinas es muchísimo. Fue una preparación intensa la que nuestra soberana recibió. Su agenda es de respeto, como dicen nuestros jóvenes. Jennifer tuvo que prepararse física, emocional e intelectualmente. Fueron horas de trabajo en pasarela, maquillaje, imagen, inglés, oratoria, búsqueda del ajuar que estaría utilizando durante el certamen y muchísimo más. Y a eso se le suma que nuestra reina es madre de tres.

Su sentido de responsabilidad, disciplina y pasión eran más grandes que cualquier cosa y me parece que eso quedó demostrado durante las tres semanas que estuvo en México.

Sería bonito que, en lugar de estar haciendo de tripas corazones la selección del vestido, se celebren los logros obtenidos.

Es menester celebrar la gesta de nuestra directora nacional Yizette Cifredo, quien recibió un reconocimiento, el primero en la historia del certamen internacional titulado “Beyond the Crown”, exaltando la labor realizada con nuestras candidatas. Eso es motivo de celebración y orgullo patrio.

No seamos tan severos con nuestras reinas. Se necesita demasiada valentía para atreverse a salir de su zona de comfort, sacrificar a su familia y representar a nuestro país ante el universo. Además, para los gustos los colores.

Querida Jennifer, GRACIAS, gracias por representarnos dignamente. Gracias por dejar de ser de ti y de tus hijos, para ser de tu gente, de tu país, del Universo. Ganaste, y de eso no nos queda duda, porque al representarnos ganaste la bendición de portar el nombre de nuestra patria en tu pecho. Ganaste el amor de tu gente y, sobre todo un lugar importante en nuestra historia.

Siempre serás recordada como aquella mujer de 36 años, madre de tres, que conquistó a su país y al Universo, y eso no te lo quita nadie.

A todos los “expertos en moda” que hay en redes sociales, un poquito más de mesura y respeto por el proceso que conlleva tantos meses de preparación. Insisto, somos mucho más que un vestido. Somos el país que posee las mujeres más hermosas del mundo y eso no nos lo quita nadie.